CANARIAS
Textos



Un canario en Cuba, Francisco González Díaz, La Habana, 1916:

    ... Aún tomó el "Balmes" más pasaje en nuestros puertos, en Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de La Palma; por manera que cuando de este último puerto salimos para las Antillas, ya sin otras escalas que las de Puerto Rico, la cubierta de la nave ofrecía el aspecto que debieron ofrecer antaño los buques fatídicos y terribles con que se realizaba la trata de negros.
    Trata de blancos son, sin duda, estas modernas contrataciones o expediciones de emigrantes hechas en forma que constituye un agravio para la humanidad y una afrenta para la civilización...

    ... aquellos fugitivos van hacia el trabajo y la libertad en tierra extranjera que les parece propia por lo bien que se les acoge, menos dura que la patria política porque les da abrigo, porque les da pan... humildes en su ambición, si ambición puede llamarse el deseo y la necesidad de vivir... Aceptan mínimos jornales y trabajan de buena fe, con todo su esfuerzo... se muestran irreflexivamente dichosos. Son conformistas y optimistas... hipnotizados por el océano... Se apoyan los unos en los otros de manera instintiva...

No menos de seiscientos emigrantes, procedentes de Canarias, llevaba el Balmes hacinados en sus bodegas y cubiertas. Estos pasajeros de tercera clase nos ofrecían a los de primera el penoso espectáculo de su desamparo y sordidez. Cuando nos asomábamos a la boca del infierno retrocedíamos espantados creyendo ver allí la suma de todos los humanos dolores. Muchos estaban tendidos en posiciones durísimas, como bestias enfermas; otros, la mayor parte, reían y cantaban al son de destempladas vihuelas. Los niños se arrastraban en torno a sus madres o retozaban sobre montones de inmundicias. Salía del antro un vaho pestilente, irresistible. Todos se agitaban entre las sobras como larvas inquietantes y obscuras. Aquella tripulación de fantasmas en la negra entraña del buque nos pesaba como un remordimiento.


Guarapo. Hnos.Ríos Diario clandestino, José Ana de San Blas, Venezuela 1950:
Velero "Delfina Noya"con 231 personas a bordo
Viernes 19:
Está amaneciendo y aún no hemos llegado a tierra.
Cunde el descontento entre los pasajeros y tripulantes; pues está demostrada la incompetencia del patrón y al dueño le faltan energías para saberse imponer y evitar tantos trastornos que ocasiona.
El viento arrecia y la marejada se hace cada vez más fuerte.
El mar entra por borda y borda; y la gente se pone imposible de contener.
Las malas operaciones del tal patrón antes dicho se repiten y tal parece dejar ver cierta mala fe para que el viaje no se efectúe y se malogre en esta isla que es donde se termina su contrato verbal y donde cobrará la cantidad de 20.000 pesetas.


Barcos amarrados en S.C.Tenerife El drama de la emigración:
Pero la más horrorosa y vergonzosa de las expediciones fue, la que en el bergantín goleta Lucrecia hicieron el año 1836. D Francisco y D Antonio Morales, hermanos, vecinos del Arrecife, donde tomaron parte de los pasajeros, y vinieron a recibir la mayor porción al Puerto de Cabras en Fuerteventura. La codicia o la ignorancia les cegó, contratando más de los que cabían en su nave: y al ver que en ella ya no había plaza, picaron los cables, e hicieron vela con quinientos, dejando en tierra, ya los hijos, ya los padres, mujeres o maridos de los embarcados! Redoblándose el dolor y llanto de los unos y otros, no sólo por la improvisa separación, sino por sus terribles resultados, por que todo habían vendido para equiparse y quedaron pidiendo limosna! Aún así escaparon mejor los abandonados en su ribera nativa. Pero a los de abordo faltaron los víveres, se apuró todo, siendo tanta el hambre que se sortearon e hicieron antropófagos, y entre las víctimas cayó un joven de familia distinguida natural de la villa de la Orotava, amigo del mismo capitán Morales. Arribóse al Río Janeiro, y el cónsul de España horrorizado de tal desorden dio parte a SM. En consecuencia vimos que la reina Doña María Cristina del propio año 36 al 37, expidió uno o dos Reales Decretos para cortar estos desastres. Sin embargo, Reales Ordenes ya había, lo que faltaban eran castigos. Si se hubiesen colgado, no a los capitanes, por que a veces lo son algunos ignorantes de la economía náutica y este quizá es el origen de sus crímenes; sino a las autoridades que hacen la ceremonia de registrar el buque y rancho, y por esta falsa diligencia autorizan las catástrofes, toman dinero por las muchas licencias, y por los disimulos con los embarcados clandestinamente, etc. Pues los jueces de marina son los que deben saber reconocer no sólo la fortaleza del bajel con respecto a la clase de navegación que va a emprender, más también cuantos víveres y personas corresponden por cada tonelada conforme marca la ley, para impedir las transgreciones pero ya indicaremos como esto se maneja. Morales y su hermano D.Antonio volvieron a islas, y aquel huyen do de los cargos que se le hacían se desterró a la isla Alegranza la cual su familia tenía arrendada, donde falleció aburrido de la vida. Pero que cargos ni castigos pueden inflingir los mismos funcionarios consentidores que han admitido los sobornos?
Alvarez Rixo, JA. 1982, p. 168-169.


Cuadernos de Lanzarote. José Saramago:
26 de abril (1994)
Una carta de Brasil trae en la dirección esta charada geográfica y toponímica: Lanzarote, Islas Canarias, Portugal. Fue verdad, sí, señor, pero sólo entre 1448 y 1450, cuando los portugueses estuvieron en Lanzarote gracias a un tal Maciot de Béthencourt, francés, sobrino de Jean de Béthencourt, quien, habiendo recibido de este tío, primer explorador sistemático del archipiélago, los derechos sobre Lanzarote, los cedió, no sé a cambio de qué, al infante Don Henrique. No duró mucho el dominio: dos años después de haber desembarcado, fuimos puestos fuera de aquí, se dice que por los habitantes. La carta llegó pues atrasada quinientos cincuenta años, pero aún a tiempo de vengarme de otras cartas que recibí, de Francia principalmente, que traían como dirección Lisboa, España...


Los viajes a Londres. Alonso Quesada:
Por esta época del año, los Robainas de la ínsula, oriundos de Tafira o Telde o Arucas suelen darse un viaje a Inglaterra. Los Robainas toman un paquete y con la inocente intención de desrobainarse se meten en el bolsillo una porreada de duros y se van. Pero al mes regresan tan Robainas como se fueron, aunque en el Covent Garden los hayan llamado por unos días mister Robeine...
Los Galindos también se embarcan y vuelven diciéndonos que el jefe de la casa Elder o de Yeoward en Liverpool los denominaban Gueleind. Llegan y aparecen en el muelle diciendo: "Aquello sí son calles, caracho. Por supuesto, cualquiera se aburre." Estos viajes los hacen los Robainas o los Galindos para que los señores Elder o los señores Yeoward los conozcan. Acaso estos señores recibiendo tanto plátano igual hayan sentido deseos de conocer a los tenaces hombres que los envían. Y los Robainas o Galindos se plantan en los Privates ingleses, a menear la cabeza diciendo: Yes.
-¿Cómo está, Mr.? Ha venido V. De Canarias?
-Yes.
-La última partida de sus bananas extra resultó a altos precios en el mercado.
-Yes.
-¿Y, cómo están las cosechas en Canarias?
-Yes.
El inglés sonreirá y Galindo o Robaina, les dirán en pleno español de Camejo:
-¿Trabajando, too el día, eh? Así es como se hacen perras, yes, gurbai...
El inglés continuará sonriendo y entonces los Galindos y los Robainas se tocarán la cachorra, y saldrán del despacho diciendo, al atardecer:
-Gur moni, yes.
Y se meterán en el bar a pedir un cacho de queso.
Todos estos Robainas de los plátanos han estado en Londres . Luego, en la ínsula, hablan de su viaje a Londres y de las dos o tres palabrillas que allí aprendieron, y cuando sus hijos crecen los mandan también a Londres, a estudiar el trote.
Los hijos vuelven con los pies holgados y con yes más que los padres pero traduciendo home rule, por hombre sin educación, hombre de rudas maneras. Un barco inglés con estos Robainas sobre cubierta, camino de Inglaterra, confirma la creencia insular de que la banana es eterna como la gloria e infinita como el mar. (Alonso Quesada)

    Comercio con Gran Bretaña:
    Las relaciones mercantiles con Gran Bretaña [s.XIX] fueron muy importantes; el aumento de las importaciones de carbón galés desbancaría a las textiles; sin embargo, otros productos (abonos, jabón, objetos metálicos, etc), seguían comercializándose en Tenerife, así como la importación selectiva de papas de semillas, las conocidas por su denominación inglesa: Up to date, King Edward y Royal Kidney, hizo que se destinase el 20% de la producción, la llamada veranera, al mercado británico.


Islas muy parecidas:
Aconteció durante el cierre del Canal de Suez. Días gloriosos para el puerto de Santa Cruz de Tenerife, cuando los barcos llegaban en avalanchas. Todo el personal portuario, Consignatarios, Prácticos, Amarradores, Encargados del suministro de CEPSA... No dábamos abasto por mucho que nos esforzáramos. Por otra parte, en aquel entonces todavía no disponíamos de VHF ni de ningún otro medio de comunicación tierra-barco y viceversa que no fuera la presencia personal e intransferible. Una mañana, estando yo de guardia como Práctico, ví cómo un candray se acercaba al puerto con la "G" izada. Me dirigí hacia él y cuando estuve a suficiente distancia pude leer su nombre (Pam) y bandera panameña. No figuraba en la previsión de llegadas para ese día. Por la escala de Práctico que ya tenía dispuesta embarqué. Cuando subí al puente me encontré con su Capitán, todo un personaje tópico de película americana. Una especie de Humphrey Bogart; pero tirando a gordo. Vestía una camiseta sucia, sudada y con más de un agujero. Para rematar tan pintoresca figura, por ramas de laurel podía leerse CAPTAIN. Después de saludarle le expliqué que no teníamos noticia alguna de su llegada por lo que, de momento, habría de fondear. Se mostró muy sorprendido por lo que le decía y me aseguró que hacía más de 24 horas que había puesto un radio a su Consignatario (Cory) dándole su ETA. Precisamente en aquel momento pasaba una falúa en la que iba D.Manuel Sánchez Lasso, empleado de Cory. Le hice señas de que se acercara y cuando lo tuve a la voz le pedí que embarcara, ya que aquel barco venía, como ya he dicho, a su consignación. Una vez llegado al puente le presenté a su Captain quien, a su requerimiento le mostró copia del radio dirigido a ... ¡Cory Las Palmas! Cuando le hicimos ver a nuestro personaje que se había equivocado de isla, no pareció mostrarse demasiado sorprendido. Le señalamos dónde estaba la isla de Gran Canaria, que aquel día se veía bastante bien, desembarcamos, viró... y se fue. (Capitán Ricardo Génova Araujo, ex-Práctico de S.C. de Tenerife)


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