Benito Pérez Galdós (1843-1920):
Galdós nace en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843 y fue bautizado en la iglesia de San Francisco de Asís. Su padre fue don Sebastián Pérez Macías (1784-1871) que como subteniente marchó a la península en 1809 a combatir a Napoleón con los granaderos canarios mandados por Juan María de León. En 1823 contrajo matrimonio con doña María Dolores Galdós Medina (1800-1887), cuya familia procedía de Azcoitia (Vizcaya). Las relaciones entre ambos cónyuges parece que fueron buenas, pues don Sebastián era de carácter apacible y dejaba gobernar a su esposa. Tuvieron diez hijos, y Benito fue el décimo y último. Sus hermanos mayores, don Sebastián y don Domingo, emigraron a América. Este último fue su padrino y de ahí que su mujer, doña Magdalena Hurtado de Mendoza se tuviera como su madrina, y después protectora de los primeros pasos literarios de Galdós en Madrid. Su hermano Ignacio siguió la carrera de las armas, y llegaría a ser gobernador militar de Santander y de Canarias. Su hermana doña Carmen casó con don Ambrosio Hurtado de Mendoza, hermano de doña Magdalena. Ambas, cuando enviudaron, se fueron a vivir a Madrid y vivieron con don Benito hasta el final de sus días.
... El 9 de septiembre de 1862 salió el joven Benito de Tenerife rumbo a Cádiz a estudiar derecho en la Universidad central de Madrid.
... En 1870 Galdós publicó su artículo sobre Observaciones sobre la novela contemporánea en España, donde se exponía el programa de la nueva narrativa social del realismo literario. De aquí arrancarán las dos primeras series de los Episodios Nacionales que comienzan con Trafalgar (1872)
... En 1881 comienza la gran época de la novela galdosiana...
Regreso a Canarias:
En octubre de 1894 don Benito hizo su último viaje a Canarias, donde fue apoteósicamente recibido...
... En 1901 obtiene un escandaloso éxito con la representación de su drama Electra, y en 1907 se incorpora a la política activa por el partido republicano para enfrentarse al gobierno tradicionalista de Maura.
... El 19 de enero de 1919 el pueblo de Madrid le erigió, por suscripción pública, una estatua en el Parque del Retiro, realizada por Victor Macho.
Murió el 4 de enero de 1920.
(Domingo de Laguna)
Pérez Galdós. Trafalgar. Comienzo de la batalla:
Un navío de la retaguardia disparó el primer tiro contra el Royal Sovereign, que mandaba Collingwood. Mientras trababa combate con éste el Santa Ana, el Victory se dirigía contra nosotros. En el Trinidad todos demostraban gran ansiedad por comenzar el fuego; pero nuestro comandante esperaba el momento más favorable. Como si unos navíos se lo comunicaran a los otros, cual piezas pirotécnicas enlazadas por una mecha común, el fuego corrió desde el Santa Ana hasta los dos extremos de la línea.
El Victory atacó primero al Redoutable francés, y rechazado por éste, vino a quedar frente a nuestro costado por barlovento. El momento terrible había llegado: cien voces dijeron "¡fuego!", repitiendo como un eco infernal la del comandante, y la andanada lanzó cincuenta proyectiles sobre el navío inglés. Por un instante el humo me ocultó la vista del enemigo. Pero éste, ciego de coraje, se venía sobre nosotros viento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó y nos descargó su andanada.
... El Bucentauro, que estaba a nuestra popa, hacía fuego igualmente sobre el Victory y el Temerary, otro poderoso navío inglés. Parecía que el navío de Nelson iba a caer en nuestro poder, porque la artillería del Trinidad le había destrozado el aparejo, y vimos con orgullo que perdía su palo de mesana.
... [al Victory] el Trinidad le destrozaba con mucha fortuna, cuando el Temerary, ejecutando una habilísima maniobra, se interpuso entre los dos combatientes, salvando a su compañero de nuestras balas. En seguida se dirigió a cortar por la línea por la popa del Trinidad, y como el Bucentauro, durante el fuego, se había estrechado contra éste hasta el punto de tocarse los penoles, resultó un gran claro, por donde se precipitó el Temerary, que viró prontamente, y colocándose a nuestra aleta de babor, nos disparó por aquel costado, hasta entonces ileso. Al mismo tiempo el Neptune, otro poderoso navío inglés colocóse donde antes estaba el Victory; éste se sotaventó, de modo que en un momento el Trinidad se encontró rodeado de enemigos que le acribillaban por todos lados.
Pérdidas aliadas en la batalla:
Además del Trinidad se habían ido a pique el Argonauta, de 92, mandado por Antonio Pareja, y el San Agustín, de 80, mandado por don Felipe Cajigal. Con Gravina, en el Príncipe de Asturias, habían vuelto a Cádiz el Montañéz, de 80, comandante Alcedo, que murió en combate en unión del segundo Castaños; el San Justo, de 76, mandado por Miguel Gastón; el San Leandro, de 74, mandado por José Quevedo; el San Francisco, de 74, mandado por don Luis Flores; el Rayo, de 100, que mandaba Macdonell. De éstos salieron el 23, para represar las naves que estaban a la vista, el Montañés, el San Justo, el San Francisco y el Rayo; pero los dos últimos se perdieron en la costa, lo mismo que el Monarca, de 74, mandado por Argumosa, y el Neptuno, de 80, cuyo heroico comandante, don Cayetano Valdés, ya célebre por la jornada del 14, estuvo a punto de perecer. Quedaron apresados el Bahama, que se deshizo antes de llegar a Gibraltar; el San Ildefonso, de 74, comandante Vargas, que fue conducido a Inglaterra, y el Nepomuceno, que por muchos años permaneció en Gibraltar, conservado como un objeto de veneración o sagrada reliquia. El Santa Ana llegó felizmente a Cádiz, en la misma noche en que le abandonamos. Los ingleses también perdieron algunos de sus fuertes navíos, y no pocos de sus oficiales generales compartieron el glorioso fin del almirante Nelson.
En cuanto a los franceses no es necesario decir que tuvieron tantas pérdidas como nosotros. A excepción de los cuatro navíos que se retiraron con Dumanoir sin entrar en fuego, mancha que en mucho tiempo no pudo quitarse de encima la marina imperial, nuestros aliados se condujeron heroicamente en la batalla. Villeneuve, deseando que se olvidaran en un día sus faltas, peleó hasta el fin denodadamente, y fue llevado prisionero a Gibraltar. Otros muchos comandantes cayeron en poder de los ingleses, y algunos murieron. Sus navíos corrieron igual suerte que los nuestros: unos se retiraron con Gravina, otros fueron apresados y muchos se perdieron en las costas. El Achilles se voló en medio del combate.
Primer Cuerpo. Mandado por Nelson, Victory |
Vanguardia: |
Neptuno, E. |
Scipion, E. |
Rayo, E. |
Formidable, F. |
Duguay, F. |
Mont-Blanc, F. |
Asís, E. |
Centro: |
Agustín, E. |
Héros, F. |
Trinidad, E. |
Bucentauro, F. |
Neptune, F. |
Redoutable, F. |
Intrepide, F. |
Leandro, E. |
Segundo Cuerpo. Mandado por Collingwood. Royal Sovereign |
Retaguardia: |
Justo, E. |
Indomptable, F. |
Santa Ana, E. |
Fougeux, F. |
Monarca, E. |
Pluton, F. |
Reserva: |
Bahama, E. |
Aigle, F. |
Montañés, E. |
Algeciras, E. |
Argonauta, E. |
Swift-Sure, F. |
Argonaute, F. |
Ildefonso, E. |
Achilles, F. |
Príncipe de Asturias, E |
Berwich, F. |
Nepomuceno, E. |
Importancia de la obra de Galdós:
La obra enorme del novelista se divide en tres partes: las Novelas de primera época, los Episodios nacionales y las Novelas contemporáneas, que se complementan para dar un panorama completo del siglo XIX español. Si se perdieran todos los documentos históricos de esos años, eso no tendría mayor importancia a condición de que fueran conservadas las obras de Galdós. Todo está ahí, completo, vivo, real, la vida de la nación durante cien años, bajo la firma del autor. Sus centenares de personajes, históricos o imaginados, tan verdaderos unos como otros, existen para siempre. Los caracteres de esos personajes son tan sorprendentes y de un relieve comparable a los de La comedia humana, y la construcción, la arquitectura de esas novelas tan perfectas como la de Los hermanos Karamazov.
(Max Aub)
Con Cervantes se ha creado el gran arte europeo, que no es otra cosa que la exploración de este ser olvidado que es el hombre, el gran creador de la novela moderna, ha hecho posible que la novela haya descubierto, por sus propios medios, por su propia lógica, los diferentes aspectos de la existencia: con los contemporáneos de Cervantes se pregunta qué es la aventura... con Rocharson comienza a examinar lo que sucede en el interior, a desvelar la vida secreta de los sentimientos; con Balzac, descubre el arraigo del hombre en la historia; con Flaubert explora la tierra hasta entonces incógnita de lo cotidiano, con Tolstoi se acerca la intervención de lo irracional, en las decisiones y comportamientos humanos [y podemos añadir que en Dostoievski se acercan el mal, lo ético y la locura de la divinidad en la conciencia del hombre, con James Joyce se sondea en el subconsciente en el momento presente y Marcel Proust en el pasado]. (Kundera)
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