HISTORIA
Africa
Política



Política:
La mayoría de los países africanos han elegido el camino de la democracia como forma de ejercer una política participativa. Son políticas todavía frágiles, titubeantes, pero se está diseñando una nueva clase de política con mayor aceptación ciudadana y con más respaldo internacional. La inconsistencia de las estructuras políticas, la mala organización del poder y la precaria ideología nacional son tres elevados factores de riesgo que están amenazando la existencia misma del Estado africano. Se da una clara falta de participación de las masas en la vida política. El partido dominante, a menudo único, es el centro de la vida política. El dirigente se sigue basando en exceso en poderes carismáticos. El subdesarrollo, el neocolonialismo económico, la falta de cuadros técnicos dificultan la gestión racional.

Descolonización:
El despertar de Africa se inició en el área mediterránea donde se dieron condiciones favorables como un renacimiento cultural, islamismo y malestar social. Las potencias coloniales europeas durante la primera guerra mundial buscaron apoyos lanzando consignas de unidad árabe y derechos de autodeterminación. Los países del Africa occidental tuvieron líderes ligados a los partidos izquierdistas de la metrópoli (socialistas y comunistas). La llegada de la emancipación se produjo con diez años de retraso respecto a los países asiáticos. En el momento de la Conferencia de Bandung (1955) los únicos países africanos independientes eran Etiopía, Egipto, Liberia, Libia y la República Surafricana. Algunos paises lograron la independencia por levantamientos revolucionarios pero en la mayoría de los casos la metrópoli concedió la independencia cuando existían positivas garantías de amistad (influencia) con los nuevos regímenes. Los líderes moderados muchas veces mantuvieron o recuperaron el poder gracias a la presencia de tropas de la antigua metrópoli. Los procesos de descolonización más problemáticos se dieron en Argelia y en el Congo. La descolonización dejó otros problemas como los fronterizos debido a la arbitrariedad con que se establecieron los límites y las organizaciones tribales subyacentes a las estatales. La inestabilidad dio lugar a toda una serie de golpes de estado entre 1963 y 1968.

    En los años cuarenta y cincuenta, se habían desarrollado numerosos movimientos políticos y culturales de carácter autóctono, algunos con ramificaciones en las metrópolis, en los que germinaba una conciencia nacional y al mismo tiempo panafricana: el Frente Nacional Tunecino (1947), el Bloque Democrático Senegalés (1948), la Federación de Sindicatos Obreros de Sudán (1950), el Partido Democrático Guineano (1952), la Asociación Musulmana de Estudiantes Africanos (Senegal, 1954), la Conferencia de Escritores y Artistas Negros (París, 1956) o el Movimiento Socialista Africano, reunido en Dakar en 1957 (Espinet, 1999). De estos y otros movimientos surgieron las minorías nacionales que habrían de impulsar y dirigir la marcha de África hacia su emancipación. (J.F.Fuentes)

Inestabilidad política:
El proceso de descolonización de Guinea-Conakri fue seguido con atención e imitado por otros países. Sékou Touré, presidente desde la independencia de Francia (1958) hasta 1984, buscó el apoyo político y económico de la URSS. La ayuda de la URSS y Cuba a algunos regímenes de izquierda generó importantes recelos entre las potencias. La Tanzania de Julius Nyerere también se convirtió en ejemplo a seguir.

    Nyerere se convirtió muy pronto en uno de los símbolos de la nueva conciencia colectiva del África negra tras la descolonización. Promotor destacado de la Organización para la Unidad Africana (OUA), creada en 1963, fue el artífice de un modelo económico original, superador de las viejas estructuras tanto trábales como coloniales, que podría describirse como un socialismo de tipo ruralista y descentralizado, paradigma de lo que luego se conoció como socialismo africano. Sus principios teóricos quedaron definidos en la llamada declaración de Arusha, que fue presentada en 1967 en esta ciudad del Norte de Tanzania, y en la que se abogaba por la propiedad y explotación colectiva de la tierra. El núcleo vertebrador de este modelo de gestión era la ujamaa, una comunidad rural de tipo cooperativo que adoptaba las principales decisiones de carácter económico. Aunque el régimen político de Nyerere —régimen de partido único: el Tanganyka African National Union (TANU)— mantenía excelentes relaciones con el bloque soviético, el socialismo tanzano tenía poco que ver tanto con la concepción estatalista e industrialista al uso en los países del socialismo real, como con el socialismo islámico imperante en algunos países árabes. Sus problemas de funcionamiento, derivados de la resistencia de la población rural a abandonar el nomadismo y las pequeñas explotaciones agrarias para integrarse en las ujamaas, lastraron durante mucho tiempo el desarrollo de la economía nacional y acabaron persuadiendo a las autoridades tanzanas de la necesidad de una revisión a fondo del sistema, que en los años ochenta se fue flexibilizando y abriendo progresivamente a la inversión extranjera. (Fuentes)

La marcha de los funcionarios e ingenieros de las metrópolis dejaron amplios territorios carentes de cuadros técnicos y personal sanitario. Las divisiones y enfrentamientos tribales contribuyeron a la inestabilidad de los gobiernos.

Dominio económico exterior:
Con la descolonización, las nuevas naciones adquirieron una bandera, un himno nacional, un embajador en la ONU y un flamante presidente; pero las venas económicas suelen estar lejos de su control. Cuando algún presidente ha querido intervenir a fondo en el planteamiento económico del país, entonces se produjeron los golpes de estado. (A.Palomares)

Aquellos que, tras la Segunda Guerra Mundial y al son de los cantos épicos y románticos de la liberación anticolonial, creyeron que podían escapar al poder de los poderosos se han llevado un chasco: los discursos a favor de la independencia y de la desconexión del sistema mundial han desembocado en una apología de la inserción en el universo multinacionalizado de las empresas, interconectado por las redes empresariales y sometido al temible poder de los mercados mundiales de las finanzas. El objetivo, tanto de las élites como de los pueblos de Africa, aunque más para las primeras que para los segundos, no es hoy liberarse sino instalarse, comerciar, negociar un lugar en el universo interdependiente del imperio mercantil. Su objetivo es la integración en el mercado imperial (desde una posición realista, es decir, aceptando someter la pretensión de desarrollo a la buena voluntad de los países e instituciones que dominan el sistema mercantil imperial)... La crisis de la deuda -contraída en la década de 1970, en la época del dinero fácil, a unos tipos de interés revisables por los países acreedores- ha anulado toda esperanza de desarrollo del continente africano. Al dejar su futuro en manos de algunos países ricos, Africa apostó por la solidaridad y perdió. Cuando el dinero escaseó, los acreedores no dudaron en aumentar los tipos de interés oprimiendo a los países pobres con un compromiso de devolución imposible de cumplir. (Sami Naïr, 2003)

La nueva forma imperial se apoya en organizaciones internacionales (Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio, Banco Mundial) y en empresas transnacionales. Los estados no pueden ir a contracorriente de la dinámica mercantil sin arriesgarse a sufrir enfrentamientos radicales con estas instituciones que preconizan la libertad de circulación de los capitales, posibilitar la economía abierta, subordinar la actividad colectiva a la iniciativa privada y reducir progresivamente el Estado sin que ésto le impida el control y contención de la sociedad.

Panafricanismo. OUA (1963-2002) y UA:
Es la organización africana más importante y representativa. Su propósito era promover la unidad y la solidaridad entre los estados africanos, coordinar sus políticas económicas, culturales, médicas, científicas, políticas y de defensa, proteger la independencia y la integridad territorial de los países miembros y erradicar el colonialismo en África. A mediados de la década de 1960 se produce una serie de golpes de estado que derribaron a los líderes panafricanistas.

Secesión de Katanga:
Particularmente amarga y sangrienta fue la primera etapa del Congo ex-belga. Consiguió la independencia el 1 de julio de 1960 y el país se constituyó en República, cuyo primer presidente, fue Kasavuvu, con Lumumba como jefe de gobierno. Moisés Tshombé anunció su decisión de formar con la provincia de Katanga (luego Shaba), muy rica en cobre, un estado independiente. Las tropas mercenarias katangueñas mantuvieron a raya al ejército central, hasta que las fuerzas enviadas por la ONU invadieron la provincia secesionista. Tshombé , principal promotor de la rebeldía, pareció doblegarse y entró a formar parte del gobierno presidido por Mobutu. En mayo de 1966 Mobutu acusó a Tshombé de traidor y éste tuvo que huir. En 1977 y 1978 volvió a surgir el problema con el apoyo del gobierno progresista de Angola a los independentistas. Mobutu fue apoyado por Francia, Bélgica y Marruecos, que enviaron tropas para asegurarle el control de las minas de cobre, de vital importancia para la economía del país. En 1996 tuvo lugar la crisis en la región africana de los Grandes Lagos, que amenazó la propia integridad territorial de Zaire a causa de los enfrentamientos entre miembros de las etnias tutsi y hutu (apoyados éstos por el Ejército zaireño) de ese país y de Ruanda. La corrupción y mala administración de Mobutu hizo que EE.UU. y Bélgica lo presionaran para dejar el poder a Kabila (1997).

Ruanda (1995):
Durante el quincuagésimo aniversario de la fundación de la ONU, en 1995, Clinton declaró que dar la espalda a la organización sería olvidar las lecciones de la historia. El Congreso había recortado ese año la contribución a las misiones de paz de la ONU. Los pagos ordinarios de EE.UU. seguían retrasándose como medida de presión. Permanecía cercano el recuerdo del fracaso de la intervención de la ONU en Somalia (1993). En junio de 1995 se produce la matanza de bosniomulumanes en Srebrenica, enclave proclamado zona segura por el Consejo de Seguridad de la ONU. Las preocupantes noticias sobre la situación interna de Burundi y Ruanda no sirvieron para que EE.UU. apoyara una intervención. La feroz división étnica produjo unos enfrentamientos que entre 1995 y 1996 se convirtieron en una matanza genocida. Más de 600.000 personas murieron y millones de ellas (de un total de 3.000.000 entre los dos países) fueron expulsadas y tuvieron que buscar refugio. Sólo en los campos atendidos por organizaciones internacionales murieron unos 80.000 refugiados, principalmente por enfermedades como el cólera y la disentería. Las gestiones de la ONU sin apoyo de EE.UU. resultaron totalmente inefectivas.

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