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FARO DE ORCHILLA



El faro de Orchilla. El Hierro (1933):
Una noche, poco antes de la Primera Guerra Mundial, un barco español navegaba entre tinieblas procedente de América. Entre reniego y reniego el capitán maldecía la negrura de la noche y de las olas, oteando el horizonte en busca de algún signo que le guiase. Unas masas rocosas, sombras atlánticas cargadas de amenazas, hicieron peligrar la vida de los marinos y pasajeros, ya agotados tras la larga travesía. Entre ellos se encontraba el ingeniero José Herbella, que concibió la idea de un faro que iluminara esa frontera natural con América. Se encontraban frente a la punta de Orchilla, en la isla de El Hierro. El barco se alejó en aquella ocasión en busca del faro de Maspalomas en la isla de Gran Canaria, y es posible que entre sus marineros se encontrara el que se encargó, poco tiempo después, de transportar al Hierro, en velero, la piedra de Arucas necesaria para construir el faro más occidental de Las Canarias. Fueron bastantes viajes hacia ese antiguo enclave del meridiano 0. Una vez allí, una hilada de camellos se encargaba de transportar la piedra hasta la montaña de Orchilla.

El faro se encendió por primera vez en el año 1933 y durante mucho tiempo el petróleo llegó cada dos semanas al puerto de la Restinga en un correíllo procedente de Tenerife. Desde allí, también en velero, era transportado a un fondeadero cercano al faro.

    El proyecto de José Herbella, Jefe del Servicio Central de Señales Marítimas, data de 1924. Con la ayuda del ingeniero Eloy Campiña, el técnico Antonio de Montesdeoca llevó a cabo el proyecto, que incluía el importante elemento de un aljibe. El 25 de septiembre de 1933 la maquinaria es puesta en funcionamiento por el torrero Carmelo Heredia junto con su compañero Rafael Medina Romero.

Tres fareros se turnaban para su mantenimiento. Siempre debía haber dos viviendo allí, pues si sucedía algo, uno tendría que ausentarse para buscar ayuda. Como dicen que ocurrió aquel día, durante la Segunda Guerra Mundial, en que aparecieron veintisiete náufragos, procedentes de un barco que había sido torpedeado. Aunque no supieron entenderse, fueron atendidos hasta que llegaron las autoridades y se los llevaron misteriosamente.

    Este episodio se asemeja a un acontecimiento que se relata en Noticias generales e históricas sobre la isla de El Hierro. El 6 de diciembre de 1784 y apareció en agua de Naos un bergantín inglés-americano que destacó tres sucesivas lanchadas, que contenían un total de 36 hombres y mujeres, enfermos, como después se pudo comprobar.

Allí vivieron los fareros con sus familias, hasta que el uso de la energía solar les relevó de su función más importante: el mantenimiento del nivel de petróleo. Del encendido y apagado se encarga una célula fotovoltáica, gracias a los crepúsculos, y de la limpieza de las lentes un duendecillo herreño.

Características técnicas:
Clasificado como de primer orden, su aparato óptico de 184 cm. de diámetro completa un vuelta cada 20 segundos, lo que produce un destello blanco cada 5 segundos, que es su identificación. Su foco está elevado 132 m. sobre el nivel del mar. 106 m. corresponden al terreno donde se levanta, 21 m. a la torre y los otros 5 m. a la linterna de 3,5 m. de diámetro y al torreón. El alcance de la lente es de 35 millas en tiempo medio. Ésta se enciende aproximadamente 15 minutos después de ocultarse el sol y se apaga 15 minutos antes de la salida. Su base de piedra es cuadrada, con un alzado octogonal y una torre cilíndrica. Su torre se eleva majestuosa sobre la sencillez de la casa, de influencia isabelina.
Autor: Juan A.Martínez Jaén
Extraído de: nti.educa.rcanaria.es/nereida/faros.htm

Traslado del meridiano a Greenwich:
Desde el siglo XVI, la isla de El Hierro fue conocida como La Isla Del Meridiano. El lugar se encuentra dentro del municipio de El Pinar. En 1885 durante una conferencia en Washington se decidió trasladar el meridiano de referencia a Greenwich, a las afueras de Londres. En ese avanzado centro científico se llevaban a cabo exhaustivos cálculos para la mejora contínua de las cartas de navegación. Durante muchos años las marinas mercantes de los distintos países utilizaron cartas y almanques de elaboración británica. Para precisar longitudes se realizaban observaciones astronómicas en instantes determinados por numerosos cronómetros tan precisos como la técnica de la época permitiera. La potencia naval de Inglaterra destacaba por el número de exploraciones e investigaciones, la formación de sus científicos y el avance de instrumentos de medición.


El primer farero (1933):
Yo llegué al faro de Orchilla en el correíllo. Nos llevó hasta allí por primera y única vez porque íbamos con los muebles para el faro, el petróleo y otras cosas. Esa primera vez llegué en el Viera y Clavijo y desembarcamos en el muelle del faro, que está a 1.800 metros de éste. El pueblo más cercano era Sabinosa, que no íbamos casi nunca, al otro lado de la montaña en el valle del Golfo. La comunicación era generalmente con El Pinar, no había carretera y tardábamos hasta cinco horas, y en El Pinar ya encontrábamos un taxi hasta Valverde y luego hasta el puerto de La Estaca, para embarcar en el correíllo. En aquella época no había aeropuerto, ni aviones, ni nada. Ibamos en dos o tres caballerías, con dos o tres arrieros. Una para nosotros [al poco de llegar se enamoró y casó con una mujer de El Pinar], otra para la comida, otra con las maletas y era una cosa agradable a los 20 años. Eso era una especie de aventura y la repetíamos cada cuatro meses que salíamos con permiso. Al volver igual; teníamos la costumbre en la mitad de la cumbre parar, sacábamos nuestras tortillas, nuestras sardinas; los arrieros sacaban su gofio y sus cosas, departíamos media hora de descanso y continuábamos hasta el faro. (Entrevista de Y.M. a Carmelo Heredia, 1999)


Abastecedora del faro de Orchilla:
Concepción Quintero Morales (Concha) entró en el faro de Orchilla en 1959 y salió de él en 1988. Casi 30 años en los que trabajó codo con codo con su marido, que entró de abastecedor hasta que, al poco tiempo, lo hicieron peón. La función de abastecimiento la asumió entonces ella. Los faros funcionan en la actualidad de forma automatizada, pero cuando requerían la presencia de personal trabajando y residiendo en ellos, tan importante era que encendiera cada noche con sus destellos, como garantizar el abastecimiento y el correo. "Yo bajaba a Sabinosa dos veces en semana. Con un burrito y camino para abajo y camino para arriba. Las cartas llegaban a Sabinosa y venía a buscarlas, y ya de paso me encargaba de la comida: pan y papas, sobre todo, porque el pescado lo cogía él", dice, refiriéndose a su marido y a la excelente pesca que se podía obtener con la caña en la orilla. "Tú pela las papas, que yo para la noche traigo el pescado", le decía. El pescado lo podían poner a la mesa fresco a diario. La carne la salaban."No había nevera. Yo tuve la nevera tres años antes de jubilarse mi marido. La carne la salábamos cuando matábamos cabras, porque cabras sí teníamos bastantes". Y aunque se podría pensar que por ello tendrían suficiente cantidad de queso propio, ella nos sitúa enseguida en una realidad más difícil: "No podíamos hacer queso. Era tanto el calor que no servía", asegura. Debían conformarse con la leche del día. Para una mujer, vivir en un lugar tan apartado y en estas condiciones, no sólo era duro por el trabajo diario en sí mismo. Como madre que fue en cuatro ocasiones, era, más que duro, arriesgado para su propia vida. Valentina la de Sabinosa, que fue tan conocida en todo el archipiélago por su voz, era más popular en su pueblo por sus habilidades como comadrona. Y de tal ejerció con Concha en sus cuatro partos, dos en el faro, a donde llegó la primera vez a caballo por el risco, porque no había carretera, y la segunda en el coche del torrero Luis Callao, que estaba en Sabinosa y fue avisado con ¡palomas mensajeras! (Teresa Correa, marzo 2005)


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