Consideraciones en torno al banco pesquero canario-sahariano. Por Miguel Leal Cruz:
La situación de las Islas en una de las zonas más productivas de los océanos ha estimulado desde siempre las actividades pesqueras. El banco pesquero canario-sahariano servía de atractivo para su explotación por diferentes sectores económicos desde la misma Europa, navíos pesqueros de La Hansa germánica, posiblemente visitaban estas zonas en invierno por imposiblidad coyuntural de sus caladeros habituales en el Mar del Norte, que atraía a pescadores de todo tipo a la búsqueda de una industria ordenada y sistematizada: los salazones y las conservas, que vendían por todo la zona del Mar del Norte Canal de La Mancha y Mediterráneo, a través de un esplendoroso comercio.
Ya en las primeras décadas del siglo XV, se constata la presencia de andaluces, portugueses e incluso gentes venidas del Cantábrico, posiblemente vascos que siempre fueron arriesgados marinos, según A. Rumeu de Armas (1).
Los marinos portugueses en sus navegaciones por esta zona señalaron por primera vez las grandes cantidades de variada pesca existente en las cercanías de Cabo Bojador. Desde principios del siglo XV los navegantes envíados por el Rey Enrique de Portugal exploraron detenidadmente las tierras descubiertas más allá de las costas entre Cabo Guir hasta Senegal, indicando el cronista Azurara que desde 1444 los marinos lusitanos iban a pescar al Sur de Cabo Bojaddor, desde Río de Oro a los mares de Guinea. Otro cronista de la época (1456), Cadamosto, nos dice lo siguiente: "Se encuentran a lo largo de la costa del Sahara muy abundantes peces de diversas especies, buenos y excelentes; unos parecidos a los que se venden en Venecia, y otros, de forma diferente".
Don Diego López de Seguera solicita y obtiene el establecimiento de un castillo y de una factoría pesquera en Agadir en el año 1518, abandonada 18 años después por lo adverso de las luchas contra los indígenas del rey Mohamed, de Fez.
A partir de estos momentos, y durante periodos de mayor o menor esplendor las pesquerías han estado en manos de españoles, isleños canarios principalmente. Para Canarias siempre fue el banco pesquero sahariano la zona de pesca exepcional, ya que las islas son casi una prolongación del mismo, y por tanto en posición geográfica inmejorable para sacar el máximo partido en cuanto a su explotación, como tenía que haberse llevado a cabo hasta fechas recientes.
Los Reyes Católicos intuyen una atractiva y nueva fuente de riqueza para las arcas de la hacienda en la pesca africana y estiman que en provecho de los recursos para la Corona debería ser declarada de regalía -Monopolio del Estado- reservándose así amplias facultades para someterla a toda clase de restricciones que tal vez no pudieron por el carácter casi internacional de la zona. Sin embargo los RR.CC. se reservaron el disfrute de determinadas zonas mediante el arrendamiento a particulares.
La pesca en estas costas al igual que en las Islas fue sumamente importante para el suministro y abastecimiento de los navios con destino a las recientes posesiones coloniales americanas, que surcaban estas latitudes con escala obligatoria en los puertos canarios, especialmente en los viajes de ida y en algunos de retorno.
A mediados del siglo XVIII concretamente en el año 1764, se instala en la factoría de Mar Pequeña, (2) enclave español abandonado en la costa africana, el marino escocés George Glass, quien calificó la riqueza pesquera de estos caladeros como "the best in the Universe"(3), escribiendo un libro que imprimió en Londres a modo de resumen de la Historia de Canarias, haciendo especial mención a las pesquerías. Estudió detenidamente las costas cercanas a África occidental y la totalidad del Archipiélago, concibiendo la idea de la creación de factorías pesqueras en las Islas y en el Sahara costero. Así leemos sus opiniones acerca de la pesca en estos lugares hace ya más de 200 años: "Las embarcaciones empleadas en la pesca son de unas 30, de 20 a 50 toneladas de registro bruto, con dotaciones de 15 a 20 hombres. La Isla de La Palma tiene dos o tres; Tenerife cuatro y el resto pertenencen a Gran Canaria. Los armadores ponen la sal y las galletas. Los marinos, cuerdas, anzuelos y utensilios de pesca. Igualmente embarcan estos últimos vino, aceite, aguardiente, pimiento y cebollas. Los beneficios de la pesca se reparten de igual manera que en el Mediterraneo. El importe total, hechas la deducción de la freza o carnada, sal, galletas, material de expedición y aparejos, es repartida según sigue:
La pesca tiene lugar sobre diversos puntos según la estación, que va desde cabo Noun a cabo Blanco, frente a un litoral sumamente árido del desierto y sin ningún tipo de establecimiento donde abastecerce.
Algunas tribus árabes de carácter nómada viven bajo tiendas de campaña a lo largo de la costa del extenso territorio, pero no poseen embarcaciones y desconocen mucho el arte de la pesca. En cuanto a los buques cruceros de vigilancia enviados desde Mogador, los canarios no tienen nada que temer, puesto que estos navíos del emperador de Marruecos no se aventuran jamás tan al sur por que temen y desconocen estos parajes de tierra de nadie".
Por otra parte analiza concienzudamente el sistema que siguen los veleros para aprovechar el viento y como arribar a los DISTINTOS PUERTOS DE FUERTEVENTURA o de Gran Canaria, e incluso de La Palma, para tratamiento y venta del pescado obtenido en su factoría de la costa sahariana, relación que se ha mantenido hasta prácticamente estos últimos años, si bien en este momento (2000) las cosas han cambiado mucho (4).
El interés por las pesquerías en la costa de Africa, y siguiendo al Dr. Galván Fernández, se incrementa a medida que avanza la tecnología (5) Hacia principios del siglo XX y desde el paso de los siglos, proliferan los estudios sobre la riqueza del banco sahariano, su explotación industrial, posible consumo de la producción en los grandes mercados. En este sentido es importante el informe de Ramón Silva Ferro, secretario de la Legación de Honduras en Londres como protector de la cochinilla en el mercado inglés, eleva petición al gobierno español con vistas al proyecto para establecer una factoría de pesca y preparación de productos pesqueros en la Isla de La Graciosa, que le es concedido en 1876, con adjudicación de terrenos necesarios para aquella finalidad. Por distintas circunstancias aquel proyecto de salazones con el producto bruto que generarían los caladeros africanos, no pudo llevarse a cabo al igual que otros muchos a lo largo de esta segunda mitad del siglo XIX, tal vez por la falta de verdadero interés de las administraciones españolas que siempre veían con temor cualquier tipo de autogestión comercial, lo que infundía recelo a la vista de las circunstancias por las que atravesaba las colonias del Caribe y posibles concomitancias.
Añade el profesor Galván, en este mismo contexto, que en la década de los sesenta del siglo, el pescado salado producido por esta incipiente industria local canaria apenas daba para abastecer el consumo interno de las islas, siendo base de alimentación de la clase menesterosa, por su bajo precio. Parece indicar que no se explotaban adecuadamente los ricos caladeros canario africanos aun siendo los más abundantes del globo y así lo confirma Pérez del Toro, otro estudioso de la época, cuando nos dice: "Respecto a las costas del Sahara, una posesión no interrumpida desde muchos siglos y basada en antiquísimos derechos, da sólo a España el privilegio de explotación de estas pesquerías, como igualmente los vienen haciendo los canarios, extrayendo sólo una pequeña parte de tan inagotalbes recursos" y aconseja que el Gobierno de España para amparo de los barcos de pesca, muchas veces víctimas de atentados de tribus salvajes de la zona, debe enviar algún crucero que recorra aquellas aguas.
Efectivamente tales derechos de pesca en las aguas saharahuis y marroquíes estaban formalmente recogidos en el artículo 57 del Tratado de Comercio entre España y Marruecos del año 1861, ratificado en Madrid el 20 de marzo de 1862. Un dato aislado nos aporta información sobre las enorme riqueza en existencias piscícolas del lugar por aquellos años, cuando se constata que un pescador canario puede conseguir de 100 a 150 tasartes o envases de unos 20 kilos de peso cada uno, en sólo media hora de faena.
Durante las campañas de pesca por el banco, los canarios iban a borde de embarcaciones desnudas y sin apenas obra muerta, llevando una vida de gran sacrificio durmiendo tras el maderamen para evitar la brisa y algunos lo hacían en hamacas un verdadero lujo para la época. Comían sopa de pescado con cebollas de Lanzarote, y sobre todo pescado fresco en sus diversas formas y que por su abundancia no guardaban los sobrantes que eran arrojados al mar despues de cada comida.
Perez del Toro ( 6 ) elogia a los pescadores canarios en sus numerosos escritos y discursos, cuando nos dice:
"España posee las mejores factorías y caladeros pesqueros del Mundo, gracias a los hijos de las leales Islas Canarias, que con su presencia continua en las zonas las han conservado en el tiempo, siendo las Islas uno de los mejores lugares del Atlántico para servir de base a tan poderosa industria y para el comercio e intereses, en tres continentes"
(no se equivocaba en esta afirmación como se ha visto en los últimos años de este siglo actual, por el ajetreo del puerto de Las Palmas, entre otros).
Y añade Perez del Toro que este Archipiélago, que asombró a naturalistas, está llamado a grandes destinos sobre todo en el porvenir de África, ese inexplorado continente hacia donde se vuelven ahora todas las miradas de todas las grandes potencias de Europa. Se pregunta ¿Y qué mano de obra colonizaría África? Considera que será canaria y de esta forma atajar la desconsoladora emigración que aumenta cada día y de paso abrir nuevos rumbos a la actividad de los isleños en las vecinas costas africanas.
¡No al robo de pescado! (11/04/06):
Uso de la expresión aguas moras:
R.A.S.D. |
Canarias y el Sahara Occidental |
Conflictos en la costa sahariana (s.XX) |
J.Reverte
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