Descubrimientos
Poemas Pessoa



Fernando Pessoa (Lisboa 1888-1935):
Nació en una casa de la plaza de San Carlos de Lisboa. Su padre era funcionario de la Secretaría de Estado y redactor del Diário de Lisboa. Su madre, descendiente de una ilustre familia de las Azores, era una mujer de cultura extraordinaria para su época, que hablaba francés, inglés y alemán, leía latín, y escribía versos. Pessoa pasó su infancia y juventud en Africa del sur, donde cursó sus estudios en Durban y en El Cabo. Recibió una educación exclusivamente inglesa, fue un excelente escolar y ganó varios premios de redacción en francés y en inglés. No dejó ni una muestra de nostalgia ni recuerdos escritos de su época en la ciudad portuaria de Durban. En inglés escribió su Diario y algunos de sus poemas y ensayos más notables.

En 1905 regresó a Portugal. Solitario, retraído, forjó su obra lentamente, al mismo tiempo que trabajaba como traductor comercial en inglés y francés. En 1907 abandonó los estudios y montó una pequeña imprenta que resultó un fracaso como negocio. Inició su obra poética en portugués en 1912, con algunos poemas publicados en la revista A Aguia. Esta revista había sido fundada en 1910 por Teixeira de Pascoaes (1877-1952), fundador del saudosismo, como órgano de expresión de esta corriente. En ella sus patrocinadores interpretaban místicamente la historia de Portugal y en ella hizo Pessoa sus primeras críticas. En 1913 publicó en inglés 35 sonetos. Abandonó pronto el grupo de Pascoaes, para ser, con Mário de Sá-Carneiro, uno de los introductores en Portugal de los movimientos de vanguardia. Según Joao Gaspar Simões en la poesía Pauis (Pantanos), escrita en marzo de 1913, Pessoa logra en parte darle la forma por la que él mismo abogaba en su tercer artículo de A Aguia. Los poetas que más tarde se agruparon en torno a la revista Orpheu vieron en Pantanos la descripción de lo que sería su credo estético.

Heterónimos:
El año 1914 fue decisivo en la obra del poeta, por la invención de sus tres heterónimos. Pessoa crea su obra proyectándola sobre cuatro personalidades distintas y divergentes:

  • Alberto Caeiro
  • Ricardo Reis
  • Alvaro de Campos
  • Pessoa mismo

No se trata de seudónimos, ni de un juego de dispersión emocional, sino de individualidades que deben ser consideradas distintas del propio autor. Pessoa llegó incluso a inventar la biografía de sus tres heterónimos.

    El autor humano de estos libros no conoce en sí mismo personalidad ninguna. Cuando acaso siente una personalidad emerger dentro de sí, pronto ve que es un ente diferente del que él es, aunque parecido; hijo mental, quizás, y con cualidades heredadas, pero con las diferencias de ser otro. (Aspectos. Pessoa)

    [...] Cuanto más sienta, cuanto más sienta yo como varias personas,
    cuantas más personalidades tenga,
    cuanto más intensa, estridentemente las tenga,
    cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
    cuanto más unificadamente diferente, dispersamente atento,
    esté, sienta, viva, sea,
    más poseeré la existencia total del Universo,
    más completo seré por el espacio entero.
    (Alvaro de Campos)


Obras:
La obra poética de Pessoa, muy dispersa, ha sido recogida en nueve volúmenes de obras completas, de los que interesan especialmente los cinco primeros: Poesías de Fernando Pessoa (1942), Poesías de Alvaro Campos (1944), Poemas de Alberto Caeiro (1946), Odas de Ricardo Reis (1946) y Mensaje (Mensagem, 1945), único libro de poemas portugueses que publicó en vida (1934). Su obra ensayística ha sido recogida: Páginas de estética y de teoría y crítica literarias (1967), Páginas íntimas de autointerpretación (1966) y textos filosóficos (1968).

Mar Português

O mar salgado, quanto do teu sal
São lágrimas de Portugal!
Por te cruzarmos,quantas mães choraram,
Quantos filhos em vão rezaram!
Quantas noivas ficaram por casar
Para que fosses nosso, ó mar!

Valeu a pena? Tudo vale a pena
Se a alma não é pequena.
Quem quer passar além do Bojador.
Tem que passar além da dor.
Deus ao mar o perigo e o abismo deu,
Mas nele é que espelhou o céu.

Mar Portugués

¡Oh mar salada, cuánta de tu sal
son lágrimas de Portugal!
¡Por cruzarte, cuántas madres lloraron,
cuántos hijos en vano rezaron!
¡Cuántas novias quedaron por casar
para que fueses nuestra, oh mar!

¿Valió la pena? Todo vale la pena
si el alma no es pequeña
Quien quiere pasar allende el Bojador
tiene que pasar allende el dolor.
Dios al mar el peligro y el abismo dio,
mas fue en él donde el cielo se miró.

O Infante

Deus quer, o homen sonha, a obra nasce.
Deus quis que a terra fosse toda uma,
Que o mar unisse, já não separasse.
Sagrou-te, e foste deventando a espuma,

E a orla branca foi de ilha em continente,
Clareou, correndo, até ao fim do mundo,
E viu-se a terra inteira, de repente,
Surgir, redonda, do azul profundo.

Quem te sagrou criou-te português
Do mar e nós em ti nos deu sinal.
Cumpriu-se o Mar, e o Império se desfez.
Senhor, falta cumprir-se Portugal!

El Infante

Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace.
Dios quiso que la tierra fuese toda una,
que el mar uniese, ya no separase.
Consagróte, y fuiste desvelando la espuma,

y la orla blanca fue de isla en continente,
clareó, corriendo, hasta el fin del mundo,
y vióse la tierra entera, de repente,
surgir, redonda, del azul profundo.

Quien te consagró te creó portugués.
Del mar y de nosotros en ti nos dio señal.
Cumplióse el Mar, y el Imperio se deshizo.
¿Señor, falta por cumplirse Portugal!

D.Sebastião, Rei de Portugal

Louco, sim, louco, porque quis grandeza
Qual a Sorte a não dá.
Não coube em min minha certeza;
Por isso onde o areal está
Ficou meu ser que houve, não o que há.

Minha locura, outros que me a tomem
Com o que nela ia.
Sem a loucura que é o homen
Mais que a besta sadia,
Cadáver adiado que procria?

D.Sebastián, Rey de Portugal

Loco, sí, loco, porque quise grandeza
Cual la suerte no la da.
No cupo en mí certeza;
Por eso donde el arenal está
Quedó mi ser, el que hubo, no el que hay.

Mi locura, que otros me la tomen
Con lo que en ella iba.
¿Sin locura qué es el hombre
más que la bestia sana,
cadáver aplazado que procrea?

D.Fernando. Infante de Portugal

Deu-me Deus o seu gládio, porque eu faça
A sua santa guerra.
Sagrou-me seu em honra e em desgraça,
As horas em que um frio vento passa
Por sobre a fria terra.

Pôs-me as mãos sobre os ombros e doirou-me
A fronte com a olhar;
E esta febre de Além, que me consome,
E este querer grandeza são seu nome
Dentro em min a vibrar

E eu vou, a luz do gládio erguido dá
Em minha face calma.
Cheio de Deus, não temo o que virá,
Pois, venha o que vier, nunca será
Maior do que a minha alma.

D.Fernando. Infante de Portugal

Dióme Dios su acero, para que yo haga
su santa guerra.
Consagróme suyo en honor y en desgracia,
en las horas en que un frío viento pasa
por encima de la fría tierra.

Púsome las manos en los hombros y doróme
la frente con la mirada;
y esta fiebre del Más Allá, que me consume,
y este querer grandeza con su nombre
dentro de mí vibrando.

Y yo voy, y la luz del acero erguido relumbra
en mi faz calma.
Lleno de Dios, no temo lo que vendrá,
pues, venga lo que viniere, nunca será
mayor que mi alma.

Cenotafio [héroe anónimo portugués]:
[...] Murió por la Patria, sin saber cómo ni por qué. Su sacrificio tuvo la gloria de no conocerse. Dio la vida con toda la entereza del alma: por instinto, no por deber; por amor a la Patria, no por conciencia de ella. La defendió como quien defiende a una madre de quien somos hijos, no por lógica, sino por nacimiento. [...] Es anónimo como el instinto que le mató. No pensó que iba a morir por la Patria; murió por ella. No decidió cumplir su deber; lo cumplió. A quien no tuvo nombre en el alma, justo es que no preguntemos qué nombre definió a su cuerpo. Fue portugués; no siendo tal portugués, es el portugués sin limitación. Su lugar no está al lado de los fundadores de Portugal, cuya estatura es otra, y otra la conciencia. No le cabe la compañía de los semidioses, por cuya audacia crecieron los caminos del mar y hubo más tierra que caber a nuestro alcance. Ni estatua ni lápida narre quién fue el que fue todos nosotros; como es todo el pueblo, debe tener por túmulo toda esta tierra. En su propia memoria lo debemos sepultar, y ponerle por lápida tan sólo su ejemplo. (Ultimo fragmento del Apéndice del Libro del desasosiego)


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