CINE
Hollywod y la Segunda Guerra Mundial



Hollywood y la guerra:
Después de Pearl Harbour prácticamente todas las películas norteamericanas entre 1942 y 1945 -salvo ciertas comedias y algunas producciones musicales- se refieran explícitamente a la guerra y el esfuerzo bélico. Una de las manifestaciones más características del cine norteamericano serían las películas que cantan los valores y el heroísmo cotidiano de los civiles que se quedaron en casa mientras los soldados combatían. El melodrama familiar se transfiguró en películas como La señora Miniver (Mrs.Miniver, William Wyler, 1942), cuyo escenario es Inglaterra en el seno de una familia de clase media que, como el país entero, resiste con estoicismo y buen humor los bombardeos. El mensaje de que los norteamericanos poseían los mismos valores aparece en Happy Land (Irving Pichel, 1943) o Compañero de mi vida (Tender Comrade, Edward Dmytryk, 1944). Las dos compartían el tema de la muerte de un ser querido en el frente, unido a una descripción muy precisa de las condiciones de vida en la retaguardia: la primera en una comunidad idílica del Medio Oeste y la segunda en una industria de guerra que emplea mujeres. Su mensaje era optimista: los que mueren, lo hacen por un mundo mejor y para que las generaciones venideras puedan vivir en libertad. Siguiendo El gran dictador de Chaplin, Ernst Lubitsch realizó Ser o no ser (To Be or Not to Be, 1942), la más feroz sátira de los nazis. Criticada por hacer comedia con el doloroso tema de la invasión de Polonia, sin embargo se situó como una de las obras maestras del cine de humor y una gran demostración del poder corrosivo de la sátira en la propaganda política.

La recreación de los combates se extendieron a todos los lugares, incluso a aquellos en que los norteamericanos no estuvieron presentes. Objective Burma (Raoul Walsh, 1945) fue prohibida en Inglaterra por silenciar la intervención fundamental del ejército británico en la campaña de Birmania. Africa está presente en Sahara (Zoltan Korda, 1943), sobre la caída de Tobruk. Cinco tumbas en El Cairo (Five Graves to Cairo, 1943) fue la segunda película como director de Billy Wilder. Las islas del Pacífico aparecen en Wake Island (John Farrow, 1942), Guadalcanal Diary (Lewis Seiler, 1943), Bataan (Tay Garnett, 1943), Por el valle de las sombras (The Story of Dr.Wasell, Cecil B. De Mille, 1944), La patrulla del coronel Jackson (Back to Bataan, Edward Dmytryk, 1945), Destino Tokio (Destination Tokyo, Delmer Daves, 1943), 30 segundos sobre Tokio (Thirty Seconds over Tokyo, Mervyn LeRoy, 1944). Se dan ciertamente excesos maniqueos como en Air Force (Howard Hawks, 1943), donde el artillero George Tobias derriba un caza y exclama: ¡Japonés frito cayendo! Finalizada la guerra aparecen obras menos triunfalistas que retratan mejor las situaciones dolorosas. También somos seres humanos (The Story of G.I. Joe, William A.Wellman, 1945) se basa en las crónicas del corresponsal de guerra Ernie Pyle.

[Servicio de directores en el ejército:]
Numerosos realizadores sirvieron directamente en las fuerzas armadas. William Wyler sirvió en aviación, arma a la que dedicó en 1944 dos excelentes documentales, Memphis Belle y The Fighting Lady. John Huston, enrolado en el ejército de tierra, realizó The Battle of San Pietro (1944) sobre el avance aliado en Italia y Let There Be Light (1945), un reportaje sobre los problemas psiquiátricos de los soldados veteranos que la censura militar prohibió durante tres décadas, por considerarlo desmoralizador. John Ford trabajó para el ejército (Sex Hygiene, 1941), los servicios estratégicos (Canal Report, 1942) y para la Marina: The Battle of Midway (1942), December 7th y We Sail at Midnight (1943). Antony Veiller, Gottfried Reinhardt, Stuart Heisler y Anatole Litvak, estuvieron a las órdenes del director más popular seguramente de ese período y que mejor se distinguió en el cine documental de propaganda: Frank Capra.

Encargado por el general Marshall del departamento documental del ejército, organizó un grupo de trabajo que se hizo legendario, la 834th Photo Signal Detachment, con el que John Huston y Ernst Lubitsch colaborarían ocasionalmente. Instalado en un viejo estudio propiedad de Darryl F.Zanuck, el grupo llevó a cabo la serie de documentales más famosa de la guerra, Why We Fight, de siete capítulos (1942-1945). El primero, Prelude to War es considerado una obra maestra de didactismo cinematográfico. También fue notable Tunisian Victory (1944), sobre la acción anglonorteamericana en Africa. Los documentales de Capra, inteligentes, persuasivos y patrióticos, ejercieron una enorme influencia en la moral de las tropas y de los civiles.

En Casablanca se introduce el resistente acto de recibir al alto comisario alemán cantando la Marsellesa. En California se recreó la Checoslovaquia de Hitler's Madman (Douglas Sirk, 1943), donde el pueblo se conjura para acabar con un alto funcionario alemán. Se recrea la Francia ocupada en This Land is Mine (Jean Renoir, 1943), donde un maestro encarnado por Charles Laughton enseña a sus alumnos la Declaración de los Derechos del Hombre. Fruto de la alianza militar con la URSS fueron varias epopeyas apologéticas sobre el heroísmo de los campesinos de los koljoses que se enfrentaron a los invasores alemanes: The North Star (Lewis Milestone, 1943) y Days of Glory (Jacques Tourneur, 1944). La más singular es Mission to Moscow (Michael Curtiz, 1943), una insensata justificación de los procesos de Moscú (las purgas de comunistas) y de la política de Stalin a través de las memorias de Joseph Davies, embajador de Roosevelt en el Kremlin, que pocos años después sería utilizada como prueba de la penetración comunista en Hollywood.

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