HISTORIA
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Fragata Numancia



Fragatas con historia. Por José Miguel Juan-Togores:
[...] Lo más interesante de aquellos momentos fue estarse viviendo en todo el mundo una modificación global en la tecnología naval, tanto en lo relativo a los cambios en la artillería, tipo de cargas, de granadas, de diseño de cañones, etc., como en los sistemas de propulsión, con la aceptación universal del carburante calórico (madera y carbón) que se habría paso con dificultades frente a los tradicionales viento y velas. La gran modificación en la tecnología naval aconteció tras el primer tercio del siglo XIX, y significó un esfuerzo de adaptación de los medios a las condiciones naturales en que se habían de emplear, es decir, resistencia, flexibilidad de materiales, peso, flotabilidad, etc. Aunque la lista es muchísimo más larga, al tener en cuenta la aplicación de estos considerandos para algo más que una simple función de transporte. Es decir que, en lo relativo a unidades de guerra, los factores a analizar eran muchos más, dependiendo no sólo de fenómenos intrínsecos al material sino de las áreas geográficas donde prestarían sus servicios, autonomía según el carburante, distancia entre las bases principales, etc.

Cuando en el mundo entero, las flotas de guerra de todos los países con cierto nivel militar utilizaban como unidad base el buque de línea, es decir, el navío de dos o tres o más cubiertas, en las que armaban entre setenta y ciento veinte cañones, (de treinta y cinco a sesenta por banda), aparejos de full rigger, es decir, con tres palos en que aparejaban velas cuadras, y que empleaban como táctica la formación "en línea de fila", es decir, una línea capaz de efectuar un fuego lateral, intenso y poderoso, con las limitaciones de tratarse de veleros, a muchos de los cuales se les fue adaptando un motor central para mejorar la propulsión y ayudar a las maniobras con las velas. España, tras el desastre de Trafalgar quedó con la flota bastante desorganizada, hasta el punto de contar, a la muerte de Fernando VII, con solamente tres navíos de línea, uno de ellos con ochenta y nueve años en sus costillas. Lo demás era una heterogénea colección de naves de distinto porte, camino y armamento, más difícil de organizar, y que tenía que repartirse en las enormes áreas que de ellas dependían, para la custodia de los restos de colonias, la vigilancia de las emergentes flotas de los países insurrectos, y la contención de los intentos imperialistas de los otros países europeos o de la propia USA, si bien ésta, hasta casi el final del siglo XIX no tuviese manos libres para agredir a España.

Las fragatas de vela:
Fueron una creación técnica puesta en marcha desde el siglo XVII como mercantes, y poco después adaptadas a las flotas de guerra como unidades rápidas de aviso y descubierta, constituyendo las herederas de las unidades de tercera y cuarta clase en las flotas tradicionales británicas, dotadas con un armamento que oscilaba entre 45 y 75 cañones dispuestos en una cubierta principal y en la superior abierta. Su utilidad era tal que Nelson llegó a decir: "Si muriese ahora encontrarían en mi corazón la palabra fragata". A él siempre le parecieron pocas las que ponía a su disposición el Almirantazgo. Con las modificaciones tácticas y de construcción naval iniciadas en el siglo XIX la fragata, seguía unas directrices basadas en las tradicionales, pero con las modificaciones estructurales propias de su época, tratándose de una embarcación mixta, es decir, de vapor y vela, capaz de dar alrededor de doce nudos de velocidad, y tácticamente autónoma. La flota española, que se reconstruyó penosa y lentamente a lo largo del siglo XIX, entre las dificultades representadas por los gastos onerosos de una guerra colonial interminable y de los problemas legitimistas dejados atrás por la turbulenta corte de los Borbones, llegó a poseer una buena docena de excelentes fragatas, todas propulsadas a motor, con las que pudo afrontar la política militar de nuestras colonias hasta que, en 1897, con la guerra con USA, la situación llegase a un clímax, por la inexistencia de reservas españolas en colonias, la falta de suministros y la escasez e inadecuación de las unidades españolas para hacer frente a las americanas.

La fragata Numancia:
Fue una fragata acorazada, es decir, una unidad que, sobre su estructura de madera llevaba dispuesta una coraza de 13 cms. De acero que la cubría desde un par de metros en la línea de flotación hasta la cubierta principal. Soportaba este peso a costa de una mejor protección, pero estaba artillada aún con un grupo heterogéneo de piezas, lo que la hacía útil sólo para actividades de descubierta y golpes de mano, siendo eficiente para el tipo de lucha planteado en colonias. Estaba propulsada por una hélice, conectada a una máquina de 1.300 caballos que le daba un andar de 12 nudos. Para los curiosos que deseen ampliar algo estos datos aconsejo una visita al museo Méndez Núñez de Pontevedra, cuna del eminente marino, amigo y compañero de nuestro paisano Juan Bautista Antequera, donde se conserva una réplica fidedigna de la cámara del buque, construido en las Forjas y Cantería de Tolón en 1863, y remozado en los años 1897 y siguientes, por lo que no mantuvo actividad militar durante la guerra con USA, que, por otra parte tampoco hubiera resultado muy eficiente, dadas sus características. (José Miguel Juan-Togores)


Méndez Núñez bombardea Valparaíso (1866):
España se veía envuelta también en un extraño conflicto con Perú y Chile, entre 1864 y 1866, cuya chispa inicial resulta un misterio. En cualquier caso, España, que todavía no había reconocido la independencia del Perú, enviaba un comisario al país andino para que resolviera las viejas cuentas pendientes desde el virreinato colonial. El gobierno peruano exigió la presencia de un plenipotenciario español, a lo que la escuadra española comandada por el almirante Pinzón respondía el 14 de abril de 1864 con la toma de las islas Chinchas, vitales por su producción de guano. El 27 de enero de 1865 surgía un amago de negociación favorable a España, desautorizada por la opinión pública peruana, y las islas eran devueltas, pero la declaración de guerra a España por parte de Chile, aliada con Perú el 5 de diciembre del mismo año, reavivaba las hostilidades. En septiembre de 1865. el almirante español José Manuel Pareja entregaba en Valparaíso un ultimátum al gobierno del presidente chileno Pérez Mascayano, al que exigía un saludo con 21 cañonazos al emblema español, indemnización de tres millones de reales por la negativa chilena a abastecer de carbón a la flota española y la petición de excusas a la agraviada reina Isabel II. Chile respondía con su declaración de guerra a España el 14 de septiembre de 1865. En la batalla de Papudo, La Esmeralda capturaba la goleta española Covadonga lo que provocaba el suicidio de Pareja, que era sustituido por Méndez Núñez. Mientras tanto, la alianza entre Chile, Perú, Ecuador y Bolivia por su temor a una reconquista colonial dejaba sin base de operaciones a la flota española. Ante su fracaso, el gobierno español ordenaba a su escuadra que atacara los depósitos de carbón, las minas de Lota o el puerto de Valparaíso. Méndez Núñez bombardeó durante tres horas Valparaíso, hasta devastarlo el 31 de marzo de 1866, y luego, en mayo, ya sin éxito. El Callao, Después, las naves españolas se retiraban sin esperar a recibir las indemnizaciones que habían reclamado. (Manuel Irusta Cerro)

Casto Méndez Núñez (1824-1869):
Nacido en Vigo 01/07/1824 y muerto en Pontevedra el 21/08/1869. Sentó plaza de guardamarina en El Ferrol el 03/03/1840, embarcado en el mismo año en el bergantín Nervión. En 1842 se distinguió tanto en un viaje que de guardamarina realizó en el citado buque a Fernando Poo, que se le rebajó un año la permanencia en dicho empleo, ascendiendo a alférez de navío en 1844. Embarcado en el bergantín Volador, fue nombrado, por su mérito, encargado de guardamarinas. En 1848 prestó distinguidos servicios en Italia, en la expedición en apoyo de la Santa Sede, mandada por el general Bustillo y las tropas por el general Fernández de Córdoba. Méndez Núñez obtuvo la cruz de Pío IX y las gracias de real orden. Ascendió a teniente de navío en 1850, tomando el mando de la goleta Cruz del porte de siete cañones. Con ella efectuó un arriesgado y agotador viaje a La Habana, por ir el buque en pésimas condiciones y coger muy malos tiempos, no pudiendo encender fuego ni un solo día. Ante la carencia de barcos había tenido que ser designada esa goleta, cuando esperaba para entrar en carena, para llevar pliegos urgentes a La Habana. La pericia de Méndez Núñez consiguió hacer llegar el barco a su destino sin averías de consideración. Después de desempeñar algunos mandos: vapor Narváez, fragata Berernguela y urca Niña, fue destinado al Ministerio de Marina (1855), aprovechando este puesto para incrementar sus conocimientos técnicos con el estudio. Tradujo del inglés un Tratado de Artillería Naval, recibiendo por ello las reales gracias. En este mismo año embarcó en el vapor Narváez, siendo destinado a Filipinas. Mandaba el vapor Jorge Juan de aquel apostadero, cuando sostuvo, frente a la costa de Basilán, un combate contra tres barotos, embarcaciones casi insumergibles, y dos bancas, piratas, de moros joloanos, que se dirigían a las Visayas, mandadas por el príncipe indígena Datto, Pau-Li-Ma. Todas las embarcaciones piratas fueron destruidas. El Jorge Juan sólo contaba con una dotación de 30 hombres y con un único cañón de colisa, muy inferior en número y armamento al de los joloanos. Ascendió a capitán de fragata (1861) y tomó el mando de la goleta Constancia y de las fuerzas sutiles del sur. Al frente de ellas: goletas Constancia y Valiente, cañoneras Arayat, Pampanga, Luzón y Toal, atacó la cota de Pagalungán, fuerte casi inexpugnable, situado a orillas del Gran Río, uno de los nidos de piratas de Mindanao, donde se había hecho fuerte el sultán de Buayán. Tenía la cota una muralla de siete metros de altura y seis de espesor, y un foso de 15 de ancho, y estaba guarnecida de abundantes defensores y artillería de corto alcance. Se lanzó un primer ataque con dos compañías, por tierra, apoyadas por el fuego de los buques, pero el terreno cenagoso impedía avanzar y se dio la orden de retirada. Al siguiente día se reanudó el ataque dirigido por el teniente de navío Malcampo y Pascual Cervera, alférez de navío, como segundo. Apoyados por los cañones de la Arayat y Pampanga pudieron desembarcar las tropas en mejor terreno, a alguna distancia de la Cota; se acercaron bajo la protección de los fuegos de las goletas y emplazaron piezas de desembarco. Al no permitir el asalto la resistencia tenaz de los indígenas, Méndez Núñez decidió el abordaje del fuerte embistiendo a la Cota en lugar de fondo adecuado. La gente de la goleta se descolgó al abordaje y las fuerzas desembarcadas pudieron con ello asaltar la muralla. No obstante caer herido Malcampo, con un balazo que le entró por el pecho y le salió por la espalda, se conquistó la Cota, gracias a la decisión de Méndez Núñez.


HMS Rose:
Es la réplica de un buque de guerra del siglo XVIII. Sus palos llevan gavias y juanetes. Estas velas, de una superficie considerable, son una deventaja: los gavieros deben subir los palos para tomar rizos, operación delicada cuando el tiempo obliga a una disminución del velamen. Esta disposición reduce también las posibilidades del velero para navegar contra el viento. El HMS Rose original, botado en 1757, es una fragata inglesa que, después de luchar contra los franceses en Europa y las Antillas, participa en la guerra de la Independencia de Estados Unidos. Acabó hundido en el río Savannah, en Georgia, mientras bloqueaba el paso de una flota francesa que debía ayudar a los americanos asediados por los ingleses en Savannah. En 1970 el astillero canadiense Smith & Rhuland, en Luxemburgo, recibe el encargo de reconstruir el Rose. Los planos originales de Hugh Blades fueron encontrados en el National Maritime Museum de Greenwich. Al no estar preparado para navegar, durante diez años sirvió de atracción en el muelle de Newport. Comprado de nuevo, y conforme a las estrictas normas de los guardacostas sobre buques de pasajeros, el Rose realiza cruceros cortos de iniciación a la maniobra por las costas americanas y los grandes lagos. Pero realiza también largos viajes, como el que lo condujo a Europa para asistir a las concentraciones de Bristol 96 y de Brest 96; son ésas las ocasiones en las que la tripulación aprovecha para escuchar las bocas de fuego dispuestas en la cubierta y en la batería.


Formación de cadetes en grandes veleros:
Desde principios del siglo XIX muchos piensan que los grandes veleros son la mejor escuela de formación para los futuros oficiales de la marina mercante y militar. Francia ha utilizado buques como el Borda para formar a sus oficiales. En el año 1930, la Escuela naval recibe dos goletas "islandesas", la Etoile y la Belle-Puole. En el siglo XIX, el Reino Unido arma, con el mismo objetivo, la fragata Worcester. Los japoneses convierten, en 1897, un barco faro que había servido en un principio de yate imperial, botado en 1874, en buque escuela, el Menji Maru. Los alemanes botan, en 1901, una fragata de tres palos concebida en especial para la escuela de vela, el GroBherzogin Elisabeth -en la actualidad Duchesse Anne. Una quincena de grandes veleros son construidos o comprados por los alemanes y adaptados para el aprendizaje de los cadetes hasta el año 1950, tanto por tripulantes civiles como por la Marina de guerra alemana. Algunos embarcan cadetes a pesar de estar armados para el comercio, otros tienen como función exclusiva la formación. Italia, España, Polonia, Rumania, Yugoslavia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, etcétera, siguen estos ejemplos y construyen o compran buques escuela. Paradójicamente, la II Guerra Mundial no acabó con esta actividad. Mientras en todos los demás ámbitos, (guerra, comercio y pesca), la vela ha desaparecido por completo, aparece el interés por la escuela de vela, desde 1950, como la única posibilidad de supervivencia para los grandes veleros. Alemania pierde gran parte de su flota en provecho de los países aliados. Sin embargo, algunos países no conservan las unidades que les son entregadas. El Reino Unido vende el Kommodore Johnsen, ex Vinnen, a la Unión Soviética, que lo rebautiza con el nombre de Sedov. Francia ha recibido el GroBherzogin Elisabeth, pero lo transforma en un pontón escuela bajo el nombre de Duchesse Anne. El buque, que había sido desaparejado, fue restaurado por la asociación de Dunkerque que lo compró a la Marina nacional. El Albert Leo Schlageter se entrega a Brasil, que lo transforma en el velero escuela para su Marina, bajo el nombre de Guanabara. En 1962 Portugal vuelve a comprarlo, siempre con el mismo objetivo, y lo rebautiza como Sagres II, para sustituir al primer Sagres. El movimiento continúa y, gracias a las iniciativas de asociaciones y Estados, se construyen nuevos veleros escuelas para Chile, Colombia, Ecuador, y, en los últimos años, Méjico, Polonia, Japón, Países Bajos, etcétera. En Alemania, el mundo marítimo no ha perdido su interés por la guerra. Armadores hamburgueses compran dos grandes veleros, el Pamir y el Pasta, y los arreglan. Ambos navegan a partir de 1951 compaginando el comercio con la formación de cadetes. El trágico naufragio del Pamir, en 1957, cerca de las Azores, a causa de un huracán excepcionalmente fuerte y de un desplazamiento de carga, provoca la desaparición de la mayor parte del equipaje. La idea de armar un gran velero comercial se abandona definitivamente. A partir de entonces los buques escuelas serán creados para este uso exclusivo, recibirán un lastre fijo y deberán responder a las normas de seguridad más estrictas. Sin embargo, los alemanes se habían lanzado a la construcción de un gran velero escuela, el Gorch Fock II. Terminan el barco y unos cuantos años más tarde, otros buques son transformados a su vez: Amphitrite, Seute Deern II, Thor Heyerdahl, Alexander von Humboldt, etc. La tradición marítima no se pierde tan fácilmente. (Ollivier Puget)


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