DOCUMENTOS
Cartas dispersas. José Guillermo Anjel R.



Cartas dispersas: Personajes de ficción: José Guillermo Anjel R.:

13. A SANCHO:
Recordado y tantas veces emulado, Sancho. Emulado (o copiado o igualado) por aquello de que la realidad hay que sentirla cada tanto, sobre todo cuando las cosas que percibimos (las que sentimos y pareciera que entendemos) dejan de ser lo que son para ser convertidas en invenciones por alguno que está loco o sumamente asustado. Y como ese que inventa quiere que su invención sea real, entonces busca a otros que crean lo que él cree para que así lo inventado se convierta en realidad. Sabemos, Sancho, que la realidad se construye entre dos o más que admiten lo mismo o al menos que lleguen a un acuerdo sobre eso que está ahí (como decía Ortega). Claro que hoy pasa algo peor: la realidad no se discute sino que se impone por la tele.

Amigo Sancho, hubo muchas contingencias entre usted y don Quijote, porque las más de las veces estuvo en desacuerdo con su vecino manchego. Y esto, antes que un mal, resultó algo bueno, porque dos que son iguales no se aportan nada. Como sostiene Hannah Arendt, sólo en la diversidad y el desacuerdo hay un principio de conciencia, porque sólo ante el otro yo sé qué me gusta o qué me disgusta, qué soy o qué no soy. Y a partir de esto que me diferencia, llego a la necesidad de elaborar un acuerdo con el otro, donde nos damos un espacio para la discusión acerca de lo que nos opone. Y es en esa discusión donde nos topamos con lo que nos iguala.

Usted fue un hombre de discusiones, Sancho. Basta leer las que tuvo con Teresa, su mujer, y después con don Alonso Quijano. Las primeras, sobre cosas terrenas (la canasta familiar y otros deberes matrimoniales), las segundas sobre el comportamiento berkeliano de su vecino don Quijote. Y de discutir esto llegó a la conclusión de que uno no puede existir sin el otro, de que si no hay opuesto el mundo carece de sentido (como sostenía también Jacobo Bohême). Y no sé si la panza haya tenido que ver en esto. Se sabe, por Freud, que el ejercicio de las tripas tiene mucho que ver en el entendimiento del mundo. En fin, Sancho, mis respetos: usted siempre se opuso a ser un clon.

16. A DRÁCULA:
Estimado y desacreditado conde (sobre todo cuando lo convierten en Vlad Tepes, el empalador), creí, hasta el momento, que usted era de los pocos que se ganaban la vida actuando desde la oscuridad. Pero no es así. Ahora son muchos sus seguidores, pero no en calidad de vampiros románticos y fotofóbicos, capaces de todo por un enamoramiento (aún de cargar su ataúd, como en la versión cinematográfica de Murnau). No, no son vampiros enamorados de los que hablo sino de gente que convierte lo claro en oscuro confundiéndolo todo para, de esta manera, chupar razón y vivir de esa confusión que crean. Basta ver cuando sale un decreto o se discute un método, cuando hay una idea clara que se debate o al momento de hacer una pregunta.

La oscuridad, amigo Drácula, la que se teje en la palabrería retórica de los nuevos léxicos, abundantes en el decir y muy secos en el hacer, cubre ahora el mundo de lo razonable. Así, un huevo, en este mundo de la nueva noche foucault-lacaniana o derrida-bacheleriana (autores vampirizados por sus seguidores), no es un huevo sino un algo (lo que sobrepasa el sentido de la cosa y al sobrepasarla la desdibuja) en el espacio que se junta y se expande y, al mismo tiempo, es y no es. Vista así la situación, el huevo de todos los días, ese del desayuno y legitimidad de la gallina, es un monstruo. Y algo peor, una palabra sólo para especialistas. En esta nueva oscuridad, no sabemos qué nos comemos ni qué entendemos, a menos que evitemos preguntar qué es un huevo.

La oscuridad, vencida hoy por la energía eléctrica y, creíamos, por la enciclopedia, anida en los supuestos intelectos mayores, que en lugar de aclarar se dedican a confundir (o como decía Pedro Abelardo, a explicar lo que no entienden). Y a vivir de esa confusión. Entonces, amigo Drácula, la noche romántica, la que Coppola convierte en cine, ya no es la suya (la del amor y las ansias) sino una estructura complejizada donde usted no es el que es sino que ha sido convertido en una referencia, en un sujeto de análisis, en una palabra confusa etc. Drácula, a usted lo ha matado el vampiro mayor.

21. A TARZAN:
Querido, hombre mono. O criado por los monos y por eso gran conocedor de la selva, los bejucos y los pantanos, las tierras brumosas y los reinos escondidos. En otras palabras y recurriendo a la metáfora, transeúnte de los códigos civiles y penales de tantos países del tercer mundo donde nunca se podan los árboles de la ley sino que se los deja crecer lujuriosos y promiscuos conformando vorágines espesas donde abundan toda clase de sorpresas y sobresaltos. Es que donde menos se espera, hay ciénagas y arenas movedizas, animales hambrientos y humedades que crían la más variada fauna de seres que, como concluía el padre Joseph Acosta, nunca estuvieron en el arca de Noé y por eso, necesariamente, debían ser catalogados en la especie de los demonios.

Mendes France, el famoso pensador y político francés, decía que cada tanto debía podarse el árbol de la ley para que éste se mantuviera lozano y claro, es decir, que el árbol de los derechos y los deberes, tendría estar siempre visible y analizable para que de esta manera supiéramos cómo usar la savia y sabiduría de esta estructura de derecho que, como el Etz Jaim de la Kabalá, representa el árbol de la vida y la mejor manera de vivirla. Ya un modelo de ese árbol del conocimiento, del que se desprendían leyes claras, tuvo su prototipo en el Paraíso. Pero, como sabe usted Tarzán, hombre mono, en las selvas húmedas los árboles son difíciles de podar porque, en estos espacios, con dos gotas de agua crece cualquier cosa. Y no solamente crece sino que se enreda y cría otras plantas que hacer perder el Norte y a la par cubren lo hay que ver para no perderse de camino. Así, en esta ecología desordenada, todo es posible.

Tarzán, amigo mío, qué bueno sería conocer sus tácticas para ir de árbol en árbol pegado de un bejuco, no saltando como loco sino sabiendo dónde ir. Y gritando cada tanto para espantar peligros o al menos ejercer la soberanía que corresponde a quien avanza. Grito que amplía el pecho y perfecciona el olfato. Claro que en la selva urbana y de códigos, esto no debe ser fácil. Sobre todo cuando el que huele se intoxica.

24. A NADIE:
Querido Nadie, gente como usted es cada vez más abundante. Parece que su capacidad de multiplicarse supera lo previsto en la teoría de los clones o que se ajusta a la del desprestigiado Malthus, pensador que hoy vuelve a ser muy actual aunque nadie diga nada. Hablar de Malthus implica ver el mundo con índices de escasez cada vez más altos, donde a más nadies (en este caso incluyo nadies con nombres importantes), más posibilidades de llegar rápido al fin del mundo debido a la carestía y a la destrucción (por uso indebido) de los recursos naturales. Diría, entonces, que usted Nadie es un factor de colisión tremendo. O, en otras palabras, es un compulsivo por mantenerse vivo y multiplicándose, lo que implica comerse cada vez más rápido lo que queda de la tierra. Y en esto incluyo no sólo la comida sino el aire, el agua y el espacio mínimo vital.

Pero nadie, puede estar tranquilo. En términos políticos, usted y su crecimiento desmesurado es muy importante. Mientras lo vean en calidad de masa, será un factor económico y social interesante: usted Nadie, está en las proyecciones del mercado de las multinacionales, sean gubernamentales o privadas, que ven el mundo como un gran supermercado repleto de compradores compulsivos que pagan de contado o compran fiado. Importa poco la forma de pago, pues para recuperar la inversión está el FMI o la presencia de los grandes ejércitos armados o financieros, donde ya los nadies se reemplazan con robots (el ideal de un nadie para un tecnócrata) y máquinas identificadoras, para que el mundo se mueva con la razón tecnológica y no con el corazón.

La globalización, Nadie, sólo se entiende con su presencia, pues muchos nadies pueden llegar a pensar y a actuar de acuerdo con los dones del imperio, que ya es una especie de Big Brother que todo lo ordena y define con precisión para que ninguno se mueva de la fila. Así mismo, los nadies convertidos en masa, se transforman en un plato apetitoso para los políticos que buscan votos o que justifican la existencia de una democracia en términos de mayorías que deciden. Qué más da que después no puedan actuar, pues usted, Nadie, como su nombre lo dice, vota pero no está representado. Y de igual manera, se usa a los nadies para tener tema en las conferencias internacionales y en los consejos de seguridad, donde se lee a los nadies como factor de violencia y, por ello, sujetos de invasión o al menos de control, lo que lleva al crecimiento del producto interno bruto de los grandes "protectores".

Amigo Nadie, usted ya no es lo que cantaba Piero. En este mundo de escasez, usted es la legitimación de las cifras, de los proyectos que no se cumplen y del mundo político que busca impuestos y masa para engordar sus propios intereses.

37. A MELQUÍADES:
Apreciado y fantástico Melquíades. Como ya termina el año y poco sabemos del que viene, que en esto de predecir los únicos que se arriesgan son los que hacen uso de las Cuartetas de Nostradamus (textos confusos éstos que, aplicando la ley de caos, permiten ver lo que vendrá, o sea que más que profecías son una cuestión matemática que se vale de la teoría de probabilidades de Laplace), sería bueno hacer un balance sucinto de las cosas que nos trajo éste y que no fueron realmente los diamantes más grandes del mundo ni la caja de dientes ni los aparatos adecuados para entender el cielo. Es que el mundo ya no está por fuera de Macondo ni en el exterior se cuecen habas que nosotros ya no tengamos calientes en la boca.

Este año, Melquíades, nos trajo la incoherencia en la que anda el Banco Mundial, que amenaza y asesora, pero recula cuando le dan la cara para decirle que no le pagan. Lo extraño es que muchos le hagan caso a gente así, que vive de predicar cómo aguantar hambre. También nos trajo los tambores de guerra que hacen sonarlos dirigentes norteamericanos para ver si así ese país produce más (imagino que armamentos) y gasta lo que gana en cosas que realmente no necesita. Es increíble que una racionalización del consumismo esté acabado con una economía. Y también trajo una supuesta clonación de una descendiente de extraterrestres.

Melquíades, amigo mío, además de los conflictos eternos y la paradoja de salario mínimo, de las demencias políticas y la confusión legitimada que siempre han movido este mundo, el año no trajo nada especial, siempre y cuando no hablemos de contaminación ambiental y moral. Y de gente que habla con D’s y le conoce el nombre y por eso espera el fin, refutando así, al menos por medio del deseo, a Lavoiser. Melquíades, gitano encantador, los días de los asombros han pasado. Ya, debido a la comunicación y a la devaluación, nada es nuevo. Y si algo lo es, hay que mirar con sospecha: hay que ver cómo sacan "novedades" del mercado de las pulgas.

41. A UN HINCHA:
Querido y alborotado hincha del DIM, hoy podría ser el día más especial de su vida, algo como la salida de Egipto de los judíos o la liberación de Auschwitz por parte del ejército rojo. Cuarenta y cinco años esperando el título de campeón son más que el promedio de vida en algunos países africanos y, utilizando los rangos sociológicos, son dos generaciones de individuos esperantes y pacientes, forjados en la ilusión y el desengaño, la alegría incierta y momentánea y el dolor que se recibe de frente, como aquel Cambrone el de Los Miserables, que le puso el pecho a un cañón porque el honor era más importante que la rendición. Bueno, es difícil expresar lo que es este domingo para usted, amigo hincha del DIM.

El fútbol, como bien lo han aclarado Albert Camus en La peste, Augusto Roa Bastos en ese cuento maravilloso que se llama El krack y Oswaldo Soriano y Javier Marías en múltiples crónicas, es algo más que una mera pasión (estoy hablando de ese fútbol que tiene hinchas creyentes en su equipo y con fe en mantener alto el honor, hinchas que no se tuercen y asisten a lo que sea, así sea a un cuatro a cero en contra). Y es que como sostiene Gershon Scholem, que sabía más de kabaláh que de fútbol, una pasión que se vive y donde la noción del error (del dolor) se convierte en certeza, deja de ser una pasión y se convierte en una virtud, en el ensayo-error popperiasno que sabe que la posible verdad podría ser una mentira. Y esta es la grandeza de usted, hincha del DIM, que si se hace una ilusión, también se hace una contra-ilusión. No hay triunfalismos sino un parto complicado.

Hace 70 años, un equipo de fútbol de un campo de concentración, conformado por jugadores judíos del Dinamo de Kiev, se enfrentó a otro integrado por miembros de las SS. Su tarea era jugar y dejarse ganar. Pero no se dejaron ganar y esto les valió el fusilamiento. Fue cuestión de honor. El ejercicio de la pasión-virtud donde se asume la derrota o el triunfo sin más pretensiones que ser la vida. Ánimo DIM.

62. A DÉDALO:
Admirado y asombroso Dédalo, quizás haya sido usted el primer técnico e ingeniero de la historia (o al menos de la leyenda) y esto ya es aval suficiente para escribirle. Es que en los días que corren, las artes desaparecen y son reemplazadas por la palabrería histérica y boba. Quizás todo se deba al efecto invernadero y a que no todos los maquillajes funcionan. Pero no es del caso hablar de gente fea y de mal hablar sino de cómo los oficios son despreciados y, como consecuencia de no querer ser más homo faber, las manos (Kant decía que eran el filo del cerebro) son tiesas y enfermizas y no ya esas herramientas maravillosas con las que construimos el mundo. Seguro que por esto (por no usar las manos) vemos más rabias, paranoias y obsesiones.

Dédalo, a usted se le debe el laberinto donde Pasifae, la Mujer de Minos el cretense, guardó el nefando fruto de su zoofilia, el Minotauro. También hizo usted el primer vuelo, dice el mito, desde Grecia hasta Italia y el Norte de África, acompañado de su hijo Ícaro, a quien el sol derretiría la cera de las alas para castigarle su soberbia. Así mismo se cuenta que un sobrino suyo, Talo, inventó la sierra y el compás, herramientas éstas de mucha utilidad. Pero, como le decía, esto de los oficios decrece en credibilidad y le damos más valor a la palabrería que confunde, mal interpreta y carcome como la broma en los cascos de los galeones..

Antes un hombre digno tenía un arte (Baruj Spinoza, pulía lentes) y como consecuencia de sentirse útil hablaba, proponía y hacía. En la Torá (el Pentateuco) se lee que se debe tener un oficio y que saberlo es lo que le da sentido al entendimiento y a D’s. Lo mismo creía José Martí, cuando decía que un hombre sólo se siente útil cuando ha construido algo con sus manos. Pero, en nuestros días, el hacer significa poco y, como en la utopía de Paul Lafargué, hemos dejado a un lado el trabajo manual para, presuntamente, pensar. Sólo que lo que pensamos es tan confuso y desordenado que dan ganas de cubrirse los ojos y las orejas. Pero las manos no obedecen.

68. A BATMAN:
Recordado Batman, usted fue uno de esos que con sus aventuras y vehículos en forma de murciélago marcó los días de infancia. Y como uno es la resultante de esos días, no temo ni me avergüenza decir que en ocasiones veo lo que sucede tomando como referencia su mundo de sótanos computarizadas y a ciudad gótica: gobernantes ineptos, bandidos con cara de payaso o disfraz de pingüino, gente enmascarada y delitos con más carga de fantasía que de realidad. Así que, amigo Batman, vivimos una situación de cómic y más ahora que organismos como la CIA antes que agentes de inteligencia lo que parece que tiene son escritores de ficción. O, para estar más en la actualidad de EEUU, periodistas que en lugar de informar inventan.

Recuerdo a su mayordomo, Batman, que, además de estar atento al buen uso de la tecnología y dando más importancia a los asuntos de Estado que a su extraña relación con Robin, se dedicaba al estudio minucioso de los acontecimientos y le servía a usted de conciencia crítica y de mecánico. De lo contrario, usted habría acabado en las garras de Gatúbela, esa seductora que contagiaba de traición. Pero no es el caso de mujeres disfrazadas (fetichistas) lo que me ocupa sino lo gótica que se ha convertido la Casa Blanca. Míster Bush jr, como cualquier personaje de cómic, se asombra de que le hayan mentido. Y patalea y pone cara de inocencia.

En el mundo suyo, Batman (personalidad secreta de Ricardo Tapias, según editorial Novaro), los malos son de circo y los científicos locos. Y como de gente así es difícil confiar, hay que inventarles historias, atacarlos con toda la técnica y después dejar que escapen. Es para que no se pierda la audiencia de la próxima revista. Acción, misterio, clímax, es el viejo truco de los folletineros. Mientras tanto, se perfeccionan las máscaras, los sistemas de navegación, los sumarios etc. Todo para una gran aventura y, en su caso, para una nueva acción de carnaval. Y mucha onomatopeya: ¡sock, blam, trash, crack!. -¿Dónde estás Robin?, ¡pluck, bang!, -¡aquí, Batman!.

71. A SUPERMAN:
Recordado Clark, ante el descrédito de la política convencional, la gente comienza a votar por gente inusual, venga ésta de la farándula, el cine de violencia, las tiras cómicas o de algún prototipo fabulario narrado en El libro de las maravillas del abate Mandeville. Es como si ante la carencia de terrestres con propuestas civiles viables la opción fuera decidirse por extraterrestres inflados a punta de anabólicos y esteroides. Y esto es maravilloso para usted, Clark, que proviene de Kriptón, tiene visión de rayos equis y es capaz de enfrentar solo a una banda de malos-malos. Y que sale volando si la cosa se complica. Total, usted debe convertirse en candidato a ver si encuentra, con su vista telescópica, la solución a lo que pasa.

Clark, por lo visto, ya lo único que nos salvaría del caos institucional que vivimos es la fábula, el símbolo desmesurado del poder y la ficción que, al ser eso (algo que no existe), no frustra o al menos no molesta si no funciona bien. Hoy se le apunta al superhéroe, como ha pasado en California con el amigo Arnold, que se ha ganado la vida a punto de músculo, mordiscos y saltos desde pisos altos. Y que con ese apellido Schwarzenegger (que traduciría negro-negro) más parece alguno de los pillos que le amargan la vida a Dick Tracy. Pero que ha ganado muy por encima de sus oponentes y es posible que gobierne partiendo ladrillos con el codo.

La democracia lo permite todo, amigo Clark Kent. Por eso, decídase y láncese al estrado público. O al menos salga de la cabina telefónica, donde usted tan misteriosamente se viste y desviste (¿es exhibicionista?), y haga una propuesta política como casarse con Luisa Lane o ponerle una peluca a Lex Luthor. O simplemente coma pistachos a supervelocidad, que ese ruido también lo pueden tomar los analistas posmodernos como un plan de gobierno hermenéutico y metafonémico. Es la hora del héroe de revistas de cómics, del duro de matar, de los hombres que desarrollan movimientos supersónicos y que toman una razón y la vuelven polvo. Vuele.

72. A PULCHINELLA:
Teatrero y renovado Pulchinella (o Polichinela, como quiera), vuelve usted a hacer de las suyas en la Commedia dell’Arte, donde tan bien nos vemos representados ahora. En esta forma popular de comedia, donde abundaron las farsas, los artistas ambulantes y acróbatas, usted representó la crueldad de un niño malcriado, las ideas vulgares y la lascivia del libertino, cosas que le sentaron bien a su figura deforme y barriguda. Y con usted actuaron Pierrot (alías Pedrolino), sirviente torpe y de pocas luces, y Arlequín, ese bufón astuto, oportunista y avaro que vivió de meterse donde comían bien y de engañar señoras. Y que como oportunista, un experto usaría la palabra coyuntural, aparece representado en otras formas más elegantes y hasta llorando.

Pero aquí no para la cosa, Pulchinella, porque en esa comedia donde usted hace de las suyas a la par que otros intentan esconderse dentro de sus propias ropas, como Pantaleón que trataba de rebajarse la edad vestido de turco, aparece el Doctor con sus frases pedantes, sugiriendo remedios para males imaginarios y legitimando el sin sentido con palabrejas extrañas y en medio de una corte de gente enmascarada que dice a todo que sí y se divierte y vive de eso, sino arrodillada, si al menos haciéndose la que entiende. Y en este punto es donde la Comedia del arte llega a su punto más interesante: Todos aplauden y en medio del barullo pescan lo que pueden.

Pulchinella, sabemos que la arrogancia y la estulticia tienen su estatus y más cuando se ejerce desde el poder ordenando trabajos en vano y creando comités que se fundamentan en otros comités y así ad infinitud, en un juego de informes que no llegan a nada y que gastan papel y tiempo y al final se quedan en veremos porque el camino era otro, por lo común el de la reversa. Y en esta Commedia dell’Arte, aparece Colombina, ser andrógino que muestra su ingenio y encanto en un mundo avaro, simplón y en constante malentendido. Claro que Colombina va a parar a la luna y allí se queda, no se sabe si con el cerebro borrado o con las neuronas en estado criogénico.

77. A PROMETEO:
Recordado Prometeo, no sé si todavía su hígado siga siendo roído diariamente por dos buitres (otros dicen que dos águilas) como castigo, entre otros, por haber dado el fuego a los hombres. Según la mitología griega, usted fue atado a una piedra de las montañas del Cáucaso, tierras de por si ventosas y cargadoras de muchos gritos y allí, como Ladrillo el del tango, sigue sumido en la incertidumbre de cuándo terminará todo. Pero el motivo de ésta no es acompañarlo en su dolor y soledad (y eternidad de su juicio y sumario) sino hablar de los males que usted mismo se provocó y, como consecuencia, legitiman o al menos explican el estado en el que se encuentra. Y en el que se encuentran muchos que trataron de emularlo y hoy lloran igual.

Usted Prometeo, que según el mito heleno creó a los hombres, fue uno de los primeros traidores de los que da cuenta la historia. Presintiendo que Zeus (Theos, de donde viene la palabra Dios) iba a vencer a los titanes, usted se pasó al lado del dios principal del Olimpo y no se hizo ascos para traicionar a Atlas, su propio hermano, que terminó sosteniendo el mundo sobre sus espaldas. Luego, quizás porque le sacó gusto a esto de traicionar, traicionó al mismo Zeus y provocó que éste creara a Pandora y la dotara con una temible caja cargada de vejez, enfermedades, locuras, vicios y pasiones, que al fin abrió Epimeteo, otro hermano suyo, para peste sobre la tierra.

Vivimos tiempos escatológicos, pero no como castigo de D-s sino como consecuencia de los que se parecen a usted, Prometeo, que usan el fuego (la ilustración, en términos metafóricos) como anzuelo y, cuando se apaga (sea a causa de algún referendo o cosa similar) provocan una estampida de todos los males y la aparición de Pan que, con sus chillidos, genera pánico o al menos susto. De esta manera no se dan explicaciones ni se admiten errores y a la vez cunden las traiciones y por todos lados lloran las plañideras. Y no sé, amigo Prometeo, si esto sea tragedia o comedia. Nos hemos vuelto gente de mito y de deus ex machina.

81. A CRUSOE:
Querido Robinson, en estos días de canibalismo (del ilustrado y de ese otro que exige mordiscos) lo he pensado mucho. Recuerdo que usted rescató a Viernes, su compañero de novela, de una isla donde lo iban a devorar unos caníbales, personajes no tan extraños y exóticos como se piensa. Marco Polo habló de caníbales que poblaban la ruta del Tibet a Sumatra y que sufrían de Kuru, enfermedad neuro-degenerativa descubierta siglos después entre los antropófagos de Nueva Guinea. También se supo que había caníbales entre los Tupinambá, etnia brasilera que no tuvo ningún reparo en comer congéneres delante de Hans Staden, mercenario al servicio de Portugal, que seguramente probó carne humana para que no se lo comieran a él.

En la historia, el cine y la literatura, Robinson, abunda el canibalismo: ¿Recuera a Aníbal "el caníbal" Lecter, que tan bien interpretó Anthony Hopkins en El silencio de los inocentes? Bueno, por la actuación se ganó un Oscar, premiando así el canibalismo moderno y la cara asustada de Jody Foster. En Norteamérica, los indios Tonkawa, cuando no comían bisontes mordían vecinos. Y podríamos seguir: Hermann Melville, el autor de Moby Dick, sostuvo haber vivido un mes entre los caníbales de las islas Marquesas. Sobrevivió, seguramente, porque su carne era dura y fría, tal como se puede apreciar en su fotografía. Además tenía mucho pelo.

Pero lo que asusta, querido Robinson Crusoe no es el pasado caníbal de algunos primitivos (entre ellos el ex-boxeador y dictador Idí Amín Dadá) sino que el canibalismo se está presentando ahora en países desarrollados, donde hay quien se presta para que se la coman vivo, como sucedió en Alemania recientemente. ¿Es la enfermedad de Creutzfelt-Jakob (la de las vacas locas) que está haciendo estragos? ¿Es la soledad del hombre urbano que, encerrado en la virtualidad, concibe crímenes y suicidios asquerosos? No sabemos, Robinson. Lo que si es evidente es que cada vez hay más gente que come plata ajena. Y por algo se empieza.

86. A POIROT:
Apreciado y admirado Hércules, a pesar de que usted es una invención de Agatha Christie, un personaje de novela y cuento y esto lo sitúa entre esa gente que no existe sino que se desea, para como está el mundo su presencia es de las que llamaría de primera fila. Y no porque estemos viviendo un gran espectáculo sino porque se reiría mucho con lo que pasa. Según la escritora inglesa, usted reía siempre de manera cínica, atusándose el mostacho (le moustache) y pendiente de que las puntas no hubieran caído un milímetro. Y en esa risa se habría preocupado también por el estado del vestido, la posición de las manos y haber levantado correctamente la ceja. De esa manera su risa habría tenido clase y no hubiera sido en vano. Ya se sabe: la elegancia.

Y si bien usted no fue un hombre de cabaret, como Raffles, su figura si lo era. No sé si fue intención de Agatha Christie crearle una figura muy parecida a la de un hombre de la noche y el vicio, lo que para sus investigaciones y deducciones no venía mal. A fin de cuentas un investigador privado necesita parecer un elemento extraño para ser creíble: de esa manera es factible todo lo que le pasa. Pero, querido Hércules, no me burlo de usted y sus manías, entre ellas las de mezclar el inglés con el francés belga, sino que sería muy conveniente que usted opinara sobre lo que sucede cuando a los grandes no se los investiga sino que se los deja hacer lo que les da la gana.

Esto de la investigación criminal en el mundo del cuello blanco político (Raffles lo tenía muy claro), es una situación más de novela que de prontuarios a los que se les sigue la pista. Los únicos sujetos de juicio (hayan pruebas o no) son esos vencidos que han recibido balota negra entre los suyos y ya no pueden recurrir a nadie porque sus socios han comenzado a sufrir escabrosamente de amnesia. Y este es el espectáculo, Hércules Poirot, un montón de gente (no diría que importante pero si influyente), haciendo de las suyas en el poder, la economía y la tecnociencia. Y luego creando un cabaret como el de los nazis: un sitio para olvidar tanta suciedad.

98. A MOMO:
Querido, divertido y bailarín rey del carnaval, las trompetas suenan y se levanta la copa en honor a lo que sea. Y si no hay copa, entonces la celebración se hace encendiendo los televisores en la madrugada La magia de las fiestas báquicas (que podrían ser bacanales, carnestolendas o meros exorcismos a la figura del diablo) no es otra cosa que darle valor a sueños, deseos y escapes. Y salir a lucirlos durante determinado tiempo para que la vida no sea tan dura o tan seria. Sabemos querido rey que es necesario sublimar miedos y desviar la atención de aquello que atormenta. Desde los griegos y los sumerios, con sus desbordes y desmedros, lo tenemos claro: hay que darle valor a los mínimos para, por un momento, sentirnos ricos y libres.

Por estos días, querido rey del carnaval, los príncipes se casan con plebeyas y estas noticias incrementan lo dionisiaco que pregonaba Nietzsche : al desorden natural propiciado por la mentira legitimada y las excusas inexcusables de guerras que son infiernos, se le agrega ahora las fiestas de matrimonio de las casas reales en las que algo sin valor de uso (un príncipe bien peinado unido a una mujer del común que luego será una reina de naipe), también hace su reality, que es corto pero tiene la misma intención de esos otros shows en los que unos que posan de aventureros se cuecen al sol y compiten con los peces: seguir con un carnaval ficticio.

Y no es malo, querido rey Momo, que haya fiesta y alienación. A fin de cuentas la realidad, como evidencia, es algo de lo cual hay que escapar cada tanto. Pero, amable rey del carnaval y la fiesta de locos (en la edad media se la llamaba de tontos y burros), lo triste de esto es que nos estamos divirtiendo con ser meros espectadores. Miramos la fiesta, vemos lo que hacen otros, y participamos como fantasmas pasivos, pobres y excluidos. Ni siquiera como el Vadinho de Doña Flor y sus dos maridos, que al menos le sacó partido al estar muerto. Estamos peor: asistiendo a fiestas ajenas en calidad de voyeurs, logrando así los placeres tristes del que está abandonado.

99. A POLIFEMO:
Recordado, mítico y mal herido cíclope, vivimos tiempos de un solo ojo. Pero no de un ojo como el suyo, que le valió para transitar por el mito griego y los viajes de Simbad, mirar el paisaje marino sembrado de trirremes con suculentos marinos a bordo y cuidar de las ovejas que pastaban en su isla hasta que Ulises le quemó el ojo (otras versiones aseguran que hubo más mala leche y se lo atravesó con una estaca que tenía brea encendida en la punta). Un ojo así, de esa calidad y propio de un gaviero, ya no existe. Hablo entonces del ojo solo de nuestros gobernantes, asesores y tanta del común que no sólo tiene un ojo sino una oreja, una mano, un pie, la lengua alborotada y quizás un solo hueco en la nariz. Y mejor no seguir con el inventario.

Cuando yo era un muchachito conocí una versión de D-s representada por un ojo metido dentro de un triángulo. Ya mayor, supe que D-s no mira a nadie, que sólo está presente de manera inefable (sin posibilidad de definición), quizás riéndose de la gente de un ojo, a la cual los alemanes le inventaron el monóculo. Pero esta lente no le sirve a nuestros mono-ójicos que sólo ven en una dirección, oyen una sola cosa y dan (regalan) la única mano mientras se sostienen en un sólo pie. Y así, alucinando, opinan y venden el país en nombre de tratados abusivos que, vistos desde esa única visión, se promueven como maravillosos y no como realmente son: saqueo de recursos naturales.

Por los tiempos de la colonia hubo un tal Juan de la Cosa al que le faltaba una prenda de cada dos. Dice la historia que este señor defendió a Cartagena de ser saqueada por otros piratas como él (o sea que defendió el botín). Y don Juan, como usted Polifemo, tenía un ojo. Es posible que de él desciendan nuestros cíclopes locales, que sólo ven sus intereses, no sueltan lo que tocan y saltan en el mismo punto. Y la oreja, supongo, se les llena de pelos y cera para no escuchar. Pero, bueno, vivimos tiempos de un solo ojo, un pensamiento único legal y un modelo democrático esencial: obedecer para que no nos pase lo de Irak. Vea Ud.

117. A BLOOM:
Querido y por estos días recordado Leopold. En el mundo de la cultura le celebran a usted lo que han llamado el Bloomsday, un día muy posmoderno porque es ficticio pero, para asombro de peatones y gente del común, con una fecha concreta: 16 de junio de 1924 (veinte años antes), o sea que se celebran 100 años de un día que necesitó de un libro completo, Ulises, para contar todo lo que le sucedió a usted y su contraparte, Dédalus, que en realidad fue lo mismo pero desde distintas metáforas. Y este es el encanto de su día Leopold, que fue igual que el día del otro pero contado de manera distinta y recurriendo a las más mínimas y perfectas perversidades y, al mismo tiempo, a la necesidad de estar peligrosamente vivo.

Para los tiempos que vivimos, que tienen más que ver con las excrecencias del cuerpo que con el espíritu (o como diría Tomas Moro, con la ambrosía), un día como el Bloomsday, donde la escritura es un compuesto de poesía, monólogo, novela y deseos de crear un país realmente distinto, debería ser una fiesta al menos mensual y no cada cien años. Y digo que cada treintena por una razón simple: para evaluar constantemente nuestras cochambres, cóleras y borracheras, los monólogos del poder y todo lo que fluye de las cañerías. Así, enfrentando la miseria que producimos y tomando conciencia de la podredumbre, quizás entendamos que nuestro sitio puede ser un lugar mejor y no esta fábula gótica y de continua propaganda-mediática.

Querido Leopoldo Bloom, no es usted extraño a lo que pasa (al menos no tanto como un judío en Irlanda) porque su condición, al igual que la de tantos que no tienen más oportunidad que el deseo, es simplemente una radiografía de la única dignidad que todavía no nos arrebatan: gozar nuestras miserias. Cuando James Joyce lo creó, antes de entrar en la historia universal de la noche, lo hizo de carne en la carne y de espíritu burlón. Y de protesta contra la droga mediática que produce olvidos y permite la cría de tantos huevos de monstruos. (José Guillermo Anjel R | memoanjel2.blogspot.com)

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