Seguridad
Residuos nucleares



Almacenamiento de residuos:
La inmersión en el mar, en el fondo de las fosas marinas, practicada por algunos países (alrededor de 5.000 t/año), entraña peligros evidentes. Los contenedores se ven sometidos a presiones enormes cuando llegan a las profundidades y ninguna técnica permite su recuperación si se producen accidentes. En 1977 Greenpeace adquiere el Rainbow Warrior y posteriormente dirige su actividad contra estos vertidos. Tuvo especial importancia en 1982 el episodio del vertido en la fosa atlántica frente a las costas gallegas. El almacenamiento en silos de hormigón altamente resistentes permite ejercer un control sobre el estado del material y, si se perfeccionan las técnicas del tratamiento de recuperación, permitirá disponer nuevamente de los contenedores. El almacenamiento en las profundidades de las formaciones geológicas no resistiría la eventualidad de terremotos o arroyadas. Se han estudiado otras técnicas como el enterramiento en los hielos polares o la evacuación fuera de la tierra mediante cohetes, pero su aplicación tropieza con obstáculos difícilmente superables. La acumulación de los residuos sobre la tierra constituye un grave riesgo. Los residuos de las industrias de tratamiento de combustibles tienen una actividad específica elevada y contiene cuerpos con una vida media superiores a los 1.000 años. Los residuos líquidos son muy activos. Se almacenan en cubas de acero de doble pared permanentemente refrigeradas. Luego se someten a evaporación para reducir su volumen y se solidifican con métodos como la vitrificación. Se encierran en recipientes metálicos y se les vigila durante 30 años. Cuando han perdido actividad y temperatura se trasladan a un depósito definitivo. Se calcula que en 2000 sa habían acumulado 900.000 metros cúbicos, 2.500 de los cuales serían residuos de alta actividad.

El Rainbow Warrior en España:
Fue detenido en El Ferrol por la armada española mientras obstaculizaba la caza de rorcuales a su paso cercano a la costa. Entre 1964 y 1965 se capturaron más de 24.000 ejemplares de rorcual boreal, pero entre 1978 y 1979 la población había disminuido tanto que sólo se cazaron 150 individuos. En la temporada de 1976 a 1977 se cazaron 12.398 rorcuales enamos debido a la escasez de otras especies más perseguidas. Uno de los objetivos de Greenpeace Internacional era que España entrara en la Comisión Ballenera Internacional para que sus capturas ilícitas quedaran bajo su control. Consiguió alcanzar aguas portuguesas pero al año siguiente fue detenido de nuevo y se le incautaron piezas del motor para evitar su fuga. El Rainbow Warrior permaneció retenido durante seis meses, pero volvió a burlar la vigilancia. En 1981 regresó con la intención de evitar el vertido en la fosa atlántica de bidones de residuos radiactivos. Greenpeace consiguió numerosas muestras de simpatía y solidaridad entre los medios de comunicación y la opinión pública. Este primer Rainbow Warrior fue hundido por orden del socialista Mitterrand a sus servicios secretos. Durante su escala en Nueva Zelanda, con destino al atolón de Mururoa, donde Francia iba a realizar ensayos nucleares. Once hombres y una mujer de Inteligencia Naval lo minaron echándolo a pique y matando a un cooperante. Los agentes franceses fueron detectados por los neozelandeses y dos de ellos condenados a 10 años. El escándalo internacional dejó la imagen de Mitterrand y de su primer ministro, Laurent Fabius, ligada directamente a un acto terrorista seguido de mentiras y encubrimientos. El tercer buque Rainbow Warrior fue presentado en Bremen el 15/10/2011. La madrina de la botadura, Melina, miembro de la tribu Cree de Norteamérica, recordó la visión de una mujer vieja de su tribu, Ojos de fuego, en la que los guerreros del arco iris salvaban a las criaturas de un mundo agonizante.

Las barreras múltiples de los cementerios nucleares son la vitrificación de los residuos, la cápsula que los contiene, el material de relleno y sellado, las construcciones de sellado de las zonas próximas a los residuos, la formación geológica donde se alojan, el material de recubrimiento y los estratos circundantes. A pesar de todas las barreras de ingeniería, la industria nuclear reconoce que la seguridad a largo plazo del almacenamiento dependerá de principalmente de las barreras naturales (el comportamiento de la formación geológica). Al cabo de 1.000 años algunos radioisótopos, especialmente el cesio-137 y el estroncio-90 habrán desaparecido prácticamente, pero la actividad total habrá decaído tan sólo entre 2 y 3 órdenes de magnitud. Pasados cien mil años la radiactividad total habrá disminuido solamente un factor de 10. Y al cabo de un millón de años todavía estará entre 1 y 2 órdenes de magnitud por encima de la del uranio-238.

Plantas de reprocesamiento:
Los transportes por barco de residuos radiactivos son el resultado de un ambicioso programa japonés de obtención de plutonio. Para conseguirlo, Japón ha enviado previamente combustible nuclear irradiado de sus centrales a las plantas de reprocesamiento de Francia y Gran Bretaña. En las centrales francesas e inglesas, este combustible nuclear irradiado se disuelve por métodos químicos sumamente complejos y contaminantes, mediante los cuales el plutonio y el uranio se separan de los otros productos radiactivos residuales que contenía el combustible irradiado. Además del uranio y el plutonio que se separan, el reprocesamiento genera un volumen tremendo de residuos radiactivos. Parte de éstos se vierten al aire, al suelo y al mar, provocando daños directos a corto y a largo plazo en el medio ambiente y en la salud pública. Al mismo tiempo, todos los productos químicos, equipos y otros materiales implicados en las actividades del reprocesamiento quedan contaminados por la radiactividad liberada del combustible reprocesado. Al final, el reprocesamiento genera un volumen de residuos 189 veces mayor que el del combustible irradiado que entra inicialmente en el proceso. Este enorme volumen de generación de residuos radiactivos es un punto débil de la industria del plutonio y de sus patrocinadores gubernamentales. Los términos de los contratos entre los reprocesadores (Francia y Gran Bretaña) y sus clientes (Japón y otros) se mantienen ocultos a los políticos y al público. No obstante, el descontento de los ciudadanos y la protesta ha crecido en Francia y Gran Bretaña, y el gobierno y la industria se han visto forzados a responder a la preocupación de la opinión pública. Así, las compañías de reprocesamiento estatales francesas e inglesas están pensando en devolver a Japón [1999] y a sus clientes europeos parte de los residuos radiactivos generados. Aunque el material devuelto sólo supone el 3% del volumen de los residuos finalmente generados por cada cliente, el movimiento transfronterizo previsto y la devolución de los residuos han causado protestas adicionales en las naciones clientes y en las que se encuentran en ruta.

[Traslado tras el reprocesado:]
Los residuos del reprocesamiento se concentran y vitrifican, en un proceso peligroso y contaminante. El vidrio radiactivo derretido se vierte en recipientes cilíndricos de acero inoxidable que se cierran por soldadura. Los cálculos actuales indican que se enviarán a Japón unos 1.190 cilindros de residuos y 2.030 de Francia . Sin embargo, los problemas técnicos y de seguridad que están apareciendo requieren que vayan menos en cada cilindro, por lo que tendrán que producir y transportar un número mucho mayor de éstos. Los cilindros se cargan en contenedores blindados de transporte. (Xavier Pastor, En defensa del medio ambiente, 1999)

Almacén de residuos de El Cabril:
Situado en Hornachuelos (Córdoba). En 2011 recibió 1.956,55 metros cúbicos, la mayor parte procedentes de las 8 centrales nucleares que funcionan en España. En 20 años se han tomado cerca de 1.000 muestras anuales de agua, aire, sedimentos y alimentos que muestran que no causa impacto radiológico alguno. Fue inaugurada en 1961 y se encuentra al 66% de su capacidad. Tiene dos plataformas para el almacenamiento de residuos de baja y media actividad y otra con estructuras específicas para los de muy baja actividad. Las dos primeras categorías se almacenan en una treintena de estructuras de las que 18 están llenas y selladas, una se encuentra en operación, tres contienen residuos de incidentes y seis permanecen vacías. Los residuos de muy baja intensidad ocupan 3.851,5 metros cúbicos. En 2011 se sometieron a 25 auditorías externas, de las que 11 fueron del Consejo de Seguridad Nuclear.

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