DOCUMENTOS
Subdesarrollo



Explicación de Powell ante la ONU sobre armas de destrucción masiva Subdesarrollo:
El grado de desarrollo debe ser objeto de diagnosis. Puede serlo merced a la aplicación de unos meros índices de crecimiento económico: el consumo real per cápita o relación entre el consumo total de un país y el volumen global de su población; la renta per cápita, y un baremo que se utiliza con mucha frecuencia y que consiste en el análisis de la proporción en la que se distribuye la población activa por sectores de producción -agricultura, industria, servicios...- y, consiguientemente, la renta correspondiente a cada uno de ellos... Con referencia al tercero de los índices económicos cabe señalar que los países subdesarrollados adscriben la mayor parte de su población activa al sector primario o agrícola, mientras que en los desarrollados preponderan los sectores industrial y de servicios. (Enciclopedia CIESA) El informe de la Comisión Brandt (1979) popularizó el término Norte-Sur que pretendía indicar la necesidad de establecer un nuevo orden económico internacional (NOEI), a fin de mejorar las relaciones entre los países industrializados (la mayoría en el hemisferio boreal) y los países menos desarrollados (underdeveloped), los más de ellos al sur de los industriales. La expresión centro-periferia es de sentido análogo. Fue previamente utilizada por Raul Prebisch y los estructuralistas latinoamericanos.

Planes internacionales:
Desde la firma de la Carta fundacional de la ONU (24 oct 1945) se planteó el problema del desarrollo económico, político y social de todos los pueblos. La fundación de diversos organismos especializados en la ONU (el BIRD, el Consejo Económico y Social, la UNESCO, la FAO, el UNICEF, las Comisiones Económicas) dieron escasos frutos. La promulgación del Primer Decenio para el desarrollo (1961-1970) inició proyectos importantes como las reuniones de la UNCTAD. Se produjo un importante avance sanitario. El foso entre ricos y pobres continuaba ensanchándose. Mientras las rentas individuales de los países adelantados se cuadruplicaban, las bajas rentas de los pobres (inferiores a 100 dólares en 30 países) se duplicaron en el mejor de los casos. Durante el Segundo Decenio (1971-1980) surgió el Informe Pearson, complementado luego con el Informe Jackson. Coincidió con la crisis del petróleo, que detuvo el crecimiento del Cuarto Mundo. No se cumplieron los objetivos de crecimiento de un 6% del P.N.B. de los más pobres, la regularización de las relaciones comerciales ni la eliminación de las presiones políticas.

Características de los países subdesarrollados:
Alto crecimiento demográfico. Elevadas tasas de natalidad. Elevado porcentaje de población rural (entre el 40 y el 80%). Poca generalización de los bienes de consumo básico. Desigualdades generalizadas: elevado índice de analfabetismo, alto nivel de desempleo, enfermedades endémicas, propiedad concentrada en pocas manos. El analfabetismo juega a favor de la permanencia de los privilegios y las desigualdades sociales. Excesiva dependencia respecto a los países industrializados. Predominio de la agricultura tradicional. Bajo nivel de productividad. Comunicaciones deficientes. Comercio exterior basado en la exportación de materias primas o productos semielaborados y en la importación de bienes de equipo.

Modelos de desarrollo:
Salimos de la historia para desembocar en el futuro y nos preguntamos qué harán los países subdesarrollados. ¿Qué modelo elegirán? ¿Tendrán sus dirigentes, conscientes de los problemas, tiempo y libertad de elección? ¿No se verán obligados a orientarse hacia la solución más rápida y eficaz? Por otra parte ¿cuál será el papel de los países ricos y de alto nivel de vida en esta evolución del mundo miserable? ¿Por dónde empezar la gigantesca tarea de su desarrollo? ¿Formación e instrucción, o implantación de los medios de producción agrícolas e industriales? ¿Habrá un plan de conjunto para actuar metódicamente en todos los frentes a la vez? Se ve ya claramente desde ahora que de la respuesta a estas angustiosas preguntas depende la historia del mañana. (J.A.Lesourd-C.Gérard, Historia Económica Mundial)

Para acabar con la extrema pobreza, el hambre y las enfermedades no son suficientes las fórmulas tradicionales del crecimiento económico: imperio de la ley, seguridad, control de la corrupción y libre comercio. Hacen falta inversiones públicas en agricultura, sanidad e infraestructuras; se necesitan para sentar las bases de una actividad productiva del sector privado. La inversión pública en carreteras, electricidad e instalaciones portuarias aumentaría eficazmente la rentabilidad de las explotaciones agrícolas en el Africa subsahariana. esta inversión es un complemento y una condición previa para la inversión rentable del sector privado, no la sustituye.

Agenda 21:
Documento no vinculante aprobado Durante la cumbre de Río (1992) en el que se recogen diferentes estrategias dirigidas hacia la consecución de un desarrollo sostenible para el s.XXI. Contiene múltiples propuestas para corregir la situación ambiental del planeta en torno a 40 ámbitos de la relación humana con la naturaleza. Cabe destacar la demografía, el abastecimiento y saneamiento de las aguas, los asentamientos humanos, la protección de la atmósfera, la conservación de los bosques y de la biodiversidad, la lucha contra la desertización, la protección de los océanos y la gestión de residuos tóxicos y peligrosos. Recomienda disminuir la cantidad de energía y recursos empleados en la producción de bienes, promoviendo la utilización de sistemas de optimización y fuentes de energía renovables.

Objetivos de Desarrollo del Milenio:
Buscan reducir la pobreza y el hambre, garantizar la educación primaria universal, la igualdad de género, evitar las muertes de madres y niños, hacer frente a enfermedades como el sida o la malaria, mejorar el medio ambiente y fomentar una alianza mundial por el desarrollo. Pero, a menos de cinco años de esta fecha límite, los avances logrados se ven amenazados por una crisis económica sin precedentes, menos oportunidades comerciales para los países en desarrollo y reducciones de la ayuda de los países donantes. Se calcula que, desde 2009, hay 100 millones de personas más viviendo en la pobreza extrema en el mundo, mientras que desde 1990 a 2005 se había conseguido disminuir esta cifra en 400 millones. Además, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y pueden tener un impacto devastador –tanto en países ricos como pobres–. Los esfuerzos para conseguir los ODM han demostrado ser una herramienta eficaz para mejorar las vidas de las personas y existen ejemplos concretos de países que han conseguido avanzar significativamente en su consecución. Países como Malawi, por ejemplo, que en cinco años ha logrado pasar de una situación de hambruna a cosechas excedentarias gracias a unas instituciones gubernamentales eficaces, al apoyo de las organizaciones internacionales y a una renovación tecnológica. O como Burundi, Ghana, Mozambique y Tanzania, que han conseguido alcanzar la educación primaria universal tras eliminar los derechos de matrícula en los distritos más desfavorecidos con los recursos adicionales derivados de la cancelación de su deuda externa. Pasando también por Eritrea, que pudo iniciar un intenso programa de salud encaminado a reducir la mortalidad infantil en el país gracias a los recursos y al apoyo proporcionado por los países ricos y organizaciones de las Naciones Unidas. En tres años, de 1999 a 2002, el número de niños vacunados en el país aumentó de un 9,6% a un 76%. (Marina Navarro)

Dificultades en el pago de la deuda externa:
A lo largo de la década de 1970, algunos países en desarrollo -en especial Argentina, Brasil y México- financiaron sus crecientes déficit externos (consecuencia de unos modelos de crecimiento desequilibrados) mediante la colocación de deuda pública en los mercados internacionales de capitales. A inicios de los años ochenta, una serie de acontecimientos macroeconómicos adversos deterioraron gravemente la situación de los países endeudados. El alza de los tipos de interés en los mercados internacionales y la fuerte apreciación del dólar (divisa en la que estaba denominada la mayor parte de la deuda) elevaron los pagos periódicos en concepto de intereses. La bajada de los precios de los productos primarios, fuente de ingresos por exportaciones, cortó buena parte del flujo de divisas. Los países en vías de desarrollo, los más endeudados, no vieron cumplirse sus planes de crecimiento. En 1982 México, y con posterioridad Argentina y Brasil reconocieron su incapacidad de afrontar el pago de la deuda externa. Los intentos de atajar la que en su día se denominó crisis de la deuda adoptaron la forma de sucesivos procesos de reprogramación del servicio de la misma en el marco de negociaciones con los diversos acreedores, tanto públicos (agrupados en el Club de París) como privados (Club de Londres). Los pobres resultados de estas negociaciones dieron lugar a nuevas iniciativas como las agrupadas bajo el epígrafe de Condiciones de Toronto, acordadas por los países del G-7 en junio de 1988 y destinadas a la suavización de las condiciones de reembolso de la deuda, o el plan Brady, propuesto en 1989 por el secretario del Tesoro de EE.UU., el cual contemplaba la movilización de nuevos empréstitos a los países endeudados con el propósito de facilitar la renegociación de sus obligaciones. Vista la relativa inoperancia de estas medidas, así como las adversas consecuencias derivadas de la adopción de los diferentes programas de ajuste destinados a la reducción del endeudamiento, a los que se acusaba de aumentar el nivel de pobreza de muchos países en vías de desarrollo, en 1996 el FMI y el Banco Mundial lanzaron de forma conjunta una Iniciativa para la reducción de la deuda, de aplicación a los denominados Países pobres muy endeudados (PPME). La iniciativa, que acoge a un total de 40 países -entre ellos Bolivia, Honduras y Nicaragua- cuya deuda común alcanza los 170 millardos de dólares, ofrece recursos financieros adicionales para programas sociales, sobre todo en los ámbitos sanitarios y educativos, a la vez que permite condonar parte de la deuda contraída con instituciones multilaterales. Como todas las políticas y programas emitidos por estos organismos; el acceso a estas condiciones favorables se condicionó a la adopción por parte de los países receptores de una serie de reformas estructurales decididas por ambas instituciones. Este requisito resultó demasiado restrictivo, hasta el punto que la Iniciativa fue reformulada en la cumbre del G-7 celebrada en Colonia (junio 1999), para hacerla más flexible. Como alternativa un número importante de ONGs y otras instituciones vinculadas a la Iglesia puso en marcha la campaña Jubileo 2000 con el propósito de conseguir la condonación total de la deuda de los países más pobres. Los mayores deudores como los grandes países de América Latina y Asia incrementaron a lo largo del s.XX y principios del XXI su nivel de endeudamiento debido a la persistencia de los desequilibrios de su sector exterior, como se mostró con la crisis financiera asiática (1997-1998), brasileña (1998) y argentina (desde 2001). El total de la deuda externa los países en vías de desarrollo pasó de los 1.300 millardos de dólares (1992) a los 2.000 millardos (2002).


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