Poemas
Puertos



Dos en el crepúsculo:
y arranca de las frondas un rumor
muy leve que se extiende
entre rápidos humos y las luces primeras
dibujan ya los muelles
(Eugenio Montale)


Los puertos, las sirenas,
los barcos en la noche, todo iba
perdiéndose, alejándose.
Yo, delante de ti, triste, abatido.
(Rafael Guillén)
Encendida de ti, llama en tu fuego,
varada ya en tu orilla, puerto y ancla,
presintiendo las cifras de la resta,
mientras sumo otra vez amor y duda.
(Concha Lagos)
Amé siempre esas poblaciones disímiles
al parecer robadas de las manos del mar
pequeñas villas junto a la arena
puertos escandalosos en la ebriedad del salitre
(Roque Dalton)
El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa..!
(Concha Méndez)
Formidable relincho es tu voz dura;
tienes, con extendido señorío,
una torcida crin en cada río
y en cada fuerte puerto una herradura.
(Francisco de la Torre)
Y en la profunda noche,
en fino tumbo abrillantado,
partió el bote muriente
a los puertos lejanos.
(José María Eguren)
Un rumor de guitarras perezosas
en los puertos azules donde la palma florecida mece,
ebria, su danza lánguida
nos dirá que el amor es tan sólo un sorbo de verano.
(Pablo García Baena)
Puerto de Refugio, puerto de la Isleta,
donde hallan cobijo todas las naciones
y tiñen el cielo, como una paleta,
todos los colores de sus pabellones.
(Juan Millares Carló)
Ya el puerto, en la distancia, es una sombra vaga,
una quimera errante, un sueño que se esfuma ...
Junto a la negra costa mi corazón naufraga
y hacia la isla vuelve convertido en espuma.
(Fernando González)
No hay bajel que en su camino
Le iguale o rinda altanero,
Que es el buque más velero
Que nació en puerto español.
(Ignacio Negrín)
Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el barranco profundo de la escollera.
(Eugenio Montale)

he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
(Antonio Machado)

Os Lusiadas. Luis de Camões
Ya las islas Canarias visto habiendo,
que tuvieron por nombre Fortunadas,
luego a las hijas fuimos conociendo
del viejo Esperio, Hespéridas llamadas,
tierras por donde maravillas viendo
anduvieron (sabrás) nuestras armadas;
allí tomamos puerto con buen viento
por de tierra tomar mantenimiento

En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor. (Baudelaire)

A suave brisa redujo la borrasca y las olas callaron. Se alegraron de verlas amansarse y El los llevó hasta el puerto deseado. (Salmo 107)

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