MAR
Costas



La plataforma litoral:
Acantilados:
La acción del oleaje, actuando de modo continuo, con mayor o menor intensidad sobre la base de los acantilados, termina por demolerlos. En los que se elevan verticalmente la erosión de las aguas llega a producir una socavadura muy desarrollada si las corrientes y mareas son importantes y las costas abiertas. La socavadura suele ser doble, una muy pronunciada que corresponde a los niveles de las aguas de las mareas muertas, y otra, menos profunda y algo más elevada, producida por la acción del oleaje durante los días de mareas vivas. El retroceso del acantilado no puede ser uniforme, pues las rocas que lo constituyen tienen una dureza variable y el oleaje llega con distinta fuerza a las distintas partes. Se forman salientes y pequeños cabos donde los materiales son más duros. Cuando estos accidentes se van aislando dan lugar primero a pequeñas penínsulas y más tarde a islotes que con el tiempo pierden tamaño hasta quedar reducidos a escollos casi o totalmente recubiertos por el mar.

Costas recortadas:
En las costas constituidas de materiales poco compactos, como las morrénicas, o muy uniformes en cuanto a naturaleza y resistencia, el mar regulariza el perfil haciendo retroceder en general la orilla. En costas formadas por rocas duras y estructura diferenciada el mar ejerce una acción irregularizadora en la primera etapa de la evolución del litoral. Se forman promontorios cuando las olas atacan las rocas blandas que rodean a una estructura dura durante las etapas en que la erosión avanza de forma irregular. Durante esta etapa inicial la erosión tiende a producir entrantes y salientes. En la bahía d'Audierne, en la Bretaña, pueden apreciarse desigualdades extremas debido a que las diferencias litológicas son muy acusadas. Cuando los entrantes penetran mucho tierra adentro las olas se ven frenadas a su paso por la bahía y su acción erosiva se ve reducida. En la costa de skiärs en las cercanías de Estocolmo las aguas y tierras se mezclan de forma confusa formando caprichosos recodos. Son costas resultado de la depresión que produjo en Escandinavia el paso del casquete polar. El mar avanzó por la llanura semihundida que se produjo dejando canales, pequeñas islas y bajos promontorios.

Cascadas en la costa:
Una consecuencia del retroceso de los acantilados es la de que queden cortados los accidentes topográficos de las zonas inmediatas a la línea de la costa, y en particular, las pequeñas vallonadas excavadas por la acción de los arroyos. El nivel de base de dichas corrientes se encontraría, primitivamente, al nivel del mar; pero al retroceder el acantilado con mayor velocidad que el ahondamiento producido por los arroyos en su cauce, el perfil de equilibrio de los valles no puede llegar a completarse, y sus aguas, al llegar a la línea de costa, caen formando cascada. La acción erosiva del mar da lugar, en este caso, a la formación de valles suspendidos.

Costa rocosa Playa Fiordo

Fiordos:
Si la región costera, en lugar de haber sido erosionada por los ríos, lo fue en otras épocas por extensas lenguas glaciares que descendieron hasta el nivel del mar, presenta en la actualidad, una vez desaparecidos los hielos, valles abruptos, con forma característica de U. Si debido a un movimiento de inmersión de las tierras el mar ha penetrado en ellos de igual modo a como lo hizo en las costas de Bretaña y Galicia, se originan los fiordos, rías de tipo especial, muy profundas y laberínticas. A diferencia de las rías, los fiordos presentan sus orillas acantiladas, elevadas a veces sobre las aguas centenares de metros, y se prolongan igualmente bajo el mar a profundidades muy grandes. El fiordo de Sogne, de más de 150 kilómetros de desarrollo, así como el fiordo Hardanger, de más de 100 kilómetros, ambos en Noruega, figuran entre los más característicos. Por el desarrollo de los fiordos, son también típicas las costas de Islandia, Groenlandia, Alaska, península del Labrador, gran parte de la isla de Terranova y las costas pacíficas de Patagonia y Tierra del Fuego. La extensión de las costas con fiordos puede evaluarse en unos 30.000 kilómetros. Como es natural, la forma de los fiordos cambia en las mencionadas regiones según la topografía y la constitución del territorio. En las regiones de terrenos sedimentarios, formados por capas horizontales, los fiordos son muy anchos y poco ramificados, como sucede en Noruega septentrional y en la bahía de Disko, en Groenlandia. En los países formados por rocas eruptivas, tales como el granito, aparecen, en cambio, muy estrechos, como en Noruega meridional, y se bifurcan en su fin en gran número de brazos. De ellos nos brinda también ejemplos muy típicos la península del Labrador. En el golfo de San Lorenzo, los bancos de Terranova y de Nueva Escocia y en el golfo del Maine, los fondos están marcados por los canales glaciares y los depósitos morrénicos.


Fondo Batimetría. Canarias Batimetría. Borde abrupto Fondo

El relieve de la plataforma continental:
En ella existen verdaderas alineaciones de lomas y montículos, que no son otra cosa que la prolongación de las alineaciones montuosas de la Tierra. Alcanza hasta 200 metros. Sus partes más elevadas originan, a veces, islas alineadas o agrupadas que forman archipiélagos. En ocasiones los valles terrestres se prolongan bajo el mar y a gran distancia de la costa, como ocurre con el valle del Indo; con el profundo surco denominado "goul" del cabo Bretón, algo al norte de Bayona, y que podría ser la prolongación bajo las aguas del antiguo valle de Adour; y con la prolongación submarina de las rías gallegas o de los fiordos noruegos. La plataforma continental está muy desarrollada en donde las tierras que rodean al mar son llanas o poco elevadas; y por el contrario, es reducida en las zonas en que la línea de costa es paralela y próxima a los relieves montañosos del interior. Un ejemplo del primer caso es la plataforma que se extiende por todo el mar del Norte; la que ocupa el espacio comprendido entre Indochina y la península de Malaca y las grandes islas de Borneo, Java y Sumatra, o la que existe entre el norte de Australia y las costas meridionales de Nueva Guinea. En el segundo caso figuran las costas del Cantábrico, costas de Chile y Perú, y las del oeste del archipiélago japonés. Durante la segunda mitad del siglo XIX surgió la necesidad del tendido de cables transoceánicos y se inició el sondeo a grandes profundidades. Hasta entonces los trabajos hidrográficos se limitaban a zonas de escasa profundidad para confeccionar cartas que evitar peligros a la navegación.


Efectos del cambio de nivel del Cuaternario:
El actual relieve costero se debe en gran parte a la geomorfología alcanzada durante las grandes regresiones cuaternarias ligadas a las glaciaciones continentales [que supusieron diferencias de nivel de las aguas de 120 a 180 metros]. La última transgresión debida a la fusión de los últimos islandis trajo consigo la inundación de gran parte de los valles de las costas rocosas, lo que dio lugar a grandes estuarios remontados por el mar y formó profundos y sinuosos golfos sobre el trazado de antiguos valles fluviales (rías) o glaciares (fiordos). En las costas arenosas la edificación de cordones litorales ligados al nuevo nivel marino ha originado con frecuencia riberas en las que grandes albuferas separan el cordón litoral de la orilla continental.(François Doumenge, alumno de André Guilcher)


Daños del turismo en la costa:
Filipinas ha anunciado el cierre a los foráneos durante seis meses de la isla de Boracay, uno de los mayores destinos vacacionales del archipiélago. Las autoridades habían advertido de que las aguas de esta pequeña y abarrotada isla con sus playas de arena blanca se habían convertido en una “fosa séptica”. Tailandia cerró a los visitantes hace dos años, por un tiempo indefinido, Koh Tachai, en el mar de Andamán, para proteger los corales, la flora y la fauna de uno de los destinos de buceo más espectaculares. Al reclamo de este atractivo, las aglomeraciones han degradado de forma progresiva los recursos naturales. En Nepal cunde la preocupación por las montañas de basura que se acumulan en el Everest. El país ha lanzado una macrocampaña para recoger más de 90.000 kilos de desechos que se acumulan en el estercolero más alto del mundo, pese a que desde hace cuatro años se obliga a los expedicionarios que escalan el coloso del Himalaya a regresar con ocho kilos extra de desperdicios. El mal de la masificación ha llegado también a la playa de As Catedrais, en Lugo, donde una mujer de 25 años murió en Semana Santa por el desprendimiento de una roca mientras contemplaba el paisaje. La invasión de los visitantes está acelerando la destrucción del acantilado labrado hace 135.000 años. Dicen los expertos que, más que la erosión, el gran peligro son los visitantes, de modo que han limitado el aforo máximo diario a 4.812 personas. También las islas Cíes, en Pontevedra, sufren los efectos malignos de las aglomeraciones. Para controlar el desembarco de curiosos, la Xunta ha optado por conceder permisos personales e intransferibles a los 2.000 visitantes diarios que pueden acceder a ese idílico paraje. Poner numerus clausus a lugares especialmente sensibles es una medida frustrante para los turistas, pero necesaria si se quiere preservar el patrimonio natural. Las cuevas de Altamira son el mejor ejemplo. Durante años han estado vedadas a los curiosos y solo los científicos han podido entrar en este frágil tesoro del Paleolítico. Todo apuntaba a que la presencia de seres humanos estaba poniendo en peligro las pinturas rupestres. En 2102 se puso en marcha un riguroso programa de visitas controladas para evaluar el impacto de las personas en el interior de la gruta.(Rosario G.Gómez 24/04/2018)

Concentración de la población española:
El interior del país se desertiza poco a poco, las regiones de la periferia y de los dos archipiélagos crecen a ritmo vertiginoso aumentando la distancia entre uno y otro territorio. El rojo con que se pinta la pérdida de población (que contrasta con el verde de las regiones que ven aumentar la suya) delata una desigualdad que afecta especialmente a las que desde hace ya tiempo pierden habitantes y entre las que se cuentan más de la mitad. Son esa lista negra que integran Extremadura y las dos Castillas junto con Aragón, Asturias y León (estas dos últimas en caída libre tras el desmoronamiento de su principal pilar económico a lo largo del siglo XX, la minería, sin que se haya sustituido por otro), y que completan las provincias interiores de Galicia y Andalucía, salvo Sevilla, también afectadas, al contrario que sus hermanas costeras, por el virus de un mal que amenaza con desertizarlas, sino del todo, sí en su gran parte. Incluso las capitales de algunas de esas provincias pierden población, como les sucede a León, a Ávila o a Zamora. (Julio Llamazares, 2018)


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