La guerra de los Diez años (1868-1878):
La insurrección independentista, preparada por una serie de grandes propietarios rurales del este de la isla, se vio favorecida por la situación creada en España por la revolución de septiembre de 1868. La reina Isabel II (1830-1904), es destronada por La Gloriosa. El movimiento se inició en el ingenio de la Demajagua, propiedad de Céspedes, y en el vecino pueblo de Yara se produjo la proclamación de la República cubana (grito de Yara, 10 oct.1868). Al sumarse a la insurrección, la burguesía liberal imprimió a ésta un carácter más democrático, como se puso de relieve en el congreso constituyente celebrado en Camagüei (febr. 1869), en que se declaró abolida la esclavitud, y en la constitución provisional votada en Guáimaro (10 abril). Lersundi fue inhábil, favoreció la extensión de la lucha y fue sucedido por Dulce (ene 1869).
Valmaseda y Weyler:
A finales de 1868 Céspedes contaba con más de 15.000 hombres que se movían perfectamente por aquellos terrenos. Las fuerzas españolas eran escasas e inexpertas. Los rebeldes actuaban en plan guerrillero. Las tácticas clásicas no servían para combatirlos. Contra ellos se dirigió una columna mandada por el coronel Valmaseda, que llevaba como jefe de Estado Mayor al teniente coronel Valeriano Weyler.
Los españoles habían aumentado su contingente con voluntarios negros libertos y con tropas peninsulares, especialmente con voluntarios catalanes y vascongados, además de otras unidades formadas en Madrid, Asturias, Santander y Cádiz.
Tácticas de Weyler:
En diciembre Weyler sugirió a Valmaseda el procedimiento que debía utilizarse. Era el primer militar profesional que daba oficialidad a las unidades contraguerrilleras. Su máxima era elemental:
Si los cubanos pueden combatir en estos terrenos y en estas condiciones, nosotros también.
Y lo hizo perfectamente. No se contentó con preparar emboscadas contra los guerrilleros, sino que, si era necesario, penetraba en los bosques para perseguir a la guerrilla. Sus procedimientos echaban por tierra las tácticas utilizadas hasta entonces por los ejércitos profesionales.
Para recobrar la importante plaza de Bayamo se organizó una columna mandada por el general Villate, conde de Valmaseda. El teniente coronel Weyler es nombrado jefe del Estado Mayor de esas fuerzas. Embarcan en La Habana y se dirigen a Manzanillo y Vertientes, donde desembarcaron y continuaron por tierra hasta Puerto Príncipe.
El primer encuentro con los independentistas tuvo lugar en Altagracia (provincia de Camagüey), donde la vanguardia española sufrió graves pérdidas. Villate no siente simpatías por Weyler, le tiene por poca cosa.
Cuando el general comenta en alta voz que lo mejor es regresar al punto de partida, Weyler le dice que lo correcto es continuar a San Miguel de Nuevitas, una vez evacuados los heridos a un ingenio cercano. Weyler organiza adecuadamente la columna, echando mano de su enorme experiencia adquirida en Santo Domingo. Las órdenes de Weyler causan admiración del conde de Valmaseda y ordena que el sistema sea adoptado por todas las fuerzas.
En enero de 1869 se libró el primer combate importante entre rebeldes y soldados españoles. Las fuerzas de Valmaseda y Weyler derrotaron cerca de Bayamo a las del general insurrecto Donato Mármol, que contaba con 2.000 hombres bien preparados. Weyler tuvo una destacada actuación y fue ascendido a coronel. Después recobraron Bayano. El alférez Fernando Weyler, de 16 años de edad, marchaba en la columna de su hermano Valeriano y murió en uno de los combates.
Céspedes en Guáimaro:
En abril de 1869 Céspedes estableció su cuartel general en Guáimaro (provincia de Camagüey). En esta población convocó la primera asamblea constituyente cubana, compuesta por 15 representantes que le aclamaron como presidente. En esta asamblea los presentes se declararon partidarios de la anexión a los EEUU. Pero el secretario de Estado, Hamilton Fish, prefería comprarla que liberarla. Cuba no podía entrar en la Unión con esclavos, y los representantes cubanos en Nueva York eran reacios al abolicionismo.
El mando de los rebeldes lo asumió Manuel Quesada, cuñado de Céspedes. En 1870 tuvo que abandonar Guáimaro ante el empuje de las tropas españolas. Su prestigio disminuyó considerablemente. En octubre de 1873, por haber anulado una sentencia de un consejo de guerra que declaraba a su cuñado culpable de abuso de mando, fue depuesto por la Cámara del puesto de presidente. Le sustituyó Salvador Cisneros. Un rico hacendado. En marzo de 1874 fue descubierto en las cercanías de San Lorenzo y murió combatiendo contra los españoles.
Los agitados generales de la Península:
A pesar de la guerra, Cuba era más rica que nunca. El 5 de noviembre de 1867 muere el general Leopoldo O'Donnell en su exilio de Biarritz. El 23 de abril de 1868 muere el general Narváez de una pulmonía. El general Serrano es nombrado líder de la Unión Liberal.
El general Dulce, desterrado a Canarias por conspirar contra Isabel II, es enviado a Cuba a relevar a Lersundi (enero de 1869).
Será un breve gobierno enfrentado a los vehementes comerciantes españolistas de La Habana y es embarcado de vuelta en junio de ese mismo año.
El general Prim es asesinado en Madrid en diciembre de 1870. En Cuba se daba por seguro que «el gatillo se apretó desde La Habana». En años anteriores había promovido constantemente pronunciamientos armados. No era partidario del cambio dinástico de Isabel II por el duque de Montpensier. En 1870 Isabel II abdica en París. En 1873 Polavieja es destinado a luchar contra carlistas y republicanos en Cataluña.
Amadeo de Saboya renuncia ese año al trono español.
Milicianos voluntarios de Valmaseda:
Los milicianos eran llamados voluntarios del Comercio porque recibían su sueldo de los comerciantes. Representaban a los sectores más intransigentes y esclavistas. Weyler recibió el ofrecimiento del comercio de La Habana de crear un batallón de voluntarios, costeado por ellos. Se encuadraron hombres de todos los colores, razas y cataduras. No se les exigía documentación alguna. Se les conoció por los Voluntarios de Valmaseda.
Pronto surgieron incidentes. Era difícil disciplinar a aquel grupo formado hasta por convictos. Jamás toleró a ninguno de sus mandos comer más ni mejor que el último de sus soldados. Era siempre el que más se exponía en los combates y sus hombres le seguían ciegamente. Las misiones que llevaron a cabo hubieran sido impensables con unidades de tropas regulares. Obtuvo una gran victoria en Río Chiquito; y por la heroica defensa que hizo de la ciudad de Holguin, se le ascendió a brigadier. Tenía 34 años y pasó a mandar una brigada en Puerto Príncipe, donde derrotó al jefe rebelde Agramonte.
|