HISTORIA
SAHARA
PRESENCIA ESPAÑOLA




La presencia española en el Sahara Occidental. Notas para una historia:
Artículo publicado en el número 5 de la revista Cuadernos del Ateneo de La Laguna:
La presencia española en el Sahara Occidental, de forma relativamente estable, se remonta a finales del siglo XIX con la ocupación de Río de Oro en el año 1884. Sin embargo, habrá que esperar a la década de los treinta para que la colonización del territorio comience a hacerse efectiva, al extenderse a lo largo y ancho de la zona de soberanía española, que hasta esos momentos había limitado su presencia colonial a escasos puntos costeros.

Este proceso de ampliación efectiva comienza en 1934 con la ocupación de Smara, la ciudad que a finales del XIX fundó Ma el Ainin, personaje de gran influencia religiosa y política entre los saharauis y abanderado en la lucha contra la presencia francesa en Marruecos y Mauritania. También en ese año se produjo la toma por parte del Coronel Capaz de Ifni. En el año 1938, y como consecuencia del intento español por dominar el interior del territorio del Sahara, el entonces capitán Antonio de Oro Pulido llegó a Aaiun. El fuerte establecido por el citado militar, junto a un cobertizo construido con anterioridad por Moian, miembro de la tribu de los Izarguien, fueron las dos primeras edificaciones de la que pasado los años fue capital de la provincia española del Sahara Occidental. En esta nueva etapa de la colonización del Sahara representó un papel fundamental el interés de Francia por conseguir que el territorio bajo jurisdicción española no sirviera de "santuario" a los grupos de saharauis que venían oponiéndose por las armas a la presencia colonial francesa en el noroeste africano.

Esta extensión de la presencia española supuso el inicio de un proceso que cambió por completo la configuración social y las relaciones económicas hasta entonces vigentes en el Sahara. Del nomadeo se pasaría progresivamente, aunque de forma lenta a la sedentarización de los saharauis, y así lo refleja el censo del año 1974, donde el 82% de la población indígena se encuentra establecida de forma fija en distintos núcleos urbanos. En resumen, tal y como señala Emilio Ontañon,

    "España no se interesó realmente por el Sahara hasta el año 1934, momento en el que se producen las expediciones de Galo Bullón y de Oro y sólo a partir de 1938 se inició el desarrollo de Aaiun, tras el asentamiento en la margen izquierda de la Saguia el Hamra de Antonio de Oro, por entonces Gobernador de la zona, junto a sus hombres".

Se inició en esos momentos el más importante intento de sedentarización de la población saharaui. Desde los primeros momentos el Aaiun no sólo será un puesto militar de importancia, también se establecerán pequeños comercios y centros administrativos, al tiempo que "se alumbraron fuentes en una y otra margen de la Saguia el Hamra, y se iniciaron los cultivos, tanto por los organismos oficiales, de un modo experimental y de enseñanza, como por los naturales del país que tuviesen conocimientos agrícolas, a los que se les distribuyeron parcelas". Seis años después de la ocupación por Antonio de Oro del Aaiun, y siguiendo el relato de Galo Bullón, la ciudad contaba ya con "importantes almacenes de sociedades al por mayor, barrio comercial, plazas amplias, calles espaciosas... , escuelas españolas, escuela de Artes y Oficios, hospital, cómodas viviendas y una población indígena que se ha sedentarizado y edifica por su cuenta viviendas para sí y para alquiler, que labra tierras, posee huertas a las que aplica la enseñanza que se les da en nuestra pequeña granja de experimentación, en donde hay instalados además gallineros, vaquería, porquerizas, etc.". Como vemos, la sociedad indígena progresivamente se iba incorporando al nuevo sistema económico que imponía la presencia de los españoles en sus territorios, bien mediante su dedicación a un naciente negocio inmobiliario o con su especialización en actividades agrícolas, sistema en el que algunos veían la posibilidad de huir del modo de vida nómada, siempre sujeto a las difíciles condiciones del Sahara.

Escudo provincia El interés español por la explotación de las más que probables riquezas del mineras del Sahara originó el inicio de una serie de expediciones científicas, que comenzaron en el año 1945, si bien hubo un paréntesis en estas exploraciones en los años 1957 y 1958, como consecuencia de la guerra que tuvo lugar en esos años entre el ejército español y las Bandas Armadas de Liberación (B.A.L.) y diferentes grupos saharauis.

La evolución económica y política del Sahara está directamente relacionada con el desarrollo de las diferentes expediciones investigadoras. En función del objeto de estudio de las mismas podemos distinguir tres etapas:

1.- La iniciada en 1941, por Manuel Alía, con el objetivo de estudiar la posible existencia de yacimientos de hierro, fosfatos y otros minerales. Consecuencia de estos estudios será el encargo a la empresa pública ADARO de los trabajos de campo necesarios para la posible puesta en marcha de los yacimientos descubiertos. Así, en 1955, la citada empresa señalaba en su Memoria anual que "por la baja Ley de estos fosfatos y por su situación geográfica no es posible llegar a una explotación remuneradora a los precios actuales, pero hay en este punto un problema de autarquía que tal vez aconseje llevarlo adelante aún con pérdidas".

2.- La segunda etapa vendrá marcada por las prospecciones petrolíferas. Se inició en 1959 y se extiende en su plenitud hasta 1964. El comienzo de esta fase viene marcado por la aprobación, en marzo de 1959, de la Ley de Hidrocarburos. Durante los años 1960 y 1961 las compañías petrolíferas invertirán en investigación casi 3.000 millones de pesetas. Esta situación provocó una importante reactivación económica y un rápido crecimiento del Aaiun, de forma tal que en 1963, José Mª Ríos, Presidente de ENMINSA (Empresa Nacional Minera del Sahara), señalaba que

    "una de las dificultades mayores con las que se tropezó fue el rápido y desmesurado crecimiento de Aaiun, motivado por la gran importancia de las investigaciones petrolíferas que se llevan a cabo, lo que hacía casi imposible encontrar cualquier clase de alojamiento, tanto para el personal técnico, como para los empleados y obreros".

Sin embargo, esta reactivación fue transitoria, por el escaso interés comercial de los resultados de las investigaciones, en relación con los precios del petróleo en esos momentos.

Las investigaciones petrolíferas, fundamentalmente de CEPSA, llevaron al descubrimiento del yacimiento de fosfatos de Bu-Craa. Esta empresa obtuvo en 1960 nueve permisos de investigación, que afectaban a 2.163.781 hectáreas, siendo uno de los puntos objeto de estudio la zona en la que se encontraba el citado yacimiento. A principios de 1962 CEPSA suspende sus trabajos de campo, para proceder al análisis de los resultados, y en julio de ese mismo año se constituía ENMINSA, si bien desde septiembre de 1961 existía una Comisión del INI, encargada del estudio de las posibilidades mineras del Sahara. Dicha comisión surgió de la entrevista realizada en enero de 1961 entre el Presidente del INI, Sr. Suanzes y los ingenieros Sres. de la Viña y Ríos, siendo presidida por éste último.

3.- La tercera fase se inicia con la constitución en 1962 de la empresa antes mencionada, ENMINSA, y estuvo centrada en la nueva política planificadora del INI sobre el territorio con la posterior constitución, en 1968, de FOSBUCRAA, continuadora de la labor de ENMINSA. Durante esta tercera etapa, el Sahara, y su capital Aaiun, conocieron el momento de mayor desarrollo económico, al aumentar considerablemente su población europea, atraída por las expectativas económicas que generaba el yacimiento de Bu-Craa, al tiempo que se ponía en marcha el Plan de Promoción del Sahara, fundamentalmente destinado a las inversiones públicas en infraestructuras, conducentes a preparar el territorio para el despegue económico que se esperaba como consecuencia de la exportación de fosfatos al mercado mundial. No en vano se preveía que el Sahara se convirtiera en el cuarto productor mundial de fosfatos, tras EE.UU., Marruecos y la URSS.

Escudo Ifni El fuerte despegue del Sahara se fue haciendo evidente a lo largo de esta etapa, pues se observa un progresivo incremento de los presupuestos destinados a la zona y el continuo crecimiento de la población española asentada de forma permanente en la región.

El desarrollo económico del territorio generaba de forma paralela diferentes situaciones que indicaban que algo comenzaba a moverse en el Sahara y en sus gentes en el camino hacia un futuro al margen del colonialismo español. Los primeros síntomas de disconformidad de la población saharaui con la situación existente se produjeron en los últimos años de la década de los cincuenta. Tras la independencia de Marruecos, en 1956, y al abrigo de la idea del Gran Marruecos propugnado por El Fassi, fundador del movimiento nacionalista marroquí, el partido Istiqlal, se produjeron los primeros enfrentamientos armados entre grupos indígenas y tropas españolas en la totalidad del Sahara Occidental y que ha pasado a ser conocido solamente como la Guerra de Ifni. En ella, las Bandas Armadas de Liberación, grupos integrados por elementos que no se habían integrado en las Fuerzas Armadas Reales (F.A.R), lucharon junto a saharauis con el objetivo de dar fin a la presencia española en el territorio. Diferentes facciones saharauis, fundamentalmente erguibat e izarguien, se alinearon con las posiciones marroquíes, logrando no solo importantes avances sino también el repliegue del ejército español en puntos próximos a la costa del Sahara. La fuerte censura de prensa impidió que la sociedad española tuviese conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la colonia africana y sólo las familias de los soldados fallecidos en los combates tuvieron conciencia exacta de lo ocurrido, caso de los cuarenta y dos militares muertos en el combate que tuvo lugar el 13 de enero de 1958 en Edchera, punto a veintidós kilómetros de Aaiun, en el que el Ejército de Liberación infligió un fuerte castigo a las tropas españolas. Diego Aguirre eleva a 152 el total de fallecidos en los enfrentamientos de los años 1957 y 58, a los que añade la cifra de 518 heridos y 53 desaparecidos. La situación en los meses de agosto y septiembre de 1957 queda perfectamente definida por el Gobernador del territorio al afirmar que

    Se está creando una fuerza enemiga que ya hoy es posible sea superior a la nuestra y que con los medios de que dispongo no puedo combatir. A Alcubilla (jefe del E.M.C.) le escribí pidiendo medios en personal y transportes, aunque, por lo que me contestó, no parecen muy propicios a dármelos. A esta gente no se les echa como no sea por la fuerza. Poneros de acuerdo con el Ministerio del Ejército y hacer todo lo posible para proporcionarme medios.

Tras un periodo en el que los españoles no pudieron o no quisieron contrarrestar las ofensivas de las B.A.L., la actuación militar conjunta hispano - francesa, en lo que se denominó OPERACIÓN ECOUVILLON, logró recuperar el territorio cedido y desplazar a la frontera marroquí a los diferentes grupos que venían actuando. En estos enfrentamientos jugó un destacado papel el saharaui Hatri uld Said uld Yumani, chiuj de la facción Bohiat, de los Erguibat, y que será una figura destacada en la historia reciente del Sahara, hasta su fallecimiento en 1997 en Marruecos. Este destacado líder saharaui, inicialmente alineado con los grupos armados, acabará dirigiéndose a las autoridades francesas establecidas en Mauritania en demanda de protección para sus gentes y las de otras tribus. Como más adelante veremos, Hatri uld Said sería en la década de los setenta presidente de la Asamblea General del Sahara y Procurador de las Cortes franquistas, así como hombre de confianza del Almirante Carrero Blanco. En 1975, tras asistir a una sesión de las Cortes en Madrid y realizar una escala en el Aeropuerto de Gando, se desplazó a Marruecos donde se sometió a Hassan II.

La operación ECOUVILLON significó la primera muestra de la política de colaboración entre las autoridades francesas y las españolas en esta parte del noroeste africano que tuvo su continuación en octubre de 1960 cuando tiene lugar en Madrid una reunión entre el Director General de Plazas y Provincias Africanas, General Díaz de Villegas y el Coronel Villiers de L'Isle-Adam, Adjunto al Jefe del Gabinete Militar del Primer Ministro francés. El objeto de la reunión es explicar a las autoridades españolas el proceso de independencia de Mauritania, que culminará el 28 de noviembre de ese año, y los problemas que para ambos países se puedan derivar. El enviado francés apunta como primer problema la probable reacción marroquí de no reconocer a la nueva República Islámica de Mauritania y una más que posible acción subversiva por parte de aquel país con la finalidad de generar descontento entre los mauritanos. En este punto, considera como de vital importancia el papel que puedan desempeñar los indígenas pertenecientes a la tribu Erguibat, a los que cifra en 27 o 28 mil. En su opinión, este importante grupo podría optar por alguna de las siguientes opciones:

  • a) constituirse en nación independiente
  • b) integrarse en el Sahara Español
  • c) unirse al Sahara francés
  • d) integrarse en Mauritania
  • e) unirse a Marruecos.

El Coronel Villiers plantea entonces la necesidad de adoptar dos tipos de medidas. Una de carácter defensivo, consistente en lograr la fijación de los erguibat en Mauritania y el Sahara Español mediante los incentivos económicos necesarios que les permitan vivir sin su tradicional movilidad por la necesidad de pastos para sus camellos y de mercados para su venta. Esto impediría sus habituales traslados al sur de Marruecos, a Gulimin, donde podrían ser sometidos a actividades políticas contrarias a los intereses franco - españoles. Sin embargo, este aspecto defensivo debía verse complementado con otra segunda medida de carácter ofensivo, de forma tal que las actividades petrolíferas en Tarfaya de la empresa italiana E.N.I., dirigida por Mattei, no se desarrollaran fácilmente ni llegaran a tener éxito con "objeto de que no se desarrolle la economía del Sur marroquí, que pudiera atraer a los saharauis." Este último objetivo debía lograrse "por todos los medios". Esta posición francesa, claramente expresada por el Coronel Villiers, fue criticada por el Gobernador General del Sahara, el General Alonso, quien en escrito dirigido al Director General de Plazas y Provincias Africanas, afirmaba lo siguiente:

    Conforme con la idea de que no nos conviene que exista una situación en el sur marroquí que atraiga a los saharauis, es preciso pensar bien en los medios para lograrlo. El Coronel Villiers dice claramente que hay que impedir que las actividades de investigación petrolífera del italiano Mattei en Tarfaya se desarrollen normalmente, para que no lleguen a tener éxito. Entiendo que esto exigirá realizar actos de sabotaje y agresiones contra los que trabajan en dichas investigaciones.

A continuación el General Alonso mostraba su absoluta disconformidad con estos procedimientos, para lo que alegaba varias razones, pero sobre todo, la existencia a escasa distancia de Tarfaya, en la zona española, de trabajos de investigación petrolífera que podrían ser atacados en represalia por las acciones llevadas a cabo sobre la zona marroquí. Por último, el General Alonso señalaba que

    para lograr el fin de que los saharauis no sean atraídos hacia el sur marroquí, es preciso crear una situación más favorable en el Sahara Español y en Mauritania, mediante una continua preocupación por resolver sus problemas económicos, sanitarios y culturales, y elevar su nivel de vida al ritmo más rápido posible. España y Francia tienen más posibilidades y medios que Marruecos y deben ponerse en acción. El dinero empleado en eso será más fructífero y seguramente menos cantidad que el necesario para garantizar la protección de nuestros grupos de investigación petrolífera, en toda la extensión de nuestra Provincia, ante las seguras agresiones que se realizarán como represalia y contestación a las hechas en Tarfaya.

No obstante lo anterior, el día 14 de marzo de 1961, cinco meses después de la reunión entre el representante del Gobierno francés y el Director General de Plazas y Provincias Africanas en Madrid, cuatro técnicos italianos de la Compañía Agip Mineraria, del grupo Mattei, que trabajan en las prospecciones de Tarfaya, "son sorprendidos cerca de la frontera al norte de Aaiun y conducidos a esta población el mismo día". Los ingenieros italianos serán trasladados a Las Palmas el 17 de marzo y ese mismo día una avioneta los traslada nuevamente a Tarfaya. El Gobierno General del Sahara informó que los técnicos italianos se habían perdido como consecuencia del mal tiempo, por lo que fueron trasladados al Aaiun con la finalidad de garantizar su seguridad. Previamente, el 11 de marzo, once técnicos petrolíferos, tres norteamericanos, dos canadienses, un francés y cincos españoles fueron secuestrados en un campamento de la Union Oil Company y trasladados a Marruecos, donde serán entregados a los embajadores de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y España el 21 de marzo por Hassan II, quien había sido proclamado rey el 26 de febrero de ese mismo año. Estas actuaciones parecen poner de manifiesto que se había puesto en marcha lo que el General Alonso expresaba como un temor en su escrito de 19 de octubre de 1960.

Pero la actividad de los servicios de información españoles no fue a lo largo de los años de presencia en el Sahara orientados exclusivamente a la colaboración con la otra potencia colonial. Sólo algunos años más tarde de esta colaboración hispano francesa, se iniciaron contactos entre los servicios especiales españoles y los marroquíes. En efecto, en el año 1964, el entonces Comandante Dlimi, Director de Seguridad Adjunto y el Comandante Youssi, adjunto al General Ufkir, del Servicio de Información Militar del Ejército marroquí visitaron Aaiun en compañía de dos oficiales españoles del Alto Estado Mayor. Su objetivo era coordinar la actuación de los respectivos servicios de información en lo referente a las fronteras de ambos países con Argelia, y evitar posibles actuaciones argelinas en esa zona, que "pudieran crear un incidente que perturbara las relaciones hispano - marroquíes." Esta colaboración en el territorio del Sahara se emprendía tras el éxito de la desarrollada en las plazas de soberanía, Ceuta y Melilla, con la finalidad de restringir la entrada de elementos procedentes de Argelia y Egipto, que posteriormente pudieran dirigirse hacia Marruecos. El Alto Estado Mayor, con esta colaboración pretendía "consolidar al Rey, al tiempo que aumentamos nuestro prestigio en sus esferas oficiales."

Esta política de colaboración entre el Alto Estado Mayor y las autoridades militares marroquíes supuso el inicio, ya en 1964, de la política de simpatía que el organismo militar español mantuvo hacia Marruecos en los momentos decisivos de finales de 1975, que culminaron con la firma de los Acuerdos Tripartitos de Madrid. Como es sabido, la tesis favorable a la entrega del territorio a Marruecos gozó de mayor aceptación en el Estado Mayor, frente a las teorías contrarias sostenidas por sectores de gobierno.

En la década de los sesenta el número de emigrantes españoles, fundamentalmente canarios, comienza a adquirir importancia. Su presencia en diferentes sectores, fundamentalmente en las excavaciones de Bu-Craa, construcción y pequeño comercio, provocó preocupación y malestar entre los saharauis más jóvenes, que denunciaban como los emigrantes, sobre todo los procedentes de las islas, ocupaban puestos de trabajo que en su opinión debían ser ocupados por los naturales del territorio. No obstante, la preocupación del gobierno por el control de la población saharaui llevó a la administración colonial a emplear mano de obra indígena de forma excesiva, de manera que en los presupuestos destinados a la realización de las numerosas pistas que se trazaron durante esos años, el 70 % correspondía a mano de obra saharaui. Según diferentes informes, casi un 30% de la población indígena percibía un salario de la administración española.

Esta sedentarización y proletarización de un amplio sector de los saharauis, junto a la aparición de una incipiente clase media, dedicada al comercio, acelerará el sentimiento nacionalista, que inicialmente se traduce en una demanda de mayor participación en los asuntos del país. Las primeras reivindicaciones de la juventud saharaui estuvieron relacionadas con la necesidad de cambiar el sistema de elección de los chiuj, jefes de fracción y tribu. En los primeros años de la década de los setenta se produjeron las primeras experiencias de elección directa de los chiuj de menor categoría, en un intento de la administración colonial de contar con el respaldo de los sectores más progresistas y jóvenes de la población, ante la evidencia del desprestigio sufrido por los chiuj existentes hasta esos momentos. Diferentes informes elaborados por el Estado Mayor del Sahara recomendaban en esos momentos el apoyarse en lo que se denominaba "grupos progresistas" frente a los sectores conservadores de la población, con el objetivo último de asegurarse una presencia a largo plazo en un territorio sobre el que las Naciones Unidas venían demandando de forma reiterada se iniciara el proceso de descolonización.

Pero frente a estos sectores que demandaban un entendimiento con los grupos que habían adquirido una mayor conciencia se encontraba otro que prefería seguir creyendo en la "inquebrantable lealtad del pueblo saharaui hacia España". En estas circunstancias se produjo la primera gran manifestación de los saharauis, en junio de 1970, como respuesta a la manifestación oficial, convocada para el mismo día por el Gobierno General del Sahara, con la que se pretendía que se expresase el sentimiento de adhesión hacia España, en el momento en que en Naciones Unidas se discutía sobre el futuro del país. Mientras la convocatoria oficial resultó un auténtico fracaso, con la asistencia casi exclusiva de aquellos chiuj absolutamente adictos a la presencia colonial, a la que tantos beneficios personales debían, la realizada como contramanifestación fue todo un éxito. La actuación de la Policía Territorial primero y de la Legión después desembocó en la disolución de la manifestación de forma violenta, con trágicas consecuencias para los saharauis. Durante la operación de represión de la misma se procedió a la detención de Basiri, primer líder nacionalista saharaui, que a partir de esos momentos desapareció. Aún hoy en día no se ha podido esclarecer públicamente que ocurrió en las horas siguientes a su detención, si bien Diego Aguirre, historiador, y en aquellos momentos Comandante del Ejército Español destinado en la Jefatura de Política Interior del Gobierno General del Sahara, señala en su Historia del Sahara Español que tras la orden de expulsión del territorio que contra él se dictó, "nunca llegó a atravesar la frontera".

A partir de esos momentos los acontecimientos se precipitaron. La creación del F.POLISARIO algunos meses después, el desarrollo de las deliberaciones en la ONU sobre el proceso de autodeterminación, los intentos por parte de España de dilatar en el tiempo cualquier vía que pudiera conducir a la independencia del Sahara, así como el desenlace en 1975 con la firma de los Acuerdos Tripartitos de Madrid, son relativamente conocidos por todos. Hoy, veintitrés años después, y tras los acuerdos de Houston, parece próximo el fin de un conflicto consecuencia de una descolonización mal realizada.

Africa en la base del monumento a Colón en Madrid Hemos pretendido, con estos breves apuntes, trazar las líneas generales de lo que fue la presencia española en la antigua colonia del Sahara Occidental y que sin lugar a dudas debe ser objeto de mayor profundidad y análisis. La necesaria limitación de espacio que impone su publicación como artículo en nuestra revista hace que hayamos tenido que limitarnos a hacer un rápido repaso, necesariamente incompleto, que seguramente será ampliado en próximos números. La celebración del referéndum, previsto para los próximos meses, puede significar el inicio de una nueva etapa, en las condiciones que sus habitantes consideren oportunas. Los canarios no debemos permanecer ajenos a lo que allí ocurra, pero en cualquier caso, la decisión corresponde exclusivamente a los saharauis. A ellos les toca decidir cual de las opciones que se les plantean es la más idónea para su futuro.
Autor de la página original: José Luis Reina Delgado

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