HISTORIA
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Bizancio y sus ejércitos



Bizancio:
Los ejércitos bizantinos:
El ejército de los Comnenos:
Contexto histórico: El desastre de Manzikert en 1071 fue de tal magnitud que supuso el fin de una era. La casi total destrucción del ejército bizantino a manos de los turcos fue una sorpresa incluso para estos últimos, que se encontraron de repente con las puertas de Anatolia abiertas de par en par. Por entonces, el interior de Asia Menor estaba poco poblado, pues el centro de gravedad económico y demográfico del Bizancio se había ido desplazando, a lo largo del siglo XI, hacia la parte europea del Imperio y las regiones de litoral egeo. Así pues, los turcos pudieron asentarse sin demasiados problemas y pronto el sultanato de Iconio (una ciudad del centro de Asia Menor), se convirtió en uno de los principales quebraderos de cabeza de Constantinopla, que también debía hacer frente a la presión de normandos y pechenegos en Grecia y el Danubio. Afortunadamente para Bizancio, la ascensión al trono de Alejo I Comneno (1081-1118) permitió salvar la nueva crisis y sentar las bases para que el Imperio disfrutase -no sin sacrificios- de un último período de esplendor bajo los reinados de Juan II (1118-1143) y Manuel I (1143-1180). Con la ayuda de los soldados de la I Cruzada y con un hábil empleo del reconstruido ejército, Alejo y Juan lograron recuperar la mitad occidental de Anatolia, precisamente las regiones más pobladas y helenizadas. Gracias a ellos, el sucesor de éstos, Manuel Comneno, pudo volver a soñar con volver a convertir a Bizancio en el poder hegemónico del Mediterráneo. Pero los últimos años del reinado de Manuel pusieron claramente de manifiesto que los cada vez más menguados recursos de la Romania eran completamente insuficientes para respaldar las ambiciosas aspiraciones del emperador. La derrota del ejército bizantino en Mirocéfalos (Asia Menor) a manos de los turcos en 1176 puso punto final a los sueños de reconquista del interior de Anatolia. Pero lo peor estaba por venir.

El feudalismo bizantino: la prónoia
Las invasiones turcas que siguieron a la derrota de Manzikert desarticularon los themas de Asia Menor, cuyos menguados efectivos tuvieron que replegarse hacia el oeste. Aunque los viejos themas siguieron existiendo, aparecieron nuevas circunscripciones territoriales llamadas ducados, cuyos gobernadores fueron denominados duques, con unos poderes muy disminuidos en comparación con los antiguos estrategas. Ante la necesidad de levantar un nuevo ejército, a todo lo largo del siglo XII se extendió una práctica feudal que sustituyó al moribundo régimen de pequeñas y medianas propiedades militares en el que se había basado la organización militar bizantina durante el período anterior: la prónoia. Consistía en la entrega vitalicia, a funcionarios civiles y militares y a particulares, tanto bizantinos como extranjeros, del usufructo (renta) de bienes de titularidad estatal de diversa naturaleza (básicamente, tierras e ingresos fiscales), a cambio de diversas prestaciones por parte del pronoiario, principalmente de carácter militar. Los concesionarios de la prónoia disponían de amplias atribuciones sobre los campesinos bajo su dominio, incluidas la imposición de castigos y la exigencia de prestaciones en especie, incluidas las de carácter militar. Se trataba, pues, de una práctica puramente feudal.

Organización y efectivos:
Miguel VII (1071-1078) inició la reconstrucción del ejército bizantino tras Manzikert, reagrupando las unidades supervivientes y realizando nuevos reclutamientos, con los que fue posible poner en pie un contingente de 10.000 hombres de caballería, que servirían a Alejo I para realizar sus primeras campañas. Precisamente, este emperador usó ampliamente la prónoia para tratar de completar las filas de su ejército. La idea era que los pronoiarios prestaran servicio de caballería pesada, mientras que los simples propietarios, e incluso los monasterios, debían proporcionar tropas de infantería ligera. Sin embargo, estos recursos se mostraron insuficientes y Alejo mostró gran preferencia por el reclutamiento de mercenarios extranjeros, especialmente occidentales. Los extranjeros también estaban presentes, como siempre, en los cuerpos de la guardia imperial. Especialmente fiel era la conocida como Guardia Varenga, que estaba compuesta principalmente por rusos, escandinavos y -especialmente desde 1066, cuando los normandos conquistaron Inglaterra- por anglosajones. Esta unidad fue la encargada de la vigilancia del palacio imperial desde que Alejo disolvió lo que quedaba del regimiento Excubitores. Otros mercenarios eran de origen lombardo, franco, búlgaro, alemán, armenio, húngaro e incluso turco. Se comprende que la obediencia y la disciplina de semejantes ejércitos multinacionales fuesen una constante preocupación de las autoridades imperiales.

Las unidades acantonadas en Constantinopla constituían el núcleo de los ejércitos de campaña. Junto a las unidades de la guardia imperial, el contingente se completaba con destacamentos de las guarniciones provinciales y de los estados vasallos, además de tropas mercenarias reclutadas exclusivamente para la campaña que se fuese a emprender (este fue el origen de la I Cruzada, cuando Alejo, al ver que sus recursos militares eran insuficientes para hacer frente a los turcos que dominaban casi toda Asia Menor, se volvió hacia Occidente en busca de apoyo militar; para su sorpresa, el resultado fue la I Cruzada y la conquista de Jerusalén en 1099).

La unidad táctica básica del nuevo ejército era el allagion, una unidad de 300 hombres a cuyo mando estaba el allagator. Normalmente, tres allagia constituían un taxeis, aunque la terminología era variable (taxeis, syntaxeis, lochoi e incluso tagmata). En cualquier caso, los ejércitos bizantinos de esta época eran de un tamaño relativamente pequeño. Entre 2.000 y 6.000 efectivos de caballería eran suficientes para realizar una campaña, siendo muy raras las ocasiones en que se juntasen más de 10.000 hombres. Contando a la infantería, nos encontramos que los mayores ejércitos puestos en pie por los Comnenos no excedían los 30.000 ó 50.000 hombres.

El alto mando:
Desde el reinado de Juan Comneno, la jefatura del ejército de tierra, excepción hecha del propio emperador, recayó en la figura del Gran Doméstico. Se trataba de un personaje muy cercano al emperador y que gozaba de su máxima confianza, siendo habitualmente un amigo íntimo (caso de Juan Axuch en el reinado de Juan Comneno) o de un familiar cercano (Juan Comneno Vatatzes, Gran Doméstico y sobrino del emperador Manuel). Otros oficiales superiores de gran importancia como el Protostrator, el Gran Stratopedarca o el Condestable eran también miembros de la familia imperial o nobles emparentados con ella, tanto bizantinos como extranjeros.

La defensa de Bizancio hasta el fin del Imperio (1204-1453)
Contexto histórico
A la muerte de Manuel los conflictos sucesorios, la imparable feudalización y la colonización económica del Imperio por parte de las repúblicas italianas, no hicieron sino acelerar la decadencia del Imperio. En 1184 Isaac Comneno estableció su propio reino en Chipre, mientras los normandos saqueaban Tesalónica (1185) y Bulgaria recuperaba su independencia (1186). Fueron precisamente las luchas por el poder entre las distintas facciones de la nobleza las que llevaron a la toma de Constantinopla por las tropas de la IV Cruzada en 1204. Como consecuencia, los conquistadores occidentales se repartieron parte del territorio bizantino (Imperio Latino, Reino de Tesalónica, Principado de Atenas, etc.), mientras que surgían estados griegos independientes en Anatolia occidental (Imperio de Nicea), en la costa del Mar Negro (Imperio de Trebisonda) y en Epiro (Despotado de Epiro). Fue precisamente el más fuerte de estos estados, el Imperio de Nicea, el que asumió la continuidad de la tradición imperial, defendiendo exitosamente los territorios bizantinos de Asia Menor frente a los turcos. En 1261, Miguel VIII Paleólogo logró recuperar Constantinopla y puso fin así al Imperio Latino.

Pero el restaurado Imperio ya no era más que una triste sombra de lo que fue. Dominado económicamente por genoveses y venecianos, sin autoridad sobre Grecia (controlada por los latinos) y Trebisonda, bajo la presión constante de búlgaros, serbios y -sobre todo- turcos (que en 1354 se establecen en la orilla europea del Bosforo), y sometido a continuos conflictos internos (especialmente la guerra civil que, a mediados del siglo XIV enfrentó a Juan V Paleólogo con Juan VI Cantacuzeno), el imperio Bizantino pronto no fue más que la capital y algunos territorios dispersos (Mistra y Tesalónica). El final definitivo llegó el 29 de mayo de 1453, cuando los turcos otomanos tomaron Constantinopla al asalto. Los estados bizantinos supervivientes, Morea y Trebisonda, caerían bajo dominio turco en 1460 y 1461 respectivamente.

últimos ejércitos de Bizancio:
Tras la catástrofe de 1204, el Imperio de Nicea recogió el testigo de tradición imperial y estatal de Bizancio. Bajo la dinastía de los Lascaris, y disfrutando de una estructura social y económica más robusta que la del viejo Imperio caído con la IV Cruzada, Nicea pudo empender una política de reconquista de los territorios en manos de los occidentales, política que culminaría con la recuperación de Constantinopla en 1261. Los Lascaris trataron por todos los medios de crear nuevas fuentes de reclutamiento con los que reforzar su ejército. La prónoia fue estimulada con el reparto de tierras confiscadas, y se restableció el antiguo sistema defensivo de los akritai fronterizos. Pero aunque Teodoro II (1254-1258) trató de helenizar lo más posible sus huestes, el ejército seguía basándose, sobre todo, en el uso de mercenarios.

Cuando Miguel VIII (1258-1282) logró recuperar Constantinopla, quedó claramente a la vista que su pequeño ejército de 20.000 hombres era totalmente insuficiente para hacer frente a los muchos conflictos con los que tenía que enfrentarse, tanto en Europa como en Asia Menor. Y, con todo, tal contingente era demasiado elevado para los limitados recursos del reconstituido Imperio. Al comienzo de su reinado, Andrónico II (1282-1328) se encontró con que sólo disponía de 3.000 hombres de caballería (2.000 en Asia y 1.000 en Europa), en un momento en que los turcos reiniciaban la ofensiva. Por entonces, la prónoia ya no tenía ningún valor militar, la flota había sido suprimida y la defensa del cada vez más menguado Imperio descansaba en contingentes mercenarios reclutados aquí y allá, a veces más peligrosos que los propios enemigos a los que se suponía debían hacer frente (alanos, almogávares). Las guerras civiles que se sucedieron en el siglo XIV terminaron por completar la desorganización militar.  El ejército quedó reducido a unos pocos destacamentos. Ni siquiera las unidades de la guardia imperial tenían capacidad militar alguna, quedando reducidas sus funciones a las puramente ceremoniales. Entre los pocos miles de hombres que Constantino XI (1448-1453) logró reunir para la desesperada defensa final de Constantinopla frente a los turcos en 1453, más de la tercera parte eran extranjeros.
Autor: Hilario Gómez | Extraído de: inicia.es/de/bizantino/index.html


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