Agua
Destrucción



Agua: Destrucción:

El tsunami de Lisboa y la voluntad de Dios:
Según Z.Bauman el desastre de Lisboa (1755) marcó el momento de reconocimiento de la inutilidad de la teodicea tradicional. A pesar de que la Teodicea, etimológicamente justificación de Dios, forma parte del ámbito más amplio de la Teología natural, a menudo ambos términos se toman como sinónimos. La Teodicea es una rama de la filosofía que tiene como objetivo la demostración racional de la existencia de Dios mediante razonamientos, así como la descripción análoga de su naturaleza y atributos. El término teodicea fue creado en el s. XVIII por Leibniz como título de una de sus obras: «Ensayo de Teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal», si bien Leibniz se refería con Teodicea a cualquier investigación cuyo fin fuera explicar la existencia del mal y justificar la bondad de Dios. Con este ensayo, no justifica la existencia de un Dios filosófico aconfesional, sino del Dios de los cristianos, con su visión del hombre, del mal y del mundo.

Atlantida arrasada

Destrucción divina:
● «Si vosotros obedecéis los mandatos que yo os prescribo […]. Yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo […] y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite: yo daré también hierba a tus campos para tus ganados, y de ellos comerás y te saciarás. Pero cuidad mucho de que no se deje seducir vuestro corazón, y, desviándoos, sirváis a otros dioses y os prosternéis ante ellos; porque la cólera de Yahvé se encendería contra vosotros y cerraría el cielo, y no habría más lluvia, y la tierra no daría más frutos, y desapareceríais presto de la buena tierra que Yahvé os da» (Deuteronomio 11:13-17).

● La epopeya mesopotámica de Gilgamesh narra que cuando los dioses enviaron un gran diluvio para destruir el mundo, casi todos los humanos y animales perecieron. Solo entonces se dieron cuenta los imprudentes dioses de que no quedaba nadie para hacerles ofrendas. Casi se volvieron locos de hambre y aflicción. Por suerte, una familia humana había sobrevivido, gracias a la previsión del dios Enki, que dio instrucciones a su devoto Utnapishtim para que se refugiara en una gran arca de madera junto con sus parientes y una colección de animales. Cuando el diluvio amainó y este Noé mesopotámico abandonó el arca, lo primero que hizo fue sacrificar algunos animales en honor a los dioses. Después, cuenta la epopeya, todos los grandes dioses se reunieron rápidamente en aquel lugar: «Los dioses olieron el sabor / los dioses olieron el dulce sabor / los dioses se arremolinaron como moscas alrededor de la ofrenda». El relato bíblico del diluvio (escrito más de mil años después de la versión mesopotámica) narra también que, inmediatamente después de salir del arca, «Alzó Noé un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció sobre el altar un holocausto. Y aspiró Yahvé el suave olor, y se dijo en su corazón: “No volveré ya más a maldecir la tierra por el hombre”» (Génesis 8:20-21). (Harari)

► En 1944, para el rodaje de la ambiciosa producción cinematográfica patriótica titulada Kolberg, se desvió un río para simular una inundación. A pesar del gran gasto en medios y hombres dispuesto por un Ministerio de Propaganda que buscaba reforzar la moral de combate y la resistencia civil, el curso de la guerra ya se había tornado contra el III Reich.

Ensoñaciones sobre destrucción total:
Al propio Hitler, consumido por la autocompasión, todo esto le era, claro está, indiferente. «Si hay que perder la guerra —había dicho en una de sus alocuciones de más infausta memoria—, también se perderá la nación… No hay necesidad alguna de considerar cuáles son los requisitos básicos que necesita un pueblo para vivir una existencia primitiva. Es preferible, por el contrario, destruir todas estas cosas, pues esa nación habrá demostrado ser la más débil, y el futuro pertenecerá, en exclusiva, a la oriental, más fuerte. Quienes permanezcan con vida después de que acaben las batallas serán, en todo caso, personas inferiores, ya que entonces habrán caído ya las mejores». El Tercer Reich había profesado siempre un gran amor a la muerte, y en aquellos momentos, aquella pasión estaba a punto de consumarse de forma definitiva. (Hastings)

► En 2009 la isla de Tutuila (Samoa Americana) sufrió los efectos de un terremoto de magnitud 8,3. El temblor originado en la Zona de subducción Kermadec-Tonga, generó tres tsunamis separados. Pago Pago fue arrasada por cuatro olas de entre 4,6 y 6,1 metros de altura, que avanzaron hasta 90 metros tierra adentro. En el punto del epicentro, situado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, se estima que el agua se elevó a una altura de 76 metros.


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