HISTORIA
La geografía y la Biblia



La geografía y la Biblia:
Tras la caída del imperio romano desaparece el sistema de medición por coordenadas y la geografía matemática es sustituida por otra basada en expresiones de la Biblia, que induce a pensar que la Tierra es plana. Las zonas conocidas se habían logrado cartografiar con buen detalle con anterioridad y el retroceso técnico que se produce es considerable. Estos nuevos mapas basados en la Biblia y que que reflejan una concepción teológica del mundo, no tienen carácter científico aunque son obras de una gran belleza. Los teólogos cristianos se sentían obligados a dominar la mayor cantidad posible de conocimientos sobre el universo y el destino del hombre. Situaban el Jardín del Edén como punto central de sus mapas. Las Escrituras, en el apócrifo libro II de Esdras (6; 42), declaraban «seis partes había que tú secaste». Esto inducía a creer que el mundo constaba de seis séptimas partes de tierra, por solo una de agua, y los mares eran solo un elemento secundario e incierto en su esquema. Ante fuentes contradictorias sobre la localización de un lugar la geografía cristiana estaba más interesada en el apoyo de la fe que en los hechos. La tradición cristiana, al querer someter la geografía al dogma, se vio en la obligación de localizar en los mapas cada uno de los parajes bíblicos que aparecían en las Sagradas Escrituras:

Salterio Miguel Angel. Capilla Sixtina La reina de Saba. Piero

  • el Paraíso Terrenal y sus alrededores,

      Según el Génesis el Edén era un paraíso terrestre creado por Dios para el hombre, donde vivían Adán y Eva en una dichosa inocencia. Tras cometer el pecado original Dios los expulsó y envió a sus querubines de modo que nadie pudiese disfrutar de los frutos del Arbol de la Vida y por tanto lograr la inmortalidad. La Biblia situaba el paraíso terrenal entre los ríos Eufrates y Tigris, de lo que se deduce que el legendario paraíso de los judíos tenía un origen mesopotámico. Estas ideas existían entre los sumerios y los babilonios. Según la epopeya del héroe asirio Gilgamesh, el paraíso se hallaba en Dilmun, en las islas Bahrein. En el Nuevo Testamento se describe como la morada de los bienaventurados en el cielo, donde vivirán los justos después del Juicio Final. Según el libro del Apocalipsis, cuando Dios triunfe sobre los poderes del demonio, el paraíso descenderá a la Tierra como una nueva Jerusalén. Exploradores modernos utilizaron el término Jardín del Edén para describir la belleza y la vida del cráter del Ngorongoro. Está situado en las tierras altas de Africa a 2.236 metros de altura y con paredes de unos 600 metros. Los suelos fértiles y el clima benigno posibilitan la presencia de la fauna más rica y diversa.

  • la región de Tarsis,

      Nombre que aparece en la tradición bíblica y fenicia para designar el "País de las piedras preciosas", y, posteriormente, por extensión , el "País de los metales". La mención bíblica arranca de las relaciones entre hebreos y fenicios en tiempos de Salomón; ese nombre, que en época anterior se había aplicado a un lugar indeterminado del Mar Rojo, se utilizó desde entonces para el gran emporio occidental que los griegos llamaron Tartessos. Durante el reinado de Hiram I de Tiro, los fenicios organizaron expediciones regulares a Tarsis, que duraban tres años: el nombre de las naves de Tarsis quedó consagrado para las naves de gran autonomía. En ellas se transportaba oro, plata, estaño y hierro, añadiéndose en algunas menciones el marfil, cuya procedencia del Africa occidental parece segura. Pero la mayor riqueza de Tarsis era la plata, hasta el punto de que las numerosas importaciones en época de Hiram y Salomón, provocaron su devaluación en los mercados orientales.

  • la región de Ofir

      Región del mundo antiguo donde arribaban, desde el puerto de Eziongeber, en el Mar Rojo, los buques de Salomón y el rey de Tiro, Hiram, en busca de oro, marfil, y piedras y maderas preciosas. Se cree que es la actual Arabia Feliz o Yemen, o bien el país de Nova Sofala (Africa austral) o alguna región costera de la India.

  • el reino de Saba.

      En el Antiguo Testamento se alude frecuentemente a los sabeos como oriundos de Saba o Sheba, la cita más importante es la relativa a la visita de la reina de Saba a Salomón (I Sam.10) El pueblo sabeo alcanzó gran riqueza e importancia comercial como intermediario en el comercio entre Oriente y los países mediterráneos. Poseía múltiples colonias en el continente africano. Floreció especialmente entre los ss. XI y I a.de J.C.

División según la mística del número tres:
Quizá hay una idea dentro de este tema de la Ecumene antigua en que no se ha insistido bastante, y es su clásica división en tres partes correspondientes a los tres continentes entonces conocidos: Europa, Asia y Africa. Estos tres continentes formaban parte de la organización cualitativa y jerárquica de la Ecumene, en conformidad con la concepción mítico-religiosa de la época. Esta jerarquía se iniciaba en Dios con su división en tres personas, según el dogma de la Santísima Trinidad, y se extendía hasta el reparto geográfico del mundo en tres continentes, en una múltiple división tripartita conforme con el carácter simbólico y alegórico de una cosmovisión en que la religión lo era todo. En esa mística del número tres encontramos la explicación de la múltiple división a que estamos aludiendo: el reparto del mundo entre -los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet; la adoración del Niño Dios por los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar, a quienes se consideraba embajadores de las tres partes del mundo y, por lo tanto, representantes de toda la Humanidad; sus dones -oro, incienso mirra- eran símbolos del ofrecimiento que se hacía a Dios a través de la representación de los tres continentes. Esta división tripartita caló muy profundamente durante el Medievo en toda la cultura occidental, desde la división cósmica del mundo de ultratumba en Cielo, Purgatorio e Infierno, hasta la organización antropológica del hombre en tres facultades: Memoria, Entendimiento y Voluntad, pasando por la concepción espiritual de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. (José Luis Abellán)

Preste Juan:
Un ejemplo de esa Europa medieval, crédula y religiosa, fue la leyenda del Preste Juan. Durante siglos, todos hablaban de él y nadie sabía si localizarlo en Asia, África o a caballo de uno y otro continente. Lo que se creía de este rey-sacerdote es que moraba en un lugar extenso y poblado de las Indias, que su poder era tal que había vencido al islam, que poseía inmensas riquezas y además era cristiano. Fue una idea viva con la que soñaron misioneros, caballeros y navegantes. Las fuentes del Nilo en el corazón del desconocido continente africano son citadas por Lactancio (s.IV) como ejemplo de postura religiosa que opone el saber mundano a la fe: ¿Para qué propósito sirve el saber? En lo que respecta al conocimiento de las causas naturales, ¿qué bendiciones me reportará el saber dónde nace el Nilo o cualquier otra cosa bajo los cielos sobre la que los “científicos” deliren?

Salomón y la reina de Saba:
Salomón (970-936 a.C.) fue el segundo hijo de David y Betsabé y tercer rey de Israel. Era una personalidad influyente, yerno del faraón egipcio Psusennes II y amigo del rey fenicio Hiram de Tiro. Su activa política exterior se basó en concertar tratados con sus vecinos para preservar la paz e impulsar el comercio. Llegó a almacenar riquezas fabulosas. Llevó a cabo el proyecto de su padre de construir un templo. Sus operaciones militares fueron sobre todo defensivas, fortificando ciudades y reforzando el ejército. Su famosa sabiduría consistía en un gran sentido común con grandes dotes de comerciante, estadista y guerrero. Esta fama creció después de su muerte cuando siglos después fue admirado por musulmanes y judíos por igual. Se le atribuye la autoría del Cantar de los Cantares, El Eclesiastés y algunos Salmos. Su reino fue desmembrado tras su muerte (936 a.C.). Con el incesante crecimiento de su harén, oficiales y servidores, su gobierno degeneró en la explotación y la esclavitud de sus súbditos.
La reina de Saba:
Ignoramos si realmente existió la reina Balquis de Saba que se entrevistó en Jerusalén con el rey Salomón.

    Beduinos y comerciantes árabes llevaban incienso y mercancías preciosas con destino al Mediterráneo por una importante ruta que terminaba en Palestina. Y vino a Jerusalén con camellos cargados de especias y mucho oro y piedras preciosas y se presentó a Salomón y le habló de todo lo que se había propuesto decirle.(Primer Libro de los Reyes).

Es muy posible que la reina de Saba no se limitara a plantear acertijos al monarca judaico, sino que es probable que tuvieran una animada conversación política. Y los presentes que le hizo de oro y especias raras fueron menos un premio a su "sabiduría y su excelencia" que la compensación de unas concesiones políticocomerciales que Israel hizo a los sabeos. Las fuentes históricas abisinias indican cosas completamente distintas: el contacto entre Salomón y la reina de Saba resultó un idilio. En el siglo XIV d. J.C. nació en Abisinia una novela fabulosa que lleva el título Kebra Nagast ("La magnificencia de los reyes") y que se basa probablemente en antiguas tradiciones populares. En Abisinia, la citada novela es considerada todavía una fuente histórica de primerísima calidad., y lo que en ella se dice acerca del rey judaico y de la reina Balquis, es dogma de estado indiscutible. La reina Balquis, según sostiene el Kebra Nagast, de su viaje a Jerusalén no sólo se llevó es testimonio de la sabiduría de Salomón, sino también el de su virilidad: dio a luz un hijo de Salomón, al que puso el nombre de David y que más tarde, bajo el nombre de Menelik I, había de fundar la dinastía "salomónica" de Abisinia, actualmente reinante. (Wendt)

El Templo de Salomón en Jerusalén:
El pueblo de Israel huyó de Egipto después de sufrir la persecución, la semi-esclavitud y el trabajo forzado. Se asentó en Palestina y con un esfuerzo militar durísimo y prolongado llegó a imponerse a filisteos (palestinos) y jebuseos. Salomón fundó su capital en una ciudadela jebusea a la que llamó Yerushalayim (Ciudad de la Paz). Para señalar el fin del nomadismo y remarcar el carácter teocrático del pueblo de Israel el rey David mandó construir un gran templo. Su hijo Salomón pagaba siete mil toneladas de trigo y siete mil hectólitros de vino al año a Hiram a cambio de madera de cedro, arquitectos, especialistas y albañiles. La cortina que separaba el Sancta Sanctorum del santuario era de púrpura y oro. El Arca de la Alianza estaba rematada por dos gigantescas estatuas en forma de querubín de casi cinco metros de altura. En el año 586 a de C. Nabucodonosor de Babilonia arrasó Israel, saqueó e incendió el Templo y deportó a los habitantes de Jerusalén a Mesopotamia. Según la tradición el Arca de la Alianza no fue profanada porque el profeta Jeremías la ocultó en el lugar donde permanece perdida desde entonces. Sesenta años después Zorobabel con la ayuda del rey persa Ciro (el destructor de Babilonia) reconstruyó el Templo, que volvió a ser saqueado. Herodes el Grande, en la época de Jesús no había terminado la restauración promovida principalmente por Judas Macabeo dos siglos antes. En el año 70 de nuestra era, Tito, hijo del emperador Vespasiano destruyó el templo hasta sus cimientos durante una sangrienta represión. 62 años más tarde, tras la revuelta de Bar Kokheba, Jerusalén perdió su población y su nombre. Los árabes conquistaron Jerusalén en el año 638 y construyeron sobre el Templo la mezquita de Omar (Al-Aqsa). El bien más precioso del estado de Israel, unas desgastadas piedras donde se llora la libertad perdida, es lo único que se conserva del Templo.


La defensa del geocentrismo por la iglesia:
Copérnico retrasa hasta 1543 la publicación de su obra De revolutionibus orbium caelestium, temeroso de la censura eclesiástica. La teoría del doble movimiento de la tierra fue considerada herética y su obra fundamental prohibida. En 1600 la Inquisición romana condena a Giordano Bruno. Uno de los cargos es el de difundir que los mundos son infinitos y que la Tierra no es el centro del Universo. Las autoridades eclesiásticas defendían la concepción aristotélica-ptolemaica. La teoría de los cuatro elementos y la teoría de los lugares naturales es la única aceptada.

    Entonces Josué habló a Jehová entregó a los amorreos ante los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: ¡Sol, detente sobre Gabaón; y tú Luna, sobre el valle de Ajalón¡ Y el Sol se detuvo y la Luna se paró, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. El Sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.

Defender la tesis de que el sol está inmóvil y la Tierra gira alrededor de él es ir en contra de lo revelado por Dios. Galileo mantiene que además del Libro Sagrado, obra literaria que utiliza metáforas, está el Libro de la Naturaleza, creado también por Dios. En 1615 es acusado formalmente ante un tribunal de la Inquisición. Es obligado a abandonar la defensa de las teorías copernicanas y se le prohibe su defensa o enseñanza. Los libros de Copérnico son incluidos en el índice de Libros Prohibidos y se declara que el sol está en el centro del Mundo y que la Tierra no lo sea y que no esté inmóvil es una teoría absurda en filosofía y herética en cuanto a la verdad teológica.

    El Génesis contiene numerosas historias, incluyendo dos versiones y media de cómo se creó el universo. En ellas se nos dice que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y que se nos ordenó "dominar" la Tierra y todas sus criaturas. Pero yo estoy convencido de que fuimos nosotros los que creamos a Dios a nuestra imagen y semejanza, y no al revés... En la actualidad ya no leemos el Génesis en busca de información exacta sobre la historia del cosmos y de la vida sobre la Tierra. Pero deberíamos leerlo con atención para saber lo que pensaban sobre la naturaleza humana algunos de aquellos sabios ancestrales, hace tantos miles de años. Porque el Génesis encierra una verdad fundamental: el reconocimiento de que los seres humanos han alterado su posición en el mundo natural. (Niles Eldredge)


La Biblia y la tradición católica:
El contenido doctrinal de la Iglesia no está limitado a la palabra escrita de los libros bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento, libros sagrados e inspirados por Dios como fuente infalible de la verdad revelada. La voz que reconoce en ellos tal virtud es la de la propia Iglesia, que habla en nombre de Cristo, su cabeza. Los libros del Antiguo Testamento nacieron, por así decirlo, en las entrañas de la misma Iglesia y fueron confiados por el Espíritu Santo y sus coautores humanos a la voz viviente de la Iglesia para su presentación e interpretación. Que la Iglesia esconde la Biblia a sus miembros es pura calumnia; lo que hace es salvaguardarlos de todo error en el uso de la misma (II Pet. 3:15-16) con la gracia del espíritu Santo que vive en ella y, por tanto, en todo aquel que se halle en comunión con ella. Otra fuente doctrinal es la "tradición" católica. Al hablar la Iglesia con la voz viviente del Cristo místico, cuanto ella ha enseñado en todo momento y lugar desde su fundación constituye la doctrina de Cristo. Tal doctrina no deja de ser divinamente verdadera, aunque no esté expresada directa o plenamente en las palabras de la Biblia. Un particular ejemplo de esta doctrina puede apreciarse hoy estudiando las actas, decretos, oraciones y prácticas nacidas en el seno de la Iglesia al recorrer de los siglos y las enseñanzas de los obispos del mundo entero. Una verdad que constituye parte indubitable de la tradición católica puede ser declarada oficialmente por el papa o un concilio general como parte obligatoria de fe que han de acatar todos los miembros de la Iglesia. Toda doctrina así declarada recibe el nombre de dogma de fe, bien tenga por fuente la Biblia, la tradición o ambas. Un sumario autorizado de los fundamentos de la doctrina católica se denomina credo; entre los más conocidos figuran el llamado Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno.


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