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La música en Cataluña




. La música en Cataluña (s.XX):
En Cataluña se había afincado poderosamente el nacionalismo romántico, que fijó en el siglo pasado formas como la cobla de la sardana, o las corales populares por obra de Pep Ventura (1817-1875) y José Anselmo Clavé (1824-1875), respectivamente. A ello se sumó la influencia wagneriana, que fue profunda y persistente, y que informó, junto con ese popularismo, la música y la teorización de Felipe Pedrell (1841-1922) y posteriormente la de Enric Morera (1865-1942) y la de Lluís Millet (1867-1941). Luego, en una etapa de mayor depuración en el empleo de los materiales folklóricos, y también de una profundización asimiladora de la historia y la cultura catalanas desde un punto de vista más global -muy semejante en algunos aspectos al enfoque de la Generación de la República en Madrid-, hay que mencionar a Jaume Pahissa (1880-1969), autor de Canigó, de la Suite intertonal y de la ópera Gala Placidia; a Baltasar Samper (1888-1966), fallecido en México y autor de una de las más bellas páginas orquestales del neopopularismo español, las Cançons I danses de l'illa de Mallorca; a Federico Mompou (n.1893); a Ricardo Lamote de Grignon (1899-1962), autor de la ópera Hesperia, y al famoso violoncelista Pau Casals (1876-1973), autor de sardanas y de obras corales.

Roberto Gerhard (1896-1970):
El músico catalán más importante fue sin duda Gerhard, autor de valiosos trabajos musicológicos en Barcelona y discípulo de Schömberg. Su obra, especialmente la producida en su exilio de Inglaterra, le convirtió en uno de los compositores más notables de nuestro siglo. Gerhard partió de un nacionalismo que más adelante buscó una síntesis con el dodecafonismo; así su sinfonía Homenaje a Pedrell, en el ballet Don Quijote y en el sorprendente Concierto para violín y orquesta. En sus cuatro Sinfonías (1953,1957, 1960 y 1965) Gerhard fue alcanzando progresivamente un lenguaje desprovisto ya de elementos tradicionales y populares, pero de los que aún queda un impulso vital extraordinario. Su Cuarta Sinfonía es una obra maestra, de deslumbrante brillantez y energía, así como el oratorio La peste, sobre el texto de Albert Camus. Desgraciadamente, la obra de Gerhard no llegó a España (y aún hoy es escasamente conocida), con lo que su posible influencia fue casi nula. Si figura en la obra de Joaquím Homs (n.1906), amigo y discípulo de Gerhard, del que recibió la incitación hacia un lenguaje serial que desarrolló sobre todo a partir de 1955. La producción de Homs es muy extensa; son especialmente interesantes sus Cuartetos, así como Presències (Presencias), para orquesta, y El caminant i el mur (El caminante y el muro), para voz y grupo instrumental, sobre poemas de Salvador Espriu.

En una línea ecléctica, que va desde el exotismo de las Canciones negras hasta las elaboraciones formales y extremadamente abstractas de la Desintegración morfológica de la Chacona de Bach, se halla la obra de Xavier Montsalvatge (n.1912), cuyas últimas composiciones buscan peculiares expresividades atonales. Entre los numerosos compositores catalanes que podrían citarse en posiciones estéticas en cierto modo similares debemos citar a Manuel Valls (n.1920), que ha desarrollado también una amplia labor como historiador de la música moderna.

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