Persia
Sasánidas



Persia bajo los sasánidas:
En Gaugamela, cerca de Bagdad, Alejandro aniquiló lo que quedaba del ejército de Darío III, quien se dio a la fuga (331 a.C.). Aunque su ejército respetaba a la población de las zonas ocupadas, mandó a arrasar Persépolis como venganza por la quema de Atenas tiempo atrás. Se convirtió en sucesor de Darío III, ejecutó al sátrapa regicida que lo traicionó y rindió honores al Gran Rey. Emprendió los preparativos necesarios para la fundación de su propia dinastía. Hizo planes para hacer de Babilonia la capital del mundo. A la muerte de Alejandro en el 323 a.C. siguió una larga lucha entre sus generales por el trono persa. El vencedor de esta pugna fue Seleuco I, quien, después de conquistar el reino de Babilonia en el 312 a.C., anexionó el resto del antiguo Imperio persa hacia el este hasta el río Indo, así como Siria y Asia Menor. Persia se convirtió en una unidad subordinada dentro del gran dominio de los Seléucidas hasta que fueron expulsados por los partos en el siglo II a.C.

En el 226 d.C. Ardachir I, rey vasallo persa, se rebeló contra los partos, derrotándoles en la batalla de Ormuz (224), y fundó una nueva dinastía persa, la dinastía Sasánida. Continuó conquistando varios reinos vecinos menores, invadió la India, recaudando enormes tributos de los gobernadores del Punjab y conquistó Armenia. También estableció el zoroastrismo como religión oficial de Persia. A Ardachir le sucedió en el 240 su hijo Sapor (o Sahpur) I, quien libró dos guerras sucesivas contra el Imperio romano, conquistando territorios en Mesopotamia y Siria y en gran parte de Asia Menor. Entre el 260 y el 263 perdió sus conquistas a manos de Odenat, príncipe de Palmira y aliado de Roma. La guerra con Roma fue reanudada por Narsés, cuyo ejército prácticamente fue aniquilado por las fuerzas romanas en el 297. Narsés fue obligado a pactar una paz, por lo que la frontera occidental de Persia se trasladó desde el río Éufrates al Tigris, perdiendo además mucho más territorio. Sin embargo, Sapor (o Sahpur) II (que reinó en el 309-379) reconquistó los territorios perdidos durante tres guerras sucesivas contra los romanos.

Enfrentamientos con Roma (s.V):
El siguiente gobernante destacado fue Yazdgard I, que reinó pacíficamente desde el 399 hasta el 420. Aunque en un principio permitió la libertad de culto de los persas cristianos y pudo haber considerado convertirse al cristianismo, se convirtió al zoroastrismo y lanzó una campaña de cuatro años de persecución despiadada contra los cristianos. La persecución la continuó su hijo y sucesor, Bahram V, quien declaró la guerra a Roma en el 420. Dos años más tarde, los romanos derrotaron a Bahram y, mediante los términos del tratado de paz, prometieron la tolerancia de los zoroastras dentro del Imperio a cambio de un tratamiento similar de los cristianos de Persia. En el 410 la débil Roma de Honorio, tutelada y dependiente de jefes militares, había sido saqueada por Alarico. Los francos y los visigodos se hacían fuertes en sus territorios incrementando su dominio e independencia. En el 424 los persas cristianos declararon su independencia de la Iglesia occidental.

A finales del siglo IV los heftalíes, o ‘hunos blancos’, se expanden por el Turquestán y en el año 425 ocupan Sogdiana y Bactriana. Derrotan al rey persa Peroz II en el 483 y durante algunos años después exigieron enormes tributos. En el mismo año, el nestorianismo se convirtió en la doctrina oficial a la que se adhirieron los persas cristianos. Kavad I favoreció las enseñanzas de Mazdak (hacia el siglo V), sumo sacerdote zoroastra que intentaba establecer la propiedad comunal. En el 498 Kavad fue depuesto por su hermano ortodoxo Zamasp, pero con la ayuda de los heftalíes, Kavad fue restaurado en el trono en el 501. A principios del siglo VI los heftalíes dominaban gran parte del este de Irán. Durante su larga presencia en Persia se mezclaron intensamente con las poblaciones indioiranias. Siguieron siendo un problema militar en Persia y en la India hasta la llegada de los turcos en el siglo VI. Kavad libró dos batallas inconclusas contra Roma y en el 523 retiró su apoyo a Mazdak, y ordenó masacrar a sus seguidores. El hijo y sucesor de Kavad, Cosroes I, obtuvo el éxito en sus guerras con el emperador bizantino Justiniano I y extendió su dominio al mar Negro y al Cáucaso, convirtiéndose en el más poderoso de todos los reyes Sasánidas. Reformó la administración del Imperio y restauró el zoroastrismo como religión estatal. Su nieto Cosroes II, inició una larga guerra contra el emperador bizantino en el 602 y hacia el 616 había conquistado prácticamente todo el suroeste de Asia Menor y Egipto. Una expansión mayor fue detenida por el emperador bizantino Heraclio I, quien entre el 622 y el 627 devolvió a los persas a sus fronteras originales. El último rey Sasánida fue Yazdgard III, durante cuyo reinado (632-651) los árabes invadieron Persia, destruyeron toda resistencia, gradualmente sustituyeron el zoroastrismo por el islam e incorporaron Persia al califato. (Fuente: Encarta)

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