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Textos Medusas



Medusas:
Las felicidades del infeliz. G.Papini:
Desdichadamente, no llegaban más que hacecillos truncados de algas, valvas de caracoles violáceos, sin esplendor, fragmentos de madera quemada, láminas de mármol vítreo redondeadas por las olas, cadáveres flácidos y repugnantes de medusas. Pero yo, a despecho de las desilusiones de todos los días, me obstinaba en esperar. (G.Papini)

Las flores del mar. José Emilio Pacheco:
Danza sobre las olas, vuelo flotante,
ductilidad, perfección, acorde absoluto
con el ritmo de las mareas,
la insondable música
que nace allá en el fondo y es retenida
en el santuario de las caracolas.

La medusa no oculta nada,
más bien despliega
su dicha de estar viva por un instante.
Parece la disponible, la acogedora
que sólo busca la fecundación,
no el placer ni el famoso amor,
para sentir: ­Ya cumplí,
ya ha pasado todo.
Puedo morir tranquila en la arena
donde me arrojarán las olas que no perdonan.

Medusa, flor del mar. La comparan
con la que petrifica a quien se atreve a mirarla.
Medusa blanca como la X'Tabay de los mayas
y la Desconocida que sale al paso y acecha
desde el Eclesiastés al pobre deseo.

Flores del mar y el mal las Medusas.
Cuando eres niño te advierten:
Limítate a contemplarlas.
Si las tocas, las espectrales
te dejarán su quemadura,
la marca a fuego, el estigma
de quien codicia lo prohibido.

Quizá dijiste en silencio:
­Pretendo asir la marea,
acariciar lo imposible.

Nunca lo harás: las medusas
no son de nadie celestial o terrestre.
Son de la mar que no es ni mujer ni prójimo.

Son peces de la nada, plantas del viento,
quizá espejismos,
gasas de espuma ponzoñosa

En Veracruz las llaman aguas malas.

Canto VI. Vicente Huidobro:
[...]
Suenan perlas
Llaman perlas
El honor de los adioses
Cristal nube
El rumor y la lazada
Nadadora
Cristal noche
La medusa irreparable
Dirá espectro
Cristal seda
Olvidando la serpiente
Olvidando sus dos piernas
Sus dos ojos
Sus dos manos
Sus orejas
[...]

Estancias para un torneo. Angelo Poliziano (1454-1494):
[...]
Entre tus armas encontré reclusa
la imagen que me enciende y arrebata;
si la hórrida faz de la Medusa
he visto cómo al blando Amor maltrata;
si de pavor mi ánima confusa
en tu seguro asilo se recata;
si amor contigo a excelsitud me llama,
guíame, Diosa, al puerto de la fama.

La mujer tatuada. José Juan Tablada:
[...]
Como submarinas medusas
en espejismos de Atlántidas
ruedan sus ojos en blanco
[...]
(1922)

Palabras escritas en la arena.... Gastón Baquero:
[...]
Llega el sueño del mar, el niño duerme garabateando en la arena,
escucha, tú velarás, tu estarás, tú serás!
«Sí, es Agamenón, es tu rey quien te despierta,
Reconoces la voz que golpea en tus oídos».
¿Por qué vas a despertarle rey de las medusas?
[...]

¿Qué fuego de tiniebla.... Vicente Gerbasi:
¿Qué fuego de tiniebla, qué círculo de trueno,
cayó sobre tu frente cuando viste esta tierra?
Pasaron costas negras, arbustos inflamados,
barcas con piñas, cocos, bananas, chirimoyas,
sobre un mar tenebroso con medusas y anémonas.
[...]
(de Mi padre el inmigrante)

Nocturno mar. Xavier Villarutia:
[...]
Mar que arrastra despojos silenciosos,
olvidos olvidados y deseos,
sílabas de recuerdos y rencores,
ahogados sueños de recién nacidos,
perfiles y perfumes mutilados,
fibras de luz y náufragos cabellos.

Nocturno mar amargo
que circula en estrechos corredores
de corales arterias y raíces
y venas y medusas capilares.

Mar que teje en la sombra su tejido flotante,
con azules agujas ensartadas
con hilos nervios y tensos cordones.
[...]

Son de negros en Cuba. Federico García Lorca:
Cuando llegue la luna llena
iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago,
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Cantarán los techos de palmera.
Iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña,
iré a Santiago.
Y cuando quiere ser medusa el plátano,
Iré a Santiago
con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con la rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
Mar de papel y plata de monedas
Iré a Santiago.
[...]

Me falta tiempo para.... Pablo Neruda:
[...]
En Italia te bautizaron Medusa
por la encrespada y alta luz de tu cabellera.
Yo te llamo chascona mía y enmarañada:
mi corazón conoce las puertas de tu pelo.
[...]

¿Quién eres?. Gabriel Celaya:
Con cambiarte de traje, te cambio también de alma.
(No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres.)

Si te revuelvo el pelo tú ríes locamente
mientras a mí me duele sentirte tan informe.

Tanto puedo variarte que no sé ya qué quiero.
Tú puedes serlo todo. Tú eres la misma nada.

Y te ríes, y acaso, si tus labios me buscan
son sólo una medusa de silencio anhelante.

Canto de partida. Miguel Arteche:
[...]
y recuerdo la dorada leyenda de los años
de juventud furiosa en la ciudad, las tardes
de verano ardoroso, los pies sobre escaleras
de metal, los avisos eléctricos cansados
con pupilas de rojos párpados, los libros
de poesía mordidos en la noche. ¡Y ahora, adiós,
adiós calles, adiós conversaciones
sobre el destino del hombre, adiós señuelo amargo
que encandiló los ojos de nuestra adolescencia,
adiós suave medusa, adiós puerta cerrada!
[...]

Despedida. Luis Zalamea Borda:
[...]
Te fuiste.
Irremediablemente huiste de mi vida.
Fue el océano tu cómplice fortuito:
zarpaste al borde de un balandro cualquiera
una tarde cualquiera.
Yo me quedé sobre la playa dilatada,
salpicado de ocaso, solitario en la arena.
Te fuiste.
Nos habíamos amado con la furia de los 25 años.
Todo fue cerca al mar:
besos de sal y yodo,
mordiscos de medusa enloquecida,
saltos de delfines en celo,
abrazos hasta brotar la sangre marinera.
[...]

El fuego y la poesía. César Moro:
[...]
Amo el amor de ramaje denso
salvaje al igual de una medusa
el amor-hecatombe
esfera diurna en que la primavera total
se columpia derramando sangre
el amor de anillos de lluvia
de rocas transparentes
de montañas que vuelan y se esfuman
y se convierten en minúsculos guijarros
el amor como una puñalada
como un naufragio
[...]

Eros es el agua. Gioconda Belli:
[...]
mar de la noche con lunas sumergidas
tu oleaje brusco de pulpo enardecido
acelera mis branquias los latidos de esponja
los caballos minúsculos flotando entre gemidos
enredados en largos pistilos de medusa.
[...]

Qinto. Ana Rossetti:
Y decirle: Acúsome, reverendo padre. Acúsome del descuido que os reveló
mi rostro, de la negligencia de mi velo en ocultar mi codicia. Acúsome del
lazo que tendí a los pies de vuestra reverencia, de la tela de araña emboscada, del grillete que aprisionó vuestra mirada en mi sombra. Acúsome de ser lanza en el vientre, medusa entre las piernas, desvelo de vuestra reverencia y sed. Acúsome de clavaros la aguda y persistente dentellada de los rosales del remordimiento.
(de Virgo Potens, 1994)

Eula Varner/Ornella Mutti. Antonio Martínez Sarrión:
[...]
A veces opalina cual medusa,
a veces material y reptante como un atroz ciempiés
arrastra su dulzura hasta tus labios, besa
tus párpados, coge tus manos y las funde
a su espalda arqueada por espasmos. Abre su trompa
-grácilmente retráctil- y la embriaguez te anega.
[...]

Llamado a los tres reinos. César Moro:
[...]
Hablo de un cierto encanto incomprensible
de un hábito desconocido e irreducible
de ciertas lágrimas secas
que pululan sobre el rostro del hombre
del silencio que resulta el gran grito del nacimiento
de este instinto de muerte que nos subleva
a nosotros los mejores de entre los hombres
cada mañana se hace tangible bajo la forma de una medusa
sangrante a la altura del corazón.
[...]


20.000 leguas de viaje submarino:
Admiré también numerosas medusas, y las más bellas del género, por cierto, las crisaoras, propias de las aguas que bañan las Malvinas. Unas veces parecían sombrillas semiesféricas muy lisas, surcadas por líneas de un rojo oscuro y terminadas en doce festones regulares, y otras, parecían canastillos invertidos de los que se escapaban graciosamente anchas hojas y largas ramitas rojas. Nadaban agitando sus cuatro brazos foliáceos, y dejaban flotar a la deriva sus opulentas cabelleras de tentáculos. Me hubiera gustado conservar alguna muestra de estos delicados zoófitos, pero no son más que nubes-sombras, apariencias, que se funden y se evaporan fuera de su elemento natal. [...] en aguas de las Antillas, a diez metros de profundidad, ¡cuántas cosas interesantes pude registrar en mis notas cotidianas! Entre otros zoófitos, las galeras, conocidas con el nombre de fisalias pelágicas, unas gruesas vejigas oblongas con reflejos nacarados, tendiendo sus membranas al viento y dejando flotar sus tentáculos azules como hilos de seda, encantadoras medusas para la vista y verdaderas ortigas para el tacto, con el líquido corrosivo que destilan. (Julio Verne)


El triple en 10 años:
Miles de bañistas se quedan petrificados todos los años en nuestras costas cuando ven a escasos metros de la orilla las plagas de estos seres acuáticos. Lo que la mayoría no sabe es que la palabra medusa proviene del término griego knidé, que significa ortiga, porque la picadura de este molusco produce un dolor similar al contacto con la planta. Más de 15.000 personas padecieron el verano pasado [2006] las molestas consecuencias. Quien lo sabe bien es Pedro Vélez, investigador del Centro Oceanográfico de Tenerife, que asegura que el número de medusas “se ha triplicado en diez años, ya que el calentamiento global favorece a estas especies que necesitan aguas cálidas para su reproducción”. Para Carlos Duarte, biólogo del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, su proliferación también se debe a que se alimentan de aguas residuales y vertidos agrícolas, todo un festín para ellas, y a la desaparición —por sobrepesca— de los predadores de las medusas. (Cristina Comenge)

Ciclo de la Rhyzostoma pulmo:
El ciclo biológico de muchas especies de grandes medusas (escifomedusas) consta de ds formas: el pólipo, que vive fijado al sustrato, y la medusa, de vida libre. Se trata de un fenómeno habitual en los cnidarios, filum al que pertenecen las medusas, pero muy raro en otros grupos de organismos planctónicos, en los que la fase larvaria vive en la columna de agua. Hallamos un ejemplo espectacular de esta metamorfosis en la aguamala o acalefo azul (Rhyzostoma pulmo), una de las medusas más abundante en la cuenca occidental del Mediterráneo. Los adultos aparecen en grupos, o enjambres, en verano, cuando la temperatura del agua es más elevada; a finales de la estación, empiezan a reproducirse. La fecundación es externa; a partir del huevo fecunado se produce una larva ciliada, o plánula, que se fija en el sustrato para desarrollar el pólipo. Durante el invierno, el pólipo vive fijado en el sustrato, preferiblemente rocoso; se dedica sólo a alimentarse. Al llegar de nuevo los meses estivales, con el aumento de la temperatura del agua, el pólipo produce, por estrobilación, las larvas de medusa (éfiras). En el curso de este período, la éfira se alimenta, sobre todo de zooplancton, y crece hasta llegar al estado de adulto, completándose así el ciclo biológico.


Un mar de ortigas. [Campaña turística verano 2007]:
El gobierno ha advertido que no podrá evitar las medusas en las playas, el mayor enemigo de la industria turística, el sabotaje final. Se trabaja todo el año para las vacaciones en la costa, se decide el destino, se compra o alquila la casa o se contrata el hotel, se sufre el trago de hacer equipajes, se viaja con riesgo, se comprueba que había playa, se hace notar que el sol reluce, se madruga para ganarse un lugar en el arenal, se carga con todo, se gasta en hamacas, patatas, helados, y cuando el sofoco lleva a la orilla... el agua está llena de ortigas de mar, gelatinosas, tentaculares, transparentes y matonas. Se llama aguamalas a estas aguafiestas que, para más joder, se reproducen de forma sexual y asexual. Tienen una belleza extraterrestre estas campanas que doblan por nosotros, estos paraguas acuáticos con la peligrosa elegancia de sus tentáculos urticantes. Son agua un 95 por ciento, lladrós de H2O, economía invertebrada con una cavidad gastrovascular de un único orificio que es boca de ida y ano de vuelta, algo que da asco incluso para una lavada ortiga marina. Son bañistas muy excluyentes y la explicación de su llegada masiva no puede liquidarse con tres argumentos simultáneos, que si las mareas las meten a la playa como estantiguas de La sirenita, que si la pesca masiva ha acabado con sus depredadores, entre ellas la llamada -ahora sabemos que injustamente- tortuga boba, que si el calentamiento de las aguas las hace pasar de las entre 20 y 40 millas en las que gustaban de instalarse a disfrutar de la espesa salinidad. Entramos en el tercer año de medusas que quitan al mar el uso relativo de a pie. O las quitan o las descuentan. (Javier Cuervo)


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