HISTORIA
Expediciones
Mackenzie



Alexander Mackenzie (1792-1793):
Llegó al Pacífico por teritorio canadiense doce años antes de la expedición de Lewis y Clark. Cruzó norteamérica por primera vez junto con 9 compañeros en una canoa de madera de abedul de 7,6 metros de eslora. Su primer intento le llevó a la costa ártica de Alaska por error siguiendo el recorrido del Río Mackenzie. La búsqueda de la ruta hasta el Pacífico respondía principalmente a un interés comercial en el negocio de las pieles. En la primera etapa hasta llegar al río Athabasca desde Montreal recorrió más de la mitad de la extensión de Canadá siguiendo una ruta bien conocida por los comerciantes de pieles. Pasó el invierno (1787) con el comerciante de pieles Peter Pond. Dos años después del primer intento que terminó demasiado desviado al norte, partió en una nueva expedición organizada con gran detalle. La tribu de los nuxálk (también conocidos como Bella Coola) dedicados a la pesca del salmón, acabarían perdiendo sus tierras y confinados en una reserva. A la llegada de Mackenzie vivían en casas multifamiliares fabricadas con planchas de corteza de cedro.

Río Columbia:
El caudaloso río Columbia recorre 2.044 kilómetros. Fue consignado en un informe de Bruno de Heceta en 1775, quien llamó a su desembocadura Ensenada de Asunción. Fue llamado Río de San Roque en mapas españoles posteriores. Algunos mostraban la zona como Bahía de Hezeta. En 1778 el comerciante marítimo John Meares buscó el río reportado por Heceta sin encontrarlo. La desembocadura fue redescubierta en 1792 por el comerciante marítimo Robert Gray, quien informó de su existencia al capitán de la Royal Navy George Vancouver. En mayo del mismo año Gray volvió a intentar penetrar por la agitada desembocadura y consiguió explorar por primera vez su curso. Lewis y Clark comprobaron que no existía ninguna conexión entre el Misuri y el Columbia.


Conflictos entre franceses y británicos (s.XVIII):
Si bien el tratado de Utrecht, en el año 1713, devolvió la paz entre Francia e Inglaterra, ambos países siguieron el conflicto en territorio americano, al que enviaron tropas y veteranos de las batallas continentales para luchar en los bosque al otro lado del Océano. En esta ocasión, los que soportaron los duros efectos de la guerra fueron los colonos ingleses y los franceses del Canadá. Los nietos de los primeros colonos puritanos empezaron a darse cuenta de que nada bueno obtendrían mediante la tutela de la madre Patria. Más les valía ser ciudadanos americanos que súbditos de ultramar. Las tribus indias, implicadas en guerras ajenas, fueron alternativamente aliadas de ingleses y franceses. La confrontación decisiva entre ambas partes se llevó a cabo en 1755. El primer hecho relevante fue la derrota -cerca de la actual Pittsburg- del general inglés Edward Braddock. Dos años más tarde, sobre el lago George, el fuerte William Henry fue destruido y su entera guarnición aniquilada por los indios que acompañaban al general francés Montcalm de Saint Veran. La respuesta inglesa no se hizo esperar. En 1758, las tropas británicas mandadas por el general James Abercrombrie cercaron a las francesas en Ticonderoga. La encarnizada lucha en la explanada de Fort Carillon fue inútil: tras varios meses de batallas, ingleses, colonos y una parte de los indios iroqeses ganaron la partida. La vía hacia la conquista de las colonias francesas de Canadá estaba libre. (H.Pratt)

El paso noroeste (s.XIX):
Los ingleses insisten en forzar el paso noroeste, que sería el más corto camino de enlace con su colonia Australia. William Parry (1790-1855) llegó en 1818 a la isla de Melville. James Clarke Ross (1800-1862) determinó en 1831 la situación del Polo Norte magnético. La desgraciada expedición de John Franklin (1786-1847) desencadenó la "búsqueda de Franklin", en la que se exploró entre 1848 y 1889 el continente norteamericano, y se evidenció la inutilidad de la vía marítima. La apertura del canal de Suez (1869) hizo que los ingleses desistieran finalmente en su empeño. En las cuatro décadas que siguieron al trágico final de la empresa de Franklin, se produjeron unas cuarenta expediciones de exploración y búsqueda a cargo del gobierno británico o por cuenta de compañías particulares, desde el Atlántico Norte, el estrecho de Bering, o el continente canadiense, al Archipiélago ártico ante la costa norteamericana. Las más importantes de estas expediciones fueron:

  • La de James Clarke Ross, que penetró en 1848-49 en el estrecho de Barrow.
  • La de John Rae (1813-1893), que recorrió por tres veces el archipiélago desde el continente.
  • La de Robert John MacClure (1807-1873) que llegó desde el estrecho de Bering al de Viscount Melville, que ya había alcanzado Perry desde el este.
  • La de Francis L. McClintock (1809-1907), que fue el primer explorador ártico que empleó trineos de perros y halló el primer campamento de invernada de Franklin.

Edward Belcher (1799-1877) condujo la última expedición del gobierno británico durante la búsqueda de Franklin. Los participantes en ella trazaron, en numerosas exploraciones en trineo efectuadas de 1852 a 1854, el mapa del archipiélago canadiense. En la zona de la travesía nordeste quedaban aún por solucionar algunos extremos de los trabajos de Bering y Cook. En 1878 quedó clavado en el hielo Adolf Trik Nordenskjöld (1832-1901), un día antes de que pudiera terminar toda la travesía en un solo período de navegación. Los rusos, que lograron más tarde atravesar varias veces ese paso, se limitaron prácticamente a la apertura de una "ruta marítima nordsiberiana" entre los puertos rusos nórdicos y la costa siberiana. Poco después de que Nordenskjöld completara la travesía, zozobró en los hielos, ante las islas de Nueva Siberia, la expedición "Jeanette", al mando de George de Long (1844-1881), quien por encargo del rey americano de la prensa (que también patrocinó a Stanley), debía llevarle ayuda desde el este.

Las tierras de la Compañía de Hudson fueron adquiridas en 1870 por el recién creado Dominio de Canadá, al que diez años más tarde Gran Bretaña transfirió la soberanía de las islas del alto Artico. En una década, Canadá había multiplicado por nueve su territorio. Las expediciones del noruego Otto Sverdrup en 1896-1902 representaron una amenaza para la soberanía canadiense, cuando cartografió la costa occidental de la tierra de Ellesmere y dio la vuelta a las islas Axel Heiberg y Ringnes con trineos y perros. La reivindicación por Noruega de estas islas cesó en 1930 a cambio de 67.000 dólares, una ganga para un territorio de unos 260.000 kilómetros cuadrados. La isla de Ellesmere es la décima en extensión de todo el mundo. Tiene el asentamiento emplazado más al norte del mundo. Se trata de la base científica Alert, punto de inicio de gran parte de las expediciones al polo norte. Su costa este es contigua al borde noroeste de Groenlandia.

Gran diversidad de la población actual:
Canadá es un inmenso territorio de diez millones de kilómetros cuadrados, que se extiende desde Detroit hasta el Círculo Polar Ártico, donde conviven franco-canadienses abandonados por Francia tras el triunfo de los británicos en 1793 y lealistas del Imperio Británico huidos de la Revolución Americana; inmigrantes y fugitivos de Europa, también de EE.UU. y habitantes de Terranova que por un estrecho margen eligieron convertirse en una provincia canadiense en 1949 tras su bancarrota como dominio autónomo. Recientemente ha recibido oleadas de inmigrantes del Pacífico asiático, a la par que perviven un número significativo de grupos amerindios notablemente diferentes. Un 90% de la población se concentra en unos trescientos kilómetros de la frontera de EE.UU.; la mitad de la población vive en el corredor entre Toronto y Montreal y una cuarta parte vive en Québec, que tiene más de un 80% de habitantes francófonos. El resto de la población vive en el helado norte donde se localiza la mayor proporción de recursos naturales, pero está tan escasamente poblado que hay una mayoría de población amerindia en muchos lugares, además de una clase diferente de minoría francesa en New Brunswick; esquimales inuit en los territorios del noroeste; ucranianos, asiáticos y aún más indios en el oeste; mestizos franco-indios de la boscosa parte central que hablan un criollo mezcla de francés e indio y una gran cantidad de ingleses en Terranova. Pero, además, indios algonquines e inuits juntos constituyen la mayoría de la población en casi la mitad del territorio que reclama Québec; unas poblaciones amerindias con las que ya se han producido conflictos sobre el control de los recursos naturales de los territorios indios tanto del suelo como del subsuelo. (Geertz, 2002)

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