|
Puerto de Santa Cruz: Visitantes:
James Cook, el marino inglés que recibió instrucciones concretas del Almirantazgo, en las cuales se le decía que si tuviera la necesidad de abordar en algún puerto de la zona, lo hiciera en el de Santa Cruz de Tenerife, que era mejor, más seguro y abrigado que el de Madera; y, en efecto, Cook estuvo aquí a finales de 1776, con los barcos Resolution y Discovery, y su estancia duró cuatro días. En el relato de su expedición dejó comentarios favorables para la ciudad y la isla, a la que dedicó no menos de 14 páginas.
Se trataba de la tercera y última expedición [1776-1779], en la que resultaría muerto a manos de los indígenas de Hawai.
Darwin recaló en el puerto en un mal momento (1831). Se les comunicó a los viajeros que antes de desembarcar debían someterse a una cuarentena para prevenir el cólera.
A las pocas horas decidieron reanudar su viaje rumbo a las islas de Cabo Verde y Darwin sólo pudo contemplar el Teide desde muy larga distancia.
Otros célebres viajeros y sabios dignos de señalar son: el caballero de Evreux de Fleurieu, que vino a Tenerife con la fragata Isis, y subió al Teide cuya altura midió; Juan Carlos Borda, que vino a Tenerife con la fragata La Boussole, y coincidió con Cook y estudió la posición de las Islas Canarias y sus latitudes geográficas, con motivo de la llamada Guerra de los relojes; el señor Verdun de la Créne, que con la fragata Flora ancló en Santa Cruz en los años de 1786 y 1787, y estaba comisionado para estudiar el meridiano de la isla de El Hierro;
el navegante Juan Francisco Galaup, conde de La Pérouse, que estuvo también en 1786 y cuya expedición tuvo un desgraciado fin en el Pacífico, por lo que el gobierno francés envió al almirante Bruny d'Entrecasteaux en su búsqueda. Bruny estuvo en Tenerife en septiembre de 1791 con las urcas armadas Investigation y L'Espoir, con él vinieron algunos sabios entre ellos el botánico Jacobo Julián Mouton de la Bilalrdiere, y el astrónomo Bertrand, que subieron al Teide; también Mac Cartney, diplomático inglés que dejó un buen número de páginas dedicadas a Tenerife en el relato de sus numerosos viajes, y finalmente, en 1796, el capitán Baudin, que entró en el puerto de Santa Cruz con su urca La Belle Angelique, destrozada por una fuerte tempestad que la zarandeó durante tres días y que vino a refugiarse aquí. Con él vino el botánico André Pierre Ledru, quien durante los cerca de cuatro meses que permanecieron en Tenerife, en tanto se adquiría otra nave que sustituyera a la inservible, recorrió la isla, de la que dejó en el relato de su expedición, que siguió en 1797 a Las Antillas en otra nave llamada Fanny, más de doscientas páginas con detalladas noticias de su estancia, geografía, historia, etc. de la isla.
(Enrique Rumeu)
Datos científicos en el Teide:
Colón pudo observar una erupción del Teide. En 1776 se produce la visita de Borda y Varela. Humboldt, que no pudo hacer mediciones en el Teide, estudió minuciosmente sus trabajos. Para sus mediciones de altura Varela utilizó la fórmula de Delucy. En 1798 se produce la erupción de Chahorra y varios aficionados acuden a observar y describir el fenómeno. Después de la publicación del Voyage de Humboldt a principios del s.XIX numerosos científicos se interesaron por estudiar Canarias y en particular el Teide. Se perdió interés en seguir haciendo mediciones y se iniciaron otros estudios sobre geología, botánica, medicina y el clima. Cabe destacar la medida de von Buch y Smith de 1815, los primeros estudios meteorológicos sistemáticos de Robert Edward Alison (1827-1828); los trabajos de Webb y Berthelot, así como las medidas efectuadas por Daniel Jay Browne (1833), una trigonométrica y, la otra, basada en la propiedad de que el punto de ebullición varía en función de la altura y de la temperatura del aire. Durante la segunda mitad del s. XIX destacan el estudio de los vientos alisios y contralisios desde el pico de von Fritsch en 1862; el estudio del clima desde el punto de vista terapéutico en lo alto del Teide de Marcet (1878); el estudio de las nubes de Abercromby (1887); el estudio del espectro solar en el Teide; el descubrimiento del lagarto y sus excursiones por las islas durante los veranos de 1888, 1889 y 1890 de Oscar Simony, y la medida de la intensidad de la radiación de Ángström (1895).
Piazzi Smyth (1856)
En julio de 1856 llega a Tenerife en el yate Titania la expedición promovida por el astrónomo Charles Piazzi Smyth (1819-1900).
Fue un pionero en constatar las interferencias en la observación que producían los fenómenos atmosféricos, y en abogar por la instalación de observatorios en puntos de gran altitud.
Presentó un proyecto para que se realizaran trabajos de meteorología y astronomía en las cumbres del Teide. Colaboraron en la organización de la expedición Robert Stephenson (1803–1859), el astrónomo G. B. Airy (1801–1892), Sir Charles Wood (1800–1885) y Sir John Herschel (1769–1857). Apoyaron el proyecto el Ministerio de la Marina Británico, la Royal Society, la Royal Astronomical Society y la British Association. El Titania, propiedad de Stephenson, transportó una gran cantidad de instrumentos científicos, y mientras permaneció en el puerto de Santa Cruz se llevó a cabo en él una investigación sobre las mareas. La expedición montó un observatorio en Guajara.
En memoria de esta expedición se dio el nombre de Los Montes Tenerife a una cordillera de la Luna.
Para la medición del Teide de 1983 realizada por el Instituto Geográfico Nacional se tomó como referencia el nivel medio del mar (cero ortométrico), calculado con los datos que proporcionó el mareógrafo que el IGN tenía en el puerto de Santa Cruz desde hacía 50 años, heredero del que instaló la Casa Hamilton (1856). Se utilizaron los datos correspondientes a los diez últimos años para compensar los ciclos solares y lunares y para absorber los errores de lectura. Según el mareógrafo, el Teide era 1,4 metros más alto en la bajamar (3.716,8 m) y 1,4 metros más bajo en la pleamar (3.714 m). La altura variaba en décadas con un margen de varios centímetros.
|
