LITERATURA
El reino de Redonda



El reino de Redonda:
Su primer rey fue Felipe I (Matthew Phipps Shiel). Su padre, banquero de origen irlandés, compró el territorio para celebrar el nacimiento en Montserrat de su primer varón. La Oficina Colonial Británica no reconocía sus derechos de posesión pero no se negó a que los Phipps utilizaran el título de Rey de Redonda. Tras la muerte del primer rey (1947), su amigo y discípulo John Gawsworth heredó el reinado y los derechos de los libros. Adoptó el nombre de Juan I (el escritor John Gawsworth había nacido en 1912 como Terence Ian Fytton Armstrong). Gawsworth nunca visitó la isla, otorgó títulos y cargos en función de sus deudas, y vendió el título de rey a varios compradores. Muchas decisiones etílicas del segundo rey fueron reprobables, pero inauguró la idea notable de mantener una aristocracia literaria. Juan II (John Wynne-Tyson), único heredero literario y legítimo de Gawsworth, propuso a Javier Marías que se hiciera cargo del título, por su contribución a difundir la historia de la isla y el legado literario de sus monarcas.

Javier Marías:
Desde hace casi una década mi amigo Javier Marías es rey de Redonda. Por una de esas voluntariosas carambolas literarias un escritor republicano se ha visto coronado rey de una isla fantasmal y fantástica. Ahora otro azaroso destino ha querido que Xavier I, H. M. King of Redonda, sea elegido miembro de número de la Real Academia Española. La primera parte de esta caballeresca acción podría ser muy bien el comienzo de un cuento de Borges, en el que un joven rey va a la busca de su reino, se pierde en un dédalo de corrientes marinas, y pese a intentarlo con perseverancia, el reino siempre le resulta inalcanzable. (Marcos-Ricardo Barnatán en el noveno aniversario del nombramiento, 06/07/06)

Hablé [en Negra espalda del tiempo] del oscuro escritor londinense John Gawsworth, quien prometió mucho de joven, combatió como piloto en la Segunda Guerra Mundial, anduvo por Egipto, Argelia, Túnez, Italia y la India, se casó tres veces sin descendencia, no escribió finalmente lo que prometía y acabó sus días como un mendigo, a la edad de cincuenta y ocho años. También fue rey, de la isla de Redonda. Esta isla existe, aunque es tan diminuta (menos de tres kilómetros cuadrados) que no siempre figura en los mapas. Está en las Antillas, la descubrió y bautizó Colón en su segundo viaje y pertenece a las llamadas islas de Sotavento. Se halla cerca de dos islas mayores y más conocidas: la volcánica Montserrat, y Antigua. Política y territorialmente forma parte del Reino Unido, que se la anexionó, adelantándose a los americanos, cuando a ambas potencias les dio por codiciar el fosfato de alúmina de la isla, de origen bastante prosaico, pues lo producía el guano depositado por los casi únicos habitantes del lugar, los alcatraces; aunque por lo visto también hay lagartos, ratas, gaviotas y cabras. En los siglos XVII y XVIII sirvió de temporal guarida a contrabandistas y corsarios, y, sin duda, por haber estado casi siempre deshabitada, algunas leyendas le atribuyen en el Caribe una fama semejante a la que padece en Europa Transilvania: la de un lugar poblado de fantasmas y monstruos y bestezuelas insólitas, donde más de un marinero se perdió sin dejar rastro. Es en cualquier caso, como todo reino legendario que se precie, incluida la ínsula Barataria de Sancho Panza, a kingdom by the sea, aquel en el que vivía, en el inolvidable poema de Poe, la doncella Annabel Lee. (Javier Marías, Este reino junto al mar)


En memoria de Peter Russell. Hispanista y espía británico:
Peter Russell fue el hispanista y lusitanista británico más importante de la segunda mitad del siglo XX, y sus alumnos llegaron a ocupar gran parte de las cátedras hispánicas en el Reino Unido, y algunas en Estados Unidos y otros países. Peter Edward Lionel Russell Wheeler nació en Christchurch, Nueva Zelanda, el 24 de octubre de 1913, y en 1929 cambió su apellido por el de su abuelo materno, Thomas Russell, magnate de la prensa. Educado en Inglaterra y alumno del Queen’s College, Oxford, fue elegido en 1953 tercer titular de la cátedra como sucesor de Salvador de Madariaga y William J. Entwistle. Falleció tranquilamente en su cama, mientras desayunaba y leía la prensa, en Oxford el 22 de junio, a los 92 años. En el verano de 1933 estuvo en la Residencia de Estudiantes, donde conoció de lejos a Federico García Lorca y su círculo, y desde donde pudo observar la quema de iglesias y otros desmanes del Bienio Negro en Madrid.

Ya licenciado en Románicas, estuvo un tiempo en Portugal preparando su tesis sobre las fuentes del cronista del siglo XIV Fernao Lopes, que mostró a un historiador portugués; su sorpresa fue luego verla puesta a la venta en edición pirata en Lisboa en 1941. En el verano de 1938 se encontró con un grupo de estudiantes oxonienses en Galicia, donde fue detenido en las islas Cíes fotografiando el Canarias, uno de los pocos buques de la Armada que se había entregado al servicio de los insurgentes nacionalistas. Llevado al hotel Atlántico de Vigo, fue interrogado por dos oficiales de las SS, quienes, al enterarse de que había estado en un campamento de las Juventudes Hitlerianas en Baviera en 1935, le invitaron a cenar con ellos. Después de una consulta con el Gobierno de Franco en Burgos, Russell fue llevado al puente internacional de Tuy para cruzar a Portugal, con un par de ametralladoras apuntándole para que no se desviara del camino. Más tarde comentaría que fue el paseo más lento y peligroso de su vida. Tuvo unos meses muy agitados en 1940, primero al tener que acompañar a los duques de Windsor desde Madrid a Estoril a finales de junio, con órdenes de Churchill de evitar, con uso de la pistola en último recurso, que fuesen secuestrados por la Gestapo y llevados a Alemania. Por fin consiguió que se embarcaran en un buque de la Royal Navy que los llevó al Caribe para ser gobernadores de las Bahamas.

A mediados de octubre Russell fue enviado a Dakar (Senegal) provisto de viejos mapas del Almirantazgo británico para estudiar los mejores puntos para el desembarco de tropas en Gran Canaria y Tenerife, que el Gobierno británico se proponía invadir si el General Franco concedía permiso a Hitler, en la famosa reunión de Hendaya el 23 de octubre, para enviar fuerzas alemanas a capturar el peñón de Gibraltar. Avisado el ministro Ramón Serrano Suñer por el embajador británico en Madrid, sir Samuel Hoare, el caudillo se mantuvo firme.

Después de un duro entrenamiento en Escocia en 1941, Russell fue nombrado director de seguridad de Jamaica en 1942, y hacia el final de la guerra fue despachado al Lejano Oriente: Rangún (Birmania) y Colombo (Ceilán) en 1944; a Indonesia fue después de la rendición del imperio japonés en agosto de 1945. Durante sus vuelos secretos de la RAF por la costa noroeste de África y las islas atlánticas, Russell aprovechó el tiempo para comprobar y observar la geografía local, a la vez que, pensando en sus investigaciones históricas, ya esbozaba su famoso libro sobre La intervención inglesa en España y Portugal en tiempos de Eduardo III y Ricardo II, publicado por las prensas oxonienses en 1955, justificando así su elección algo prematura a la cátedra del rey Alfonso XIII. [...] (Ian Michael)

(*) Peter E.Russell se trasladó a Gran Bretaña cuando contaba dieciséis años. Estudió en el Cheltenham College. Se licenció en lenguas y literaturas románicas en el Queen's College, donde fue alumno de Dámaso Alonso. Sus estudios de doctorado, en la Facultad de Historia, versaron sobre las intervenciones inglesas en la Península Ibérica durante la Guerra de los Cien Años. Se alistó en 1940 y fue asignado al Intelligence Corps. De 1946 a 1953 fue Fellow del Queen's College. De 1953 a 1981 fue titular de la cátedra Alfonso XIII en Oxford. La incorporación del crucero Canarias al bando insurgente resultó decisiva para el transcurso de la guerra Civil en el mar. El desconocimiento republicano de su avanzado estado de construcción fue un grave error de sus servicios de inteligencia, que sobreestimaron los efectos de los bombardeos aéreos en una zona con densa artillería antiaérea.


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