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El Holandés Errante



El Holandés Errante:
Es el nombre de un buque creado por la fantasía de varias generaciones de marineros. Alerta sobre el quebrantamiento de la festividad del Viernes Santo, día en que el Señor permaneció enterrado en el santo sepulcro. La leyenda circula desde la época de los primeros viajes de descubrimiento. Los marinos a menudo ven visiones y escuchan sonidos que no parecen de este mundo. Gran parte de estas extrañas apariciones pueden ser actualmente atribuidas a fenómenos físicos bien estudiados.

La historia del Holandés Errante es muy famosa. Se trata de una historia salida de la imaginación de los marineros que habla de un duro e intrépido marino condenado a vagar eternamente sobre la superficie del mar. Se ha señalado con mucho acierto que las leyendas sobre condenados a la vida eterna en el mar tienen su contrapartida en tierra en las leyendas del Judío Errante, Cartaphilus, o la de Al Samiri, el hombre que hizo el becero de oro. [Según la que parece ser la historia primitiva], en el viejo castillo de Falkenberg, en la provincia de Limburg, un espectro ronda por las noches y se oye una voz que grita entre las ruinas ¡Asesino, asesino! Grita dirigiéndose al Norte, al Sur, al Este y al Oeste; y antes de que se escuchen los gritos, aparecen dos pequeñas llamas que le acompañan se gire hacia donde se gire. Hace seiscientos años que grita y durante todo ese tiempo las llamas le han acompañado. (Rappoport) El despechado de amor Reginald asesinó a su hermano y a su esposa y huyó al norte acompañado de una forma blanca a su derecha y una forma negra a su izquierda. Caminó hasta el límite de la tierra y un barquero que luego desapareció le condujo a bordo de un gran barco con las velas desplegadas. Seiscientos años lleva navegando esa nave sin timón ni timonel y durante todo ese tiempo han estado las dos formas jugándose a los dados el alma de Reginald.

Versión de marineros alemanes:
Según una leyenda, El Holandés Errante se llamaba Bernard Fokke y era un marino que vivió en el siglo XVII, osado e inteligente, que fue capaz de vijar de Batavia a Holanda en noventa días. Se suponía que podía viajar tan rápido gracias a la ayuda del diablo y a los poderes mágicos del propio Fokke. Esta creencia se vio reforzada por el hecho de que Fokke era un hombre de constitución muy fuerte, muy feo y de carácter violento. Cierto día no regresó de uno de sus viajes y la gente dio en decir que el diablo había reclamado lo suyo. Se dijo que Fokke había sido condenado, por sus muchos pecados, a vagar eternamente en su barco desde el cabo de Buena Esperanza hasta el extremo sur de América. Todos los marinos del océano Indico aseguraban haberlo visto a él y a su tripulación, que consistía en tres ancianos de largas barbas. Tan pronto como alguien trataba de hablar con ellos, el barco desaparecía.

Versión de Jal (Scènes de la vie maritime, Vol I):
Había una vez un duro y temerario capitán holandés que no creía en Dios ni en los santos ni en nada. Un día partió hacia el Sur y todo fue bien hasta que llegaron a la latitud del cabo de Buena Esperanza. Allí se levantó una tormenta y el barco corrió un gran peligro. La tripulación y el pasaje aconsejaron al capitán que se acercara a la costa, pero él se rio de los los temores de tripulantes y pasajeros. Comenzó a cantar terribles canciones burlándose y riéndose de la tempestad y blasfemando contra la Providencia. Una celestial figura descendió del cielo para recriminarle su osadía a lo que el capitán respondió con un disparo primero y luego abalanzándose contra el emisario, quien lo maldijo y condenó a vagar sin llegar a puerto jamás. "Se te considerará un diablo del mar. Vagarás sin cesar por todas las latitudes y nunca hallarás reposo ni buen tiempo. La sola visión de tu barco, que seguirá rondando hasta el fin de los tiempos, traerá la desgracia a quien lo vea".

Versión de los marinos franceses (s.XVIII):
El Voltigeur u Holandés Errante [La volant Hollandais] envía borrascas, hunde barcos y hace perder el rumbo. Hay marinos que dicen que se atreve a visitar barcos que pasan cerca y que envía cartas que hacen volverse loco al capitán que las lea. Tiene el poder de elevar barcos y arrojarlos desde lo alto, así como de cambiar de aspecto a voluntad. Su tripulación está tan maldita como su capitán porque está formada por pecadores en grado extremo.

Reseña en un diario inglés sobre el suceso del Bacchante (1881):
A las cuatro de la mañana el Holandés Errante se cruzó por delante de nuestra proa. Una extraña luz roja, como de barco fantasma brillaba por todas partes, y en medio de ella resaltaban claramente los mástiles y velas de un bergantín a unas doscientas yardas de distancia. El vigía del castillo de proa lo divisó por el lado de babor y el oficial de guardia también lo vio claramente desde el puente, así como el guardiamarina, que fue enviado al castillo de proa. Para cuando llegó no podía verse vestigio ni señal alguna de ningún barco ni cerca ni lejos en el horizonte; la noche estaba clara y el mar en calma. En total lo vieron treinta personas. Pero no se pudo averiguar si se trataba de Van Diemen o El Holandés Errante, o quién. El Tourmaline y el Cleopatra, que navegaban a estribor nuestro, nos hicieron señales preguntándonos si habíamos visto esa extraña luz roja. (citado por Bassett en Wanderships)

Inspiración de numerosas obras posteriores:
El barco fantasma o El Holandés Errante es tema de muchas obras literarias. Son muy famosos: The Phantom Ship, del capitán Maryat, y la ópera de Wagner Der Fliegende Holländer. El libreto de Wagner está inspirado en el séptimo capítulo de la novela del alemán Heinrich Heine Memorias del Señor de Schnabelewopsky. Se desarrolla en la costa de Noruega en tiempos no precisados. Longfellow incluye en su Birds of Passage un poema corto titulado El barco Fantasma. Este poema, según explica el propio Longfellow, está inspirado en la historia que Cotton Mather relata en su obra Magnalia Christy.

Bibliografía:
W.C.Hazlitt, Dictionary of Faiths and Folklore, s.v. Sailors and Marine Superstitions. | Thorpe, Northern Mythology. | W.Bassett, Wanderships. | Angelo S.Rappoport (1928), El mar, M.E.Editores.


La misma singladura cada día:
Hace cincuenta años yo era un hombre respetado y poderoso y vivía en Argel; el afán de lucro me empujó a equipar un barco y darme a la piratería. Llevaba ya un tiempo dedicándome a este negocio cuando un día, en Zante, acogí a bordo a un derviche que quería viajar de balde. Mis compañeros y yo éramos gente burda y no respetábamos mucho al santo varón, yo mismo incluso me burlaba de él. Pero, como en una ocasión, en un rapto de sagrado fervor, me reprochara lo pecaminoso de mi vida, se apoderó de mí la ira una noche en que había estado bebiendo mucho en mi camarote junto con mi timonel. Furioso por lo que me había dicho aquel derviche, y que yo no hubiera consentido que me dijera siquiera un sultán, subí a cubierta a toda prisa y le hundí mi puñal en el pecho. Moribundo nos maldijo a mí y a mi tripulación a no poder morir ni vivir hasta que nuestras cabezas rozaran la tierra. El derviche murió y lo arrojamos al mar burlándonos de sus amenazas. Pero aquella misma noche se cumplieron sus palabras. Una parte de mi tripulación se rebeló contra mí. Luchamos con furia denodada hasta que mis partidarios sucumbieron y a mí me clavaron al mástil. Pero también los rebeldes sucumbieron a sus heridas y mi barco fue pronto una inmensa tumba. También a mí se me turbó la vista, me quedé sin aliento y creí morir. Pero era solo una rigidez que me tenía atado; la noche siguiente, a la misma hora a la que habíamos arrojado al derviche al mar, todos mis camaradas y yo despertamos: la vida había vuelto, pero no podíamos hacer ni decir nada más que lo que habíamos dicho y hecho aquella noche. Así llevamos cincuenta años navegando, no podemos vivir ni morir, pues ¿cómo podríamos llegar a tierra? Con loca alegría navegábamos siempre a toda vela hacia cualquier tormenta, porque esperábamos estrellarnos contra un escollo y que nuestras fatigadas cabezas descansaran por fin en el fondo del mar. No lo conseguimos. (Wilhelm Hauff, La historia del barco fantasma, 1826)

El aventurero protagonista naufraga y se ve obligado a subirse a un barco lleno de cadáveres que navega por sí solo. Libra a la tripulación maldita siguiendo los consejos del sabio anciano Muley. «La historia del barco fantasma» («Die Geschichte von dem Gespensterschiff») fue escrita por Hauff en 1825 y publicada en 1826. En su obra puede notarse la influencia de los grandes románticos de la época Tieck, Jean Paul y Brentano. Murió a los 24 años (1827) dejando inacabada su novela Memorias de Satán, que guarda algunas semejanzas con la obra de E. T. A. Hoffmann.


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