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Textos sobre isleños en Cuba



Los indianos de Cuba. A La Habana me voy . Alonso Quesada:
Sin ser sargentos de la guardia civil, como es preciso para irse uno a La Habana, unos amigos nuestros de "Fomento y Turismo" emprenderán camino de Cuba cubiertos de encajes. La Habana recibirá entusiasmada tan amables y casi íntimos adornos y pondrá a una de sus vías o bulevares el nombre de Los encajes. Por este pequeño y urbano éxito vale la pena de emprender un viaje largo. Nuestros amigos, tan certeros siempre en sus organizaciones, han inaugurado una exposición de labores. Gratísimo lugar es aquél donde las sutiles prendas nos rodean, con un presentido perfume de íntima limpieza. Pero el viaje a La Habana tiene todo el aire de una emigración sentimental. Generalmente, el isleño va a La Habana para labrar la tierra y a asegurar la vejez en el nido, a la vuelta del trabajo. Doblones áureos, ropas azules, de añil, jipis sin cinta y gordas cadenas de maroma traen, con la satisfacción de su bienestar guachindango, los indianos de Cuba. Bien cubierto el riñón, retornan, pero con el riñón averiado. No obstante, este regreso es al fin la casa de la calle de Triana y a la finca que le compran al antiguo amo que la hipotecó. Riqueza pintoresca y acomodo de hamaca. Pero, al fin, un regreso feliz. En cambio, nuestros amigos los de los encajes volverán a la tierra sin camisas. Se llevan las prendas interiores y las dejan en La Habana, país cálido, bochornoso, donde hay que andar ligeros de ropa. Cuando, mañana, estos amigos regresen sin sus prendas, comprenderán sin embargo que La Habana es un país glorioso. Y aunque algunos señores crean que las camisas tienen once varas, son once varas en las cuales se puede uno meter con confianza y éxito. (Alonso Quesada)


Ernesto Lecuona Ramos:
La capacidad y tendencia a la emigración de los canarios dio lugar, en el pasado, a que muchos de nuestros ancestros fueran protagonistas en la fundación de ciudades americanas. Ya me he referido en más de una ocasión a algunas de estas fundaciones, de las que las más conocidas son las de Montevideo y San Antonio, en Texas. La realidad es que las hay realizadas por los canarios en todos los países americanos. Entre esos países no podía faltar Cuba (que antaño fue tierra preferida de los canarios) y en ella lugares como Artemisa, Santa Cruz del Norte y Santa Cruz del Sur, Candelaria, San Cristóbal, La Palma y Matanzas. En Cuba, que cuenta con unos diez millones de habitantes, una décima parte son de origen canario y más de tres mil son nativos del Archipiélago. No es extraño que la influencia canaria sea grande. Apenas conozco Cuba, sólo he estado una semana y fue La Habana el lugar por el que más callejeé. Sabía que Matanzas había sido fundada por una treintena de familas laguneras y algo pude ver de la hermosa ciudad, aunque hoy, como sucede a toda Cuba, su deterioro es manifiesto. En Matanzas, llamada en otro tiempo la Atenas de Cuba, la huella canaria es indeleble porque está asentada en la cultura y en la influencia que las familias canarias siempre han tenido. El primer periódico publicado en la ciudad (y quizá en Cuba) lo dirigió un tinerfeño: Ernesto Lecuona Ramos, casado con la también tinerfeña Catalina Carta Quintero. Se llamó La Aurora de Matanzas y después La Aurora del Yumuri (el río Yumuri atraviesa la ciudad). Había sido fundado por el canario Francisco Guerra Bethencourt. Después de dirigir otros periódicos en Matanzas, trasladó su residencia a La Habana y dirigió otro diario. Hacia 1900, muy deteriorada su salud, regresó a Tenerife para pasar una temporada de descanso, pero murió ocho días después de su llegada. Era padre de siete hijos, de los que el más juven fue el célebre músico Ernesto Lecuona. (Juan Arencibia)


Longina, emigrante en La Habana:
No hace mucho tiempo en España se vivía una situación difícil. El hambre y las precarias condiciones económicas obligaron a que muchos de nuestros antepasados partieron en busca de mejor fortuna. En este marco tan cercano a nosotros se mueven los personajes de Longina, emigrante en La Habana, el musical canario que se representará hoy [11/10/02] y mañana en el Pabellón Insular Santiago Martín. La obra, una obra de Producciones del Mar, recrea la historia de Longina, una mujer palmera que en pleno régimen de Batista, viaja ilegalmente a La Habana en busca de su marido. El espectáculo es un compendio de dos artes, cine y teatro, unidas por el eje fundamental en este tipo de obras: la música. Todos los detalles están sumamente cuidados como si de un gran rompecabezas se tratara: una propuesta teatral con influencias del rock sinfónico de los 70, en el que los temas musicales no interrumpen la acción, una trama argumental elaborada con sumo detalle, un vestuario rico y colorista y, por supuesto, la música, una fusión entre la música popular canaria (folías, malagueñas) y los diversos tipos de música cubana. La cantante canaria Beatriz Alonso, en el papel de Longina, y las artistas cubanas Yanet Sierra y Narmis Hernández, son las principales intérpretes de este musical dirigido por Severiano García Noda y Mario Vega.
La parte musical en Longina, emigrante en La Habana es fundamental. Formada por músicos cubanos y canarios, los componentes del grupo musical cuentan con una sólida preparación académica, aparte de una notable experiencia, hecho que acredita una correcta ejecución de los arreglos musicales. Los instrumentos que se utilizan son los que se tocaban en la época en la que se ambienta la obra: piano, batería, timbales, congas, trompeta, entre otros.
Regreso a los orígenes:
Para muchos de los actores, trabajar en Longina, emigrante en La Habana ha supuesto una forma de reencontrase con sus raíces. Al actor Paco Pino este musical le toca muy de cerca al reconocer que "mi abuelo materno emigró a Cuba y fue guajiro de tabaco, como se dice allá, y mi esposa es cubana. No resulta atrevido decir que Cuba forma parte de mi vida. Con este trabajo se homenajea la trayectoria personal de muchos canarios".
Una obra multimedia:
El hecho de que en la obra haya tres lenguajes artísticos distintos, hace que de algún modo se combinen tres tipos de escenario. En la escena, un espacio muy cercano al público, se ubican las situaciones que transcurren tanto en La Palma como en La Habana. La orquesta, que se sitúa en un segundo nivel, aborda la historia de la música tradicional cubana y canaria. Finalmente, una enorme pantalla situada encima de la orquesta, sirve de complemento audiovisual de la obra. (José D.Niebla)

Música caribeña en La Palma:
Desde el occidente del archipiélago se mira hacia América. En la isla de La Palma la huella de Cuba es tan visible que desde hace tiempo consiguen más éxito los grupos dedicados a la música cubana que los del folklore canario. Este es percibido como un cuerpo rígido y poco evolucionado, mientras que la música del Caribe tiene el toque cálido y fraternal que nos trae el Atlántico. En el siglo XIX en La Palma se fabricaban los veleros más veloces para cubrir la ruta hacia Santiago y La Habana, donde desembarcaron miles de palmeros que dejaron allí constancia de su amor por la tierra, verdaderos orfebres del campo. El lunes de carnaval trae aún ese recuerdo del desembarco de los indianos, uno de los momentos más celebrados de las fiestas palmeras. (León Barreto, 25/06/07)

Recuerdos de Eleno Machín:
Mi padre se llamaba José y María mi madre. Mi padre estuvo en Cuba, la última vez que fue tenía yo dos años y vino y tenía yo doce años. Allá trabajaba en Zarza del Medio. Contaba de Cuba las cosas del tabaco, cómo se hacía, cómo se elaboraba y ahí había que trabajar también mucho porque ellos decían que se levantaban de madrugada y después iban a guataquear, a pisar la tierra, a matar la hierba; después a las diez o a las once, iban a tomar café y después pal campo otra vez hasta las dos o las tres de la tarde que era la comida. Y así se le pasaron diez años. Mientras el tiempo que estuvo allí, nosotros éramos cinco y que comer no había, la cosa estaba seria. Hoy no, hoy la gente que pasa hambre es porque no trabaja, pero en aquel tiempo es que no había. (Puntagorda, La Palma, 2004)

Incertidumbre del desarraigo:
El emigrante sale de su marco habitual. También hemos dicho: de desarraiga de él. Desarraigarse es dejar la raíz al descubierto, a la intemperie, sin protección. Lo cierto es que, aun en las condiciones que parece que son menos tolerables, salvo casos límite, el individuo se descubre con una capacidad de adaptación un tanto sorprendente. Adaptación relativa, a niveles tal vez de penuria, subtenida por una insatisfacción de mayor o menor alcance, pero por la que el individuo puede creer que dispone, a pesar de todo, de ciertos elementos de certidumbre, motivos de seguridad, defensas contra lo peor. Todo cambio es un riesgo. Todo proyecto de movilidad se mantiene en tensión entre un deseo de cambio y un temor al cambio. Es proyecto, pero es también inquietud. (V.Pérez Díaz, Emigración y cambio social)

En 1993 se realiza la primera coproducción canario-cubana con el corto El largo viaje de Rústico, del cubano Rolando Díaz, siendo nominado a los Premio Goya.


Asociación Canaria (1992):
El Cuba quedan cien mil descendientes de emigrantes isleños y unos 900 emigrantes isleños nacidos en Canarias. Durante el siglo XVI, en la primera oleada de canarios, diez mil isleños emigraron a América, en 1994 residían 1.296 canarios en Cuba. La Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera aglutina a los 892 emigrantes nacidos en Canarias que quedan vivos y aproximadamente unos sesenta mil descendientes directos con sus familias. De los nacidos en Canarias 700 conservan la nacionalidad española, que da derecho a recibir ayudas españolas. La asociación fue fundada en 1992 y lleva el nombre de la madre de José Martí, nacida en Santa Cruz de Tenerife. Está considerada como una organización no gubernamental. La mayor parte de sus actividades están enfocadas a prestar servicio social, asistencial y cultural a la colonia canaria en Cuba. Del servicio de comedor a cursos de geografía o de bordado, la Asociación Canaria de Cuba desarrolla actividades gracias a las aportaciones económicas que recibe de los gobiernos español y canario, alrededor de cuarenta mil euros. Tiene unos 45.000 socios, que pagan una cuota simbólica de un peso cubano al mes, lo que significa medio dolar al año. El presupuesto se logra con la gestión de recursos propios, básicamente el restaurante El Hierro, situado en la última planta de la sede en La Habana, que tiene licencia gastronómica por cuenta ajena.


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