Venezuela
Régimen de Chávez



Las paridas de Chavez. Elfidio Alonso (23/08/07):
El presidente venezolano vuelve al primer plano de la actualidad, no sólo debido al maletín con 780.000 dólares que portana Antonini Wilson cuando se disponía a pasar la aduana del aeropuerto de Buenos Aires, sino especialmente por el anuncio que ha hecho sobre una nueva e inminente reforma constitucional, que lo va a llevar a las mismas puertas de un sistema autocrático. Chávez no ha querido andarse por las ramas y, ante la mismísima Asamblea Nacional, ha comunicado a todos los diputados sus propósitos reformistas que van a afectar a 33 artículos de la Constitución que él postuló a su medida y fue aprobada por refrendo en 1999. Las nuevas propuestas supondrán importantes innovaciones para la organización administrativa del país, modificación del sistema socioeconómico que tendrá incidencia sobre la propiedad privada y la asunción de máximos poderes sobre el Banco Central, que podría llevarle a un manejo absoluto de las divisas, sin la menor cortapisa o control. Un golpe institucional en toda regla, como ya han anunciado con rara unanimidad los más destacados portavoces de la oposición, cada vez más fraccionada y despistada ante las continuas sorpresas que se saca de la manga este desconcertante personaje. Durante el primer avance de tan maquiavélico proyecto, el presidente venezolano se atrevió a decir "esto lo he parido en la madrugada", cuando se refirió a la reforma de los municipios federales, para añadir que el plan reformista constitucional "está lleno de figuras novísimas", por lo que iba a ser tildado de loco por todos lados. Tales paridas de madrugada han causado la natural conmoción entre los analistas europeos y americanos, que ya cuentan con muy escasas dudas respecto de la deriva dictatorial que va a culminar tan singular político, empeñado en garantizarse una duración indefinida en el cargo a base de usar estos disfraces de más que dudosa fiabilidad democrática, ya que todas las cartas del juego están marcadas y en sus manos. Fijémonos si no en el color que tienen las 167 diputados de la Asamblea, que serán los encargados de aprobar las reformas anunciadas. Ahora se puede comprobar el alcance del error cometido por la oposición cuando decidió no presentarse a las elecciones de diciembre de 2005, lo que provocó que la cámara legislativa sólo contase con miembros adeptos y fieles al chavismo. Esa cámara, precisamente, si el Tribunal Supremo no determina la necesidad de que exista una Asamblea Constituyente (como viene pidiendo la oposición), será la encargada de aprobar las reformas fraudulentas que ha anunciado el presidente. Por este lado no se adivina otra salida que la resignación opositora tras el consiguiente derecho al pataleo. En consecuencia, si el Tribunal Supremo no atiende a la reclamación de los adversarios del régimen, no quedará más salida que ganarle el refrendo a tan ambicioso personaje como ya ocurrió cuando el pueblo chileno fue capaz de decirle que no al insaciable Pinochet; o cuando los uruguayos, en muy parecidas circunstancias, hicieron lo mismo con Goyito y compañía. También convendría recordar el revés sufrido por el general De Gaulle en su último refrendo, lo que le obligó a marcharse del Eliseo y dejar la política. No es imposible, por tanto, que la mayoría del pueblo venezolano decida pararle las patas a Hugo Chávez en el último y decisivo refrendo, si los partidos de la oposición se unen y libran la última batalla en las urnas, porque luego será tarde para las lamentaciones. Si no es así, Venezuela va a tener in aeternum el presidente y el sistema dictatorial que se merece. Ya se sabe: llegado el caso, "el último que salga que apague la luz". O bien cantar aquello de Por si acaso yo no vuelvo / me despido a la llanera...


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