Política
Largo Caballero



Francisco Largo Caballero Francisco Largo Caballero (1869-1946):
Nacido el 15 de octubre de 1869 en Madrid, desde muy joven trabajó como obrero estuquista. Se integró en el sindicato socialista de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1890 y cuatro años después se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Durante el reinado de Alfonso XIII, fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid en 1905 y en 1911 pasó a ser vicepresidente de la UGT. Como vicesecretario de ese sindicato, participó activamente en la huelga de 1917, por la que fue encarcelado. En 1918 fue elegido diputado por vez primera, por lo que fue excarcelado, así como secretario general de la UGT. Defendió una política colaboracionista con Primo de Rivera, establecido autoritariamente desde 1923, hasta el punto de formar parte al año siguiente del Consejo de Estado. Pocos años más tarde se distanció del régimen. Después de la proclamación de la II República a raíz de la victoria de la coalición republicano-socialista (1931) participó como ministro de Trabajo en el primer gobierno provisional entre el día 14 de ese mes y el 14 de octubre del mismo año, para permanecer en el mismo cargo tanto durante el segundo gobierno provisional, presidido por Manuel Azaña desde ese último día hasta el 16 de diciembre siguiente, como en el primer gobierno constitucional, encabezado también por Azaña, entre ese día 16 y el 12 de septiembre de 1933. Llevó a cabo una reforma de las relaciones entre los trabajadores y los empresarios que se puso de manifiesto en el establecimiento del sistema de jurados mixtos para dirimir las disputas laborales. Debido a esta cooperación con el nuevo régimen, Largo Caballero tuvo que hacer frente a la oposición ejercida por un sector del partido y del sindicato socialistas, liderado éste por Julián Besteiro, quien propugnaba la ausencia de colaboración obrera con la república burguesa. En el XIII Congreso del PSOE, celebrado en 1932, fue elegido presidente y se impusieron sus tesis colaboracionistas.

Proclamación de la Segunda República Triunfo electoral de la CEDA (1933):
En septiembre de 1933 cae el gobierno y dimite Azaña tras los sucesos de Casas Viejas. Los socialistas se niegan a integrarse en el posible gobierno que se formaría tras las nuevas elecciones. En noviembre de 1933 la CEDA gana las elecciones. Deseaba una transformación del régimen desde dentro y especialmente la revisión de la legislación anticlerical azañista. También pretendía limitar la socialización y las autonomías regionales. Gil Robles pactó el gobierno del radical Lerroux sin llegar a una alianza. La extrema oposición a su gobierno provino tanto de la derecha como de la izquierda.

En enero de 1934 Largo Caballero accede a la secretaría general de la UGT en sustitución de Julián Besteiro, el intelectual más destacado del PSOE.

    La revolución de octubre (1934):
    La entrada de tres ministros de la CEDA, hasta entonces separados del Gobierno, en un gabinete de Lerroux, provocó el estallido de un importante levantamiento obrero. Las izquierdas republicanas se aprestaron a la defensa de la República y el movimiento obrero, organizado por Largo Caballero, proyectó un asalto al Estado. No cuajó en el país, pero sí en Cataluña y en Asturias en donde tomó un carácter revolucionario. En Cataluña el movimiento vino de arriba y fracasó rápidamente. En Asturias vino de abajo y se caracterizó por la unidad revolucionaria y la participacion de los obreros. En Barcelona Companys, sucesor de Maciá en la Generalitat, apadrinó una huelga general de la que fueron excluidos los anarquistas, y se proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal. Pero fue resuelto con facilidad por el general Batet. En Asturias las Alianzas Obreras estuvieron a punto de apoderarse de Oviedo y dominaron toda la región. Fue preciso una auténtica campaña con el ejército, Guardia Civil y fuerzas de la legión traídas de Marruecos por López Ochoa y Yagüe. Sofocaron el movimiento en 15 días. El gobierno salió fortalecido. La represión fue dura, se llenaron las cárceles y se desató una impresionante propaganda de amnistía y malestar. Largo Caballero fue encarcelado por su decidido apoyo a la sublevación obrera.

Consiguió mantener la adhesión de la mayoría del PSOE y de las Juventudes Socialistas a sus postulados, que propugnaban una bolchevización (defensa de los principios más radicales del movimiento obrero) del PSOE, postura que le valió el calificativo de Lenin español, pero las múltiples excisiones del partido le llevaron a abandonar su presidencia en 1935, aunque permaneció como principal dirigente del sindicato socialista UGT. Entre junio y agosto de 1935 los partidos de izquierda y sindicatos construyen el Frente Popular que ganaría las elecciones del 16 de febrero de 1936.

Tendencias divergentes internas sobre la revolución:
En la primavera de 1936, mientras Calvo Sotelo incitaba en sus discursos a la sublevación militar, Largo Caballero dificultaba la reconciliación de los moderados con vanas profecías sobre la revolución. Prieto aconsejaba cautela y Largo Caballero, con quien compartía una animosidad personal, exaltaba a los trabajadores con el inminente triunfo de la revolución. Los ataques del ala izquierda del partido eran violentos sobre Prieto, que consideraba provocaciones insensatas pontificar sobre la agonía del capitalismo y la inevitable victoria del socialismo.

Guerra Civil (1936-1939):
Desde el 5 septiembre de ese año presidió un gobierno en el que estaban representadas todas las fuerzas del Frente Popular y la CNT, al tiempo que asumió el Ministerio de la Guerra. Dimitió de los dos cargos gubernamentales que desempeñaba a mediados de mayo de 1937 a causa del curso desfavorable de la guerra y de los denominados “sucesos de mayo”, en que la disputa entre comunistas y algunos socialistas de un lado y anarquistas y trotskistas de otro, habían llevado al enfrentamiento interno de las fuerzas republicanas. Exiliado en Francia desde enero de 1939, fue apresado por el gobierno de Vichy y trasladado en 1943 al campo de concentración nazi de Sachsenhausen (próximo a la ciudad alemana de Oranienburg, cercana a Berlín); allí permaneció hasta que en 1945 tuvo lugar la liberación del mismo a manos de tropas soviéticas. Murió el 23 de marzo de 1946 en París.

Azaña y Negrín Las afirmaciones revolucionarias:
Intoxicado por los halagos comunistas -Pravda le había bautizado como el Lenin español- dio la vuelta a España profetizando el triunfo inevitable de la inminente revolución ante muchedumbres de trabajadores exaltados. Su más cara ambición era unificar al conjunto de los trabajadores bajo el control socialista. Dadas sus presidencias de la UGT, de la Agrupación Madrileña del PSOE y de la minoría socialista en las Cortes, se encontraba en una posición excelente para llevar a cabo esa política. Sin embargo, Largo cometió un ingenuo error; convencido de que estaba avanzando un paso hacia la realización de su sueño de unificar a las clases trabajadoras bajo la hegemonía del PSOE, consintió en la fusión de los movimientos juveniles socialistas y comunistas. Los comunistas aceptaron contentos que el movimiento juvenil llevara un nombre que daba la impresión de una toma de poder socialista: Juventudes Socialistas Unificadas. De hecho, el nuevo movimiento cayó con rapidez bajo el dominio de los más dinámicos comunistas. Esto significaba la consiguiente pérdida de 40.000 jóvenes socialistas de la FJS hacia el PCE. Desde hacía tiempo, Santiago Carrillo, líder de la FJS, había entablado relaciones con Moscú. Dado que había empezado ya a asistir a las reuniones del Comité Central del Partido Comunista, es difícil creer que no se hubiera pasado ya del PSOE al PCE. Sin embargo, es dudoso que Largo caballero fuera sincero una sola vez en sus afirmaciones revolucionarias. Pragmático, siempre preocupado por promover los intereses de los afiliados de la UGT, Largo solía dirigir desde atrás y a secundar las tendencias dominantes en la militancia, no tanto por convicción como por la determinación de no quedar desfasado. Pese a toda la retórica empleada, la única arma real de que disponía la izquierda a principios de 1936, la huelga general revolucionaria, nunca fue utilizada. Por el contrario, cuando Joaquín Maurín, uno de los líderes cuasitrotskistas del POUM, planteó en abril una propuesta seria de revolución, fue tachado de utópico peligroso por los seguidores de Largo Caballero. En definitiva, las discrepancias entre Largo y Prieto debilitaron a la República. (P.Preston)


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